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Tormenta del corazón


Marion vio cómo Giordano se tambaleaba hacia la mesa de los novios y hablaba con ellos. El más bajito, Julian, se levantó de inmediato sosteniéndolo del hombro, probablemente preguntándole cómo estaba, era evidente en su rostro que algo estaba mal. Desde su sitio alcanzó a entender la excusa de Giordano "me siento mal" sin ninguna razón específica. Romeo se paró de su sitio también, sosteniéndolo del otro brazo cómo una señal de apoyo.

Por su parte, Giordano no supo ni que dijo, sólo estaba seguro de que inventó algo para no seguir conduciendo y los chicos lo dejaron irse, alegando que de todas maneras ya no había mucho más por hacer.

En cuanto tuvo la aprobación de la pareja se marchó.

Afuera había una lluvia torrencial, durante un segundo entendió por qué Marcello escogió el baño para ventilar su vida privada. Estaba lloviendo a cántaros y hacía tanto frío que parecía que el agua fuese a transformarse en granizo en cualquier instante. Aquello no le importó, comenzó a caminar lejos, no sabía hacia donde, pero quería marcharse de ahí, necesitaba enfriar su cabeza, quería tiempo para procesar todo.

En cuanto las gotas de agua comenzaron a mojar su pelo sintió que su corazón se calmaba un poco, pero de inmediato la tempestad dentro de él volvió.

¿Era en serio? ¿Marcello? ¿Su padre? ¡Dios! ¿De verdad?

Sin preocuparse por tomar un rumbo fijo, avanzó en el camino de piedra hacia donde sus pies lo llevaran.

Lo más fácil en ese momento sería ignorar que todo aquello había sucedido, sin embargo, estaba seguro de que no sería posible, su conciencia no lo dejaría en paz pronto.

Tomando una profunda respiración, miró a su alrededor, dándose cuenta que se encontraba en la calle principal del complejo. Desde ahí no era difícil largarse o volver a la cabaña, darse un baño y terminar el trabajo de la boda.

El camino que debía tomar, el correcto, aparecía claro frente a sus ojos, pero aun así no se movió de su sitio. El cielo se veía demasiado oscuro desde donde estaba, la lluvia no dejaba escuchar nada, era cómo si el mundo a su alrededor hubiese desaparecido, sentía que estaba completamente solo.

Una opresión en su pecho le dificultó respirar, sus labios temblaron, las gotas que caían del cielo ya no eran un problema, sino aquellas que no lo dejaban ver, las que resbalaban por sus mejillas.

Hipeando un poco se limpió las lágrimas y después se dio cuenta de la tontería que estaba haciendo. Empapado hasta los huesos ¿Qué estaba planeando secar? Y de todas maneras ¿Por qué estaba llorando?

Se sentía cómo un estúpido, no había una razón real para ponerse así de sentimental, él nunca tuvo curiosidad por conocer a su padre, jamás pensó en él a pesar de que los demás niños de vez en cuando hacían comentarios al respecto. Había chicos cómo él en todas partes, algunos no tenían un papá, otros no tenían mamá, algunos incluso tenían dos papás o dos mamás o quizás no tenían hermanos, eran cosas que le pasaban a todo el mundo, él no se sentía desgraciado por su situación, era a lo que estaba acostumbrado.

Entonces ¿Por qué se sentía tan superando?

Sin éxito trató de contener las lágrimas, pero estas lo golpearon con más fuerza, las rodillas le temblaron, sentía que si se movía no podría sostenerse.

Horrible.

—¿Dano? —a sus espaldas una voz lo llamó, obligándolo a girase. Con los labios apretados se encontró de frente con el rostro preocupado de Marion, cuyos ojos azules no alcanzaban a distinguirse por culpa de los lentes y la lluvia. A juzgar por su respiración agitada era obvio que el chico había corrido todo el camino hasta ahí ¿Estaría preocupado por él? ¿Lo estaría también Max? ¿Y su madre? Giordano apretó los labios, sintiéndose mortificado.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora