—Tienes mucha suerte, tu novio sí que es guapo —comentó una mujer mayor, mientras hacían la fila para recoger sus maletas. La señora parecía muy emocionada por la escenita que se había armado en el autobús.
—Él no es mi novio —murmuró, desviando la mirada. No quería sonar rudo con una mujer mayor, pero las palabras se le escaparon sin que pudiera contenerlas.
—Si, claro —la mujer le guiñó un ojo—. Igual no deja de ser muy guapo —agregó, tomando su maleta, para después alejarse de él con una enorme sonrisa en el rostro, tarareando "The reason" mientras andaba a paso alegre.
"Al menos alguien parece haberse alegrado el día con mi vergüenza" pensó.
—¿Ya escuchaste? —Giordano se inclinó hasta su oído, con una enorme mueca de satisfacción en el rostro—. Dice que soy muy guapo.
—No —Marion se giró, logrando que sus narices casi se rozaran y Gio tuviese que retroceder de golpe—. Dijo que mi novio era muy guapo y evidentemente, ese no eres tu —Luego tomó su maleta, se dio media vuelta y se dirigió a la salida de la terminal, sin preocuparse si Giordano estaba siguiéndolo o no. Este, al verse abandonado, recogió su equipaje, corriendo detrás de Marion y aprovechando el impulso para darle un ruidoso beso en el cuello y pasarle de largo.
Este solo negó con la cabeza, riéndose un poco, mientras observaba al chico resbalarse al bajar las escaleras eléctricas.
—¡No cabe duda de que lo bonito no te quita lo bruto! —le gritó desde donde estaba, causando las risas de algunos de los extraños que presenciaron la escena.
Cuando Marion y Giordano estaban juntos, siempre terminaban armando un escándalo. Marion era demasiado serio para algunas cuestiones, pero de vez en cuando se dejaba contagiar por las estupideces de Gio y al final pasaban cosas como las del autobús.
Apretando los labios Marion caminó deprisa para alcanzar a su compañero en la parte de arriba, para así poder dirigirse a la zona donde iban a transbordar. Después de eso solo quedarían un par de horas para llegar a su destino.
Al parecer, el gran amor de Giordano se casaría en la playa, durante la época de peor tiempo. Marion no tenía idea de porqué escogieron ese momento tan inconveniente, pero él no era quien para juzgar.
Soltando un suspiro, trató de olvidarse del asunto. No tenía ganas de amargarse la tarde tan rápido, al menos esperaba poder pasarse un buen rato antes del fatídico momento.
Apurado, alcanzó a Giordano, quien se había metido en un local que vendía café y panes. El chico había saludado a la encargada, una mujer mayor, con cara de pocos amigos que le estaba mal-contestando a un cliente. Suspirando, Marion observó la manera en que le habló a Gio, de manera golpeada y haciendo muecas, sin embargo, en un breve intercambio de palabras, terminó soltando una pequeña sonrisa, que se volvió más amplia a cada segundo.
Giordano tenía esa clase de "magia".
Marion suspiró, no se imaginaba a alguien diciéndole que no a Giordano. Tratándose de él, era una posibilidad que el novio decidiese salir corriendo de la iglesia, tomado de la mano del enorme muchacho.
El mismo Marion se imaginaba aceptando la propuesta sin chistar.
—Marion —balanceando de manera peligrosa los vasos de café, Giordano caminó hacia él con una sonrisa del millón de dólares en el rostro—. El avión del café ha aterrizado —dijo extendiéndole uno de los recipientes.
Resoplando lo tomó entre sus manos y disfrutó del calor. El clima estaba cambiando de manera drástica en los últimos tiempos, así que pronto el suéter ligero que llevaba encima no le abastecería.
—Gracias Dano, al menos no voy a congelarme mientras espero. —dijo soplando un poco el líquido caliente, tratando de nivelar la temperatura del mismo.
—No te preocupes —Él movió los dedos de la mano que le quedaba libre, mientras su expresión se volvía sugerente—. Yo me encargo de que no pases frío.
Marion le dio un empujón y luego le sacó el dedo de en medio. Después se dio media vuelta para buscar un sitio donde sentarse, mientras Giordano soltaba una carcajada.
La estación estaba a reventar, se encontraban en temporada alta, así que hallar un sitio en las bancas no fue posible. De modo que, Marion terminó acomodándose en una pared que le servía para recargarse. A su lado, Giordano se acomodó, estirando las piernas a todo lo largo, de modo que las personas que pasaban por aquel concurrido pasillo terminaban tropezándose de vez en cuando.
—Encoge las piernas Dano, que no te miden cinco centímetros —Gio abrió la boca para decir algo, pero Marion le lanzó una mirada de advertencia—. Ahórrate las respuestas en doble sentido, serían bromas demasiado fáciles, hasta para ti.
—Dame un beso mi amor —respondió gesticulando de manera exagerada.
Sin poder evitarlo, Marion dejó escapar una carcajada.
—Eres una bestia —dijo empujándolo con la mano.
—Claro que sí, dame espacio —dijo acomodándose en su hombro. Marion hizo amago por quitárselo de encima, pero al final lo dejó que se recargase.
A su alrededor la gente iba y venía, cargando maletas o jalándolas para hacer la fila en su andén. Las suelas de los zapatos chirriaban mientras una voz femenina anunciaba los horarios de salida y Marion evitaba moverse.
Un tarareo salía de los labios de Giordano, quien tenía los ojos cerrados, descansando un poco. Faltaba media hora para que saliera su autobús, sin embargo, Marion sentía que los minutos pasaban con extrema lentitud. El corazón les latía a mil y sentía la cara arder. Por suerte, desde donde estaban podía vislumbrar el reloj.
Mientras se encontraba en aquella rígida pose, tratando de parecer relajado, vio a le lejos a una chica haciéndole señas para llamar su atención. Ella señaló su cámara, pidiéndoles una fotografía y él sonrió, asintiendo sin mayor problema. Una vez que ella apretó el disparador, levantó el pulgar, dándole las gracias y desapareció entre la gente, para seguir fotografiando a varios de los viajeros cansados y ojerosos.
Ladeando el rostro, Marion se preguntó cómo se verían a los ojos de los demás en ese momento. Quizás serían un par de amigos de la infancia, descansando antes de transbordar, o tal vez unos hermanos políticos que tratan de acostumbrarse a su nuevo estatus. Sonrió, a lo mejor los veía como dos locos que se habían embarcado en un viaje para separar a una feliz pareja. No lo sabía. Pero le hubiese gustado que los viese como lo que no podían ser, dos piezas imperfectas de un todo absoluto.
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El camino de Giordano (LCDVR #3)
Teen Fiction(LGBT+) Giordano se ha vuelto un adulto. El viaje en carretera con Romeo y Julian fue su último verano como un niño despreocupado. Después de eso le siguieron dos años enteros de trabajo, escuela y el estrepitoso cambio luego de que su madre volvier...