De repente Giordano se sentía ansioso de nuevo, preguntándose si debía posponer tanto el momento de la verdad. La ansiedad que sintió la primera vez que habló con Julian era muy diferente a la de ahora, porque él no recordaba sentirse tan asfixiado antes.
—¿Ocurre algo? —preguntó Marion, levantando una ceja al notar el cambio en su expresión.
Por un instante Giordano se quedó sin palabras, se aclaró la garganta y apretó los labios, dejando a un lado el teléfono.
—No es nada —dijo finalmente, antes de tomar su tenedor y comenzar su desayuno.
No muy convencido, Marion se llevó un trozo de wafle a la boca, dudando entre insistir con el tema o dejarlo por la paz. Al final se decidió por la segunda opción.
Sin embargo, esto sólo lo hizo porque había tomado un poco de valor para hablar sobre sus propias inseguridades y porque el suspenso lo estaba matando, de modo que se atrevió a hacer la pregunta que traía atorada en el pecho desde la noche anterior.
—¿Cuándo será la boda? —preguntó sin levantar la mirada de su plato, picoteando su desayuno con el tenedor.
Gio estaba tomando del café que Marion le había preparado y casi se atraganta con la pregunta. Mientras trataba de controlar la tos y se aclaraba la garganta, Marion le dedicó una mirada de desconcierto ante su reacción.
—Es... Ummm... Dentro de tres días —dijo fingiendo una sonrisa e indicando el número con sus dedos.
—¿Tres días? —Marion suspiró—. Llegamos con mucha anticipación —su tono de voz sonó desganado, en general él era de los que disfrutaban de una buena planeación con tiempo de sobra para evitar eventualidades, pero en este caso, tenía ganas de darle una bofetada a Giordano por hacerle pasar el suplicio de tener que esperar tanto tiempo para el día de la boda.
—Bueno, al menos alguien tiene que disfrutar el paseo —se excusó—. Villa Rueda es un lugar muy bonito, podemos salir a pasear o turistear en la ciudad ¿No crees que suena divertido? —dijo tratando de sonar lo más natural posible.
—Pues no, no tengo ganas de salir con este puto frío, pero si quieres podemos ir por ahí a ver que encontramos —comentó, soltando un suspiro al terminar de hablar. Marion no tenía idea de si se podía divertir cuando tenía la fecha límite esperando por ellos. Le ponía de mal humor el pensar que estaría pasando tres días con Giordano en los que este se la pasaría pensando en alguien más.
No, aquello no sonaba ni por asomo divertido, de hecho, de solo pensar en ello un ligero dolor de cabeza comenzaba a asecharlo. Sin embargo, de todas formas, terminó aceptando el plan de Giordano y en menos de una hora ya estaba fuera de la cabaña, usando una chamarra que le prestó Gio porque él no tenía rompe vientos y un gorro con bufanda que sólo dejaba descubierto su rostro y parte de su cabello.
Una vez fuera, se dio cuenta de que en realidad necesitaba un paseo, estirar las piernas y sentir el viento golpearle a través de las costuras de la bufanda. Tenía la mente demasiado abrumada por todo lo que estaba pasando, así que un respiro le venía bien, era liberador y lindo. Mientras caminaba y Marion observaba el paisaje, uno de los trabajadores de Villa Rueda le entregó una publicidad, invitándolo a una fiesta que se estaba organizando para esa misma noche. "Festival de invierno" ponía hasta arriba, mientras que en su itinerario anunciaba un montón de cosas interesantes; esculturas de hielo, juegos mecánicos y la encendida de las nuevas luces para la temporada protagonizaban el evento.
Marion solo levantó una ceja al ver todo lo que se estaba ofreciendo, preguntándose la cantidad de dinero que manejaba el tío de Giordano para poder hacer todo eso en un parque vacacional. Joder, que seguro que Sandra tenía un mejor sueldo que su padre si trabajaba como administradora para el fulano.
Mientras Marion pensaba en billetes y corazones rotos, Giordano le pidió un momento para recibir una llamada, alejándose un poco de donde estaban.
—¿Hola? ¿Tío? —dijo hablando un poco más alto de lo debido.
—¿Tío? Pero si soy Romeo, cabeza de globo —se quejó al otro lado de la línea.
—¡Si! ¡Estoy bien! ¿Qué se te ofrece tío? —preguntó haciendo muecas y sonrisas que trataban de imitar una expresión de respeto.
—Gio ¿En qué estás metido ahora? —Sentado junto a la ventana, en su departamento en París, Romeo no tardó en darse cuenta de que por alguna razón Gio no quería que supieran con quien hablaba.
—Oh, sí, estoy aquí con Marion, estamos disfrutando de las cabañas —comentó con tono de admiración, moviendo las manos en exceso.
—Aaaah —Romeo soltó un suspiro—. Julian me habló al respecto ¿Aún no le has dicho la verdad? —preguntó, frunciendo el ceño.
—Pues, en eso estamos —nervioso, Gio se pasó la mano por el cuello, mirando de manera disimulada hacia donde estaba Marion.
—Bien, será mejor que te apresures, no quiero a nadie interrumpiendo mi boda —le advirtió—. Por cierto ¿Leíste mi mensaje? Quiero que le des un tour a un invitado mañana, es alguien que vendrá a la boda de último minuto ¿Todavía vas a cantar en la fiesta cierto? Tampoco te quiero llorando porque el amor de tu vida no se fue contigo —Por el tono de Romeo, estaba hablando muy en serio, pero al mismo tiempo, parecía divertido con la situación.
—Si lo leí —dijo sonando como un niño regañado—. ¿Quién es tu amigo? —preguntó zanjando el tema.
—Es un conocido en realidad, de repente me llamó pidiéndome tocar en mi boda. Se llama Marcello y canta como los ángeles, me llevo bien con él, pero es un viejo agrio así que no estoy muy seguro de que esté pasando por su cabeza en esto momentos —Romeo suspiró —. De todos modos, me pidió que alguien lo fuera a recibir y tú eres él único que ya está allá y el que mejor conoce Villa Rueda.
—Oh, ya veo —Gio frunció el ceño—. ¿Marcello no es algo así como un cantante de ópera famoso? —Él recordaba haber escuchado su nombre en algún sitio, incluso, tenía la vaga idea de la portada de uno de sus discos.
—Exacto, Julian es fanático de él, lo conoció en uno de mis conciertos y quedó encantado, se la pasa diciéndole viejo apestoso a sus espaldas, pero cuando lo tiene enfrente se vuelve loco —mientras hablaba, una risita se le salió de los labios—. Será mejor que practiques o los demás músicos te van a opacar.
—¿Opacarme? —La espalda de Giordano se enderezó—. Lo veo difícil, el tal Marcello no sabrá lo que lo golpeó cuando suba al escenario.
—Noquéalo con tu talento —canturreo Romeo.
—No te preocupes tío —exclamó —. Yo me encargo de todo.
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El camino de Giordano (LCDVR #3)
Teen Fiction(LGBT+) Giordano se ha vuelto un adulto. El viaje en carretera con Romeo y Julian fue su último verano como un niño despreocupado. Después de eso le siguieron dos años enteros de trabajo, escuela y el estrepitoso cambio luego de que su madre volvier...