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Justo después de que Marcello se fue, apareció Alessio con un llamativo atuendo de colores, que, al parecer, era su ropa de calle

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Justo después de que Marcello se fue, apareció Alessio con un llamativo atuendo de colores, que, al parecer, era su ropa de calle. Marion sonrió al verlo sentarse a su lado y regalarle una botella de vidrio con diseños divertidos que por cierto, no era un inocente refresco.

—Soy un peso ligero con el alcohol —comentó, tomando la botella y soltando un ligero suspiro de alivio al sentir el fresco sobre su piel. A pesar de que el día anterior hizo un frío del demonio esa mañana estaba golpeándolos con un sol infernal.

—No tiene casi nada —dijo, tomándole un trago a su propia botella, para después sonreírle con una mueca divertida, cómo si dijese: mírame, no estoy borracho.

—Cuando digo peso ligero, en serio es peso ligero —comentó, viendo la etiqueta que anunciaba un delicioso sabor a durazno. El olor era bueno, pero no estaba seguro de que le gustase.

—Ábrela —insistió, para después señalar una máquina expendedora—. Si no te gusta te compraré una de esas y podrás darme esa —Alessio se inclinó hacia él, como si le dijera "dame una excusa para tomarme otra"—. Ten invitaré un refresco entonces  —agregó, guiñándole un ojo, consiguiendo que Marion soltara una carcajada. El tipo era raro, pero le agradaba.

—Está bien, hagamos la prueba, pero que conste que si no me gusta la devolveré —amenazó antes de tomarle un trago y fruncir el ceño. Después de varios segundos disfrutando del sabor dulce y el ligero toque de alcohol que dejaba un regusto amargo, su expresión cambió—. Vale, esto sabe divertido, burbujea en tu boca —comentó, sin dar una opinión específica sobre si le gustaba o no el producto.

—Supongo que no te ha gustado del todo —dijo, fingiendo que estaba decepcionado, al tiempo que tomaba la punta de la botella para tirar de ella, sin embargo, Marion la sostuvo, negándose a dejarla ir.

—Bueno, te puedo asegurar que no es mi bebida favorita, pero puedo hacer el sacrificio de tomármela toda —espetó, tratando de hacer que Alessio la soltara, pero este insistió en quitársela.

—No, no, no. Yo nunca podría obligarte a tomártelo si no te gusta, lo cambiaré por un refresco —Insistió, aunque había una sonrisa distraída en su rostro.

—Bueno, entonces cámbiamela por otras dos cómo estas —Su expresión tenía un toque de inocencia que Alessio no supo distinguir si se trataba de una treta o era real, pero de todas formas le recordó demasiado a los niños cuando estaban tratando de obtener algún beneficio. Casi pudo jurar que era la clase de chico al que sus padres había mimado toda la vida.

—No seas tramposo —espetó, soltando una carcajada—. Acábate esa y después pensaré si darte otra —él se miró las uñas con una mueca engreída en el rostro—. Quizás saque algo de mi reserva especial para ti, pero todo depende —agregó, haciéndose el interesante.

—¿Depende de qué? —preguntó Marion levantando una ceja, para después tomar un trago que le supo a gloria.

—De si no te pones borracho con esa, odiaría ser el causante de un coma etílico por baja tolerancia —bromeó, haciéndolo reír otra vez. Luego la sonrisa desapareció de su rostro, tratando de adivinar si Marion tenía edad para beber, desde luego la altura no aseguraba nada y Giordano era menor de edad. Cuando abrió la boca para preguntarle, el chico le empinó la botella en la boca, haciendo que casi se atragantara en el proceso.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora