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La boca de Marion estaba abierta de sorpresa. Los chefs de Marcello trabajaban como dioses en la cocina, movían los sartenes y había fuego saliendo de ellos.

Era como ver un espectáculo en la tv, excepto que todo aquello estaba pasando en vivo y en directo.

—Es impresionante —murmuró sin parpadear.

—¿En serio? —preguntó Giordano, adoptando una expresión aburrida—. Así te vez tú cuando cocinas —afirmó, encogiéndose de hombros. Marion le miró como si estuviera loco.

—No —aseguró, con un tono de incredulidad que hizo sonreír a Gio. Siempre era igual con Marion, él era muy serio con las cosas que le gustaban, lo conocía bien, por eso estaba siendo tan consciente de la manera en que evitaba el contacto desde esa mañana. El muchacho le había dicho que lo perdonaba, pero no estaba tan seguro de que fuera a hacerlo. Marion aún estaba dolido y él no tenía idea de que hacer para remediarlo.

A pesar se encontrarse en medio de un encargo importante, no habían podido salir de su burbuja. No era muy difícil de notar que los rodeaba una atmosfera un poco incómoda.

La mirada de Marcello se había mantenido atenta en ellos, notando la como Giordano enredaba su meñique de vez en cuando con el de Marion y este lo rechazaba. A pesar de la evidente atracción que sentían por el otro, las cosas no estaban yendo bien entre ellos.

Mientras comían, el cantante les acribilló con preguntas sobre su "ordinaria vida" al tiempo que alardeaba de las maravillas que su carrera le había dejado. Giordano encontraba agradable la conversación porque le ayudaba a distraerse de la situación con Marion y al mismo tiempo atenuaba el ambiente entre los dos.

—Entonces ¿Eres amigo de Romeo? —había preguntado Gio con interés, en uno de los reducidos espacios que Marcello le dejó para hablar.

—Claro —el hombre sonrió—. Lo conocí en uno de los conciertos que dio en París, también conozco a su pareja, un muchacho con mucha clase —agregó, recordando todos los ademanes de Julian, tan típicos de las familias de dinero, tenía esa aura de quien está acostumbrado a la opulencia. A Marcello le había agradado de inmediato, le simpatizaba Romeo por su talento, pero podía pasar horas hablando sin parar con Julian.

—¿Julian? —preguntó Giordano levantando una ceja—. Si, supongo que lo es —aunque él sólo podía recordar al energúmeno mamarracho con el que hablaba todas las semanas. Quizás era porque ellos solían hablar después del trabajo, pero Julian siempre lucía ojeroso, despeinado y con el traje mal puesto ¿Un muchacho con clase? Aquello no convencía a Giordano.

—Y además, con muy buen gusto —agregó Marcello, recordando que el chico era fanático suyo.

—No lo puedo negar —Giordano levantó una ceja mientras lo decía. No tenía idea quien era la persona de la que le estaban hablando, pero no lo conocía de nada.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora