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Verdad


—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó Marion, sentándose en la tapa de la taza del baño para discapacitados. Por la ubicación del mismo estaba seguro de que los pies de ninguno de los dos se veían desde fuera, pues el cubículo era de piedra y sólo la puerta estaba suspendida sobre el suelo.

—¿Pasando tiempo de calidad juntos? —preguntó evadiendo el tema, ganándose una mirada de advertencia por parte de Marion—. Oye, suena a broma, pero aquí es privado y podemos hablar sin que nos interrumpan.

—¿Es en serio? ¿En los baños? —el tono de ironía era claro en la voz del chico al igual que su postura, cruzada de brazos y con el ceño fruncido.

—Si, además, mi mamá no me puede encontrar aquí, no quiero que me eche la bronca por lo de la foto, ella no es dramática en ese aspecto, pero seguro que me da un sermón sobre beber con responsabilidad —un suspiro salió de sus labios—. No gracias.

Una risita divertida salió de los labios de Marion al recordar la expresión de la mujer un momento antes. Se iba a poner habladora en cuanto atrapase a su hijo y sería divertidísimo.

—Creo que pagaría por ver eso —comentó, negando con la cabeza. Giordano soltó un resoplido.

—Pues fíjate que no te va a durar mucho el gusto, porque ahora que eres mi novio también te va a tomar a ti cómo objetivo —dijo, sintiéndose un poco orgulloso cuando pronunció la palabra "novio".

—No me preocupa —Marion se encogió de hombros—. Siempre he hecho bien mi papel de niñera —había cierto tono de burla en su voz, también era un poco travieso.

—Me ofendes —espetó llevándose una mano al pecho, fingiendo que aquellas palabras le afectaban de algún modo.

—Repítelo hasta que te lo creas.

Giordano estaba por decir algo, cuando Marion le hizo una seña con los dedos para que guardara silencio. Aunque dijera que no le preocupaba la verdad era que no quería ser arrastrado a ninguna charla de madre e hijo en ese momento, por lo que le advirtió a Giordano por si se trataba de su padre haciéndole de abogado del diablo. Gio pareció entender el mensaje, callándose de inmediato y quedándose quieto en su lugar, preocupado de que el repiqueteo de sus zapatos pudiese alertar al recién entrado.

Dos pares de pasos inundaron el silencio. Marion se preguntó si alguno sería su padre, sin embargo, estos tipos se quedaron en silencio por un momento, luego uno se ellos suspiró de manera ruidosa, hubo un sonido extraño y después el olor a cigarro inundó el lugar.

—¿Quieres? —la voz fue inconfundible. Era profunda y cansada, se trataba de Marcello, cuyo tono de jovialidad habitual había desaparecido.

—No gracias —respondió la otra persona, quien se escuchaba como un hombre maduro. Giordano abrió los ojos de par en par, él reconoció la voz antes que Marion.

—¿No hay nadie aquí cierto? —preguntó Marcello. Casi de inmediato pudieron ver la sombra de alguien asomándose bajo las puertas. Giordano retrocedió con mucho cuidado, observando a Marion con expresión confundida. Este volvió a encogerse de hombros, preguntándole por medio de señas y vocalización si debían salir de ahí. Gio se lo pensó un momento y luego negó con la cabeza, el tal Marcello era un metido y seguro no se aguantaría los comentarios disque graciosos sobre la situación. Marion asintió, retrayendo los pies para no delatarse.

—¿Y bien? —preguntó el desconocido—. ¿Hablaste con el muchacho? —la pregunta sonó cómo un asunto de gran importancia. Los chicos no pudieron evitar interesarse en la conversación.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora