30

3.1K 510 57
                                    

Maratón 2/4

Maratón 2/4

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La vida de Maximilian Mattson estaba marcada por la muerte. Primero murió su madre, justo después de dar a luz, luego murió su padre durante un accidente de autos cuando él tenía siete años. Su cuidado fue a dar a sus abuelos, pero ellos eran ya mayores y los dos aguantaron apenas dos años más, hundidos en la pena de la pérdida de su hijo, de modo que, a los diez él ya estaba solo en el mundo.

Al principio, durante el funeral de sus abuelos pensó que era el fin, que no habría nadie más para cuidarlo, sin embargo, el destino lo sorprendió cuando alguien decidió tomarlo bajo su cuidado. Era una familia pequeña que había sido muy cercana a su padre, Max los conocía de vista, tenían una hija de su misma edad, un hijo que ya estaba en la preparatoria y eran personas muy estrictas.

Fueron ellos quienes lo salvaron de un futuro solitario, no lo adoptaron como tal, ellos estaban en contra de eso, pero lo trataban de manera justa para ser un niño con quien no tenían relación sanguínea. Ellos invirtieron en su educación, lo castigaban con severidad cuando se equivocaba y lo premiaba de manera escueta cuando las cosas iban bien. Aun así, Maximilian les tenía mucho cariño y había logrado hacer buenas migas con la hija, Sandra.

Él recordaba con cariño aquella parte de su niñez, cuando corría con Sandra a la escuela dominical porque se les había hecho demasiado tarde. Y también podía imaginarse entre risas, sentado en una esquina, con las manos levantadas al cielo como castigo por su retraso, mientras hablaba disimuladamente con la niña sobre cualquier tontería que estuviese pasando en el pueblo. Sus temas de interés no eran muchos, pero sí que los mantenían ocupados.

Luego, cuando crecieron Y entraron a la universidad los padres de Sandra los enviaron a estudiar fuera. Ellos también vivieron juntos en ese entonces, porque los pusieron en una pensión pequeña para estudiantes.

Sandra estaba estudiando administración y Maximilian ciencias políticas, pero ellos seguían estando muy unidos. En ese tiempo, ellos hicieron todo juntos, hasta que llegó el momento de separarse.

—¿Ya viste a esa chica? ¿No te parece guapísima? —Le había dicho Maximilian en medio de una de sus tantas platicas.

Sandra se había asomado por la ventana para ver a la susodicha y había lanzado un silbido cuando sus ojos encontraron su objetivo.

—No digas groserías Max, preguntar algo tan evidente es un insulto —espetó, observando a la muchacha, a quien, cabe destacar, nunca había visto antes en el campus.

La chica en cuestión estaba sentada cerca de la fuente, traía un libro en las manos y parecía esforzarse en entender lo que estaba leyendo. Sin embargo, no era lo que más llamaba la atención de ella, definitivamente no. Pocas chicas de por ahí podían jactarse de tener un cuerpo tan bien formado, no sólo se veía guapa en aquel vestido gris, también se notaba bastante atlética, cómo si practicara algún deporte. Ella tenía un lindo cabello y una piel blanquísima, además de un rostro precioso.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora