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Cuando Marion abrió la puerta de la cabaña en medio de la madrugada, lo que menos esperaba era ver a sus padres gritando "sorpresa" e invadiendo el lugar sin siquiera pararse a dar los buenos días.

La noche anterior ahora parecía un bonito sueño salido de su imaginación. Giordano y él se habían divertido un montón en la feria y decidieron dormir en la misma cama a pesar de que el estatus de su relación ya no era el mismo que durante la mañana. Ellos se habían mirado un momento, muy avergonzados entre sí y Marion no había podido evitar preguntar.

—¿No intentarás besarme?

Giordano negó con la cabeza, soltando un largo suspiro.

—No, estamos en una cama, no podría besarte en una cama sin avergonzarme a mi mismo.

Y luego se había reído, Giordano parecía estarse tomando muy en serio su papel de conquista, porque no había parado de decir frases cliché aburridas. Aunque aquella última era lo suficientemente vergonzosa como para que el buen humor se sintiera ligeramente tenso.

Sin embargo, ellos siguieron hablando hasta que se quedaron dormidos sin darse cuenta y ahora sus padres estaban en la cabaña, con enormes sonrisas mientras inspeccionaban los alrededores. Marion genuinamente esperaba que pasara un poco más de tiempo antes de tener que contarles que sus hijos estaban siendo legalmente incestuosos, sin embargo, parece que el momento de la verdad se había adelantado.

Mala suerte.

—¿Y Giordano? —preguntó Maximilian, echando un vistazo al rededor. Marion carraspeó señalando dentro hacia la habitación.

—Está acostado —él arrastró un poco las palabras, sabiendo lo entrometido que podía llegar a ser aquel hombre.

—¿En que habitación? —insistió, frunciendo el ceño mientras hablaba.

—Um, la única que hay —no había mucho que Marion pudiese ocultar teniendo en cuenta que aquellos dos parecía que habían llegado para quedarse. Resignado señaló hacia el dormitorio, su padre se quedó en silencio un momento, no parecía haber demasiados cambios en su expresión, pero el chico lo conocía bien, sabía que iba a perder la cabeza.

—Vaya —finalmente se decidió a hablar—. Voy a tener que darle una lección a ese niño —el hombre se movió rápidamente. Había una sonrisa en su rostro, parecía la de un zorro tramando una trastada. Marion lo vio caminar lentamente hasta entrar al cuarto, luego apretó los labios esperando lo inevitable.

Un gritó se escuchó por toda la cabaña, logrando que Marion abriera los ojos, soltara un suspiro resignado y corriera a ver qué pasaba. Sandra suspiró, siguiendo al grupo porque no le quedaba de otra, no sin antes cerrar la puerta a sus espaldas. 

Cuando entraron al dormitorio Maximilian tenía a Giordano inmovilizado en el suelo, el muchacho se retorcía como un loco, pegando gritos y balbuceando incoherencias. Lo estaba ahogando a cosquillas.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora