Marion no era mucho de viajes, a diferencia de Giordano él prefería permanecer quieto, de ser posible, vivir en un mismo sitio toda la vida. Las mudanzas eran algo que detestaba, no porque le costara trabajo adaptarse, más bien odiaba todo el proceso de empacar y desempacar. Era bueno haciendo maletas, pero no le gustaba porque siempre terminaba deshaciéndose de cosas que había planeado conservar toda la vida.
No podía evitarlo, su lema de vida era "practicidad en todo momento".
Sin embargo, luego de observar aquella ciudad, sintió que podría, fácilmente, viajar cada fin de semana si se le presentaba la oportunidad.
Cuando llegaron era de madrugada, alrededor de las dos de la mañana, pero la terminal estaba llena de gente. Al asomarse hacia la calle principal, pudo notar que la oscuridad no alcanzaba a tragarse al mundo. Había personas llegando en taxis y yéndose en grupos, como rebaños desordenados en busca de su camino. Las luces de los edificios y los locales alrededor conseguían mitigar la sensación de vacío en las calles, pues parecía todo tan vivo como si se encontrasen a media tarde.
Extrañamente emocionado, tomó su maleta y se dirigió a la zona de taxis, donde Giordano se le adelantó para hablar con uno de los choferes y discutir el precio del viaje y la dirección del mismo. Aquella acción tomó a Marion desprevenido, pues estaba muy acostumbrado al enorme desastre Evangelísti, que dejaba todas las formalidades en manos de Marion.
Confundido, observó al muchacho, notando como ladeaba el rostro y hacía gestos al hablar. Se veía igual que el Giordano de toda la vida, sin embargo, había algo diferente en él, quizás su aura era un poco más madura. Era muy poco usual que el chico pareciera saber lo que estaba haciendo, así que la visión resultó confusa para él.
Mientras contaba las pecas en el cuello de Giordano, este se giró, mirándole con sus bonitos ojos verdes.
—Vamos Marion, dice que puede llevarnos.
Tardó un par de segundos en salir de su ensoñación. Sin embargo, cuando lo hizo no pudo evitar sentirse avergonzado por la manera en que miraba al muchacho. Su corazón casi se sale de su pecho de solo pensar en que Giordano fuese a enterarse de sus sentimientos. Nervioso, se apresuró a subir su maleta en la cajuela sin decir nada.
Una vez dentro del taxi, se limitó a mirar por la ventana mientras intentaba ignorar a Giordano, que descansaba la cabeza sobre sus hombros, hablando sin parar y tratando de llamar su atención. Era una de las cosas buenas y malas del muchacho, su necesidad de estar en contacto era la principal razón por la que seguían siendo amigos. Tarde o temprano, Giordano siempre terminaba llamando por teléfono o yendo a buscarle.
Siendo de naturaleza cariñosa, pero duro en sus acciones, para Marion resultaba complicado perseguir a una persona, aunque quisiera hacerlo. Aquello había cambiado cuando sus sentimientos por Giordano comenzaron a volverse más fuertes, el chico tenía una personalidad que le permitía expresarse sin sentirse avergonzado. Era un sentimiento muy parecido al que tenía al hablar con Joseph, ellos eran afines, aunque no lo admitieran, sin embargo, existía un abismo de diferencia entre la relación que tenía con Jo y con Dano.
—¿En qué piensas? —preguntó Gio, picándole la mejilla con el dedo índice. Hacía un rato que se había dado cuenta que el chico no le prestaba atención y había cambiado de estrategia.
Marion, sin embargo, solo suspiró sin decir nada. Giordano se quedó esperando su respuesta por un largo rato y cuando estaba a punto de insistir, Marion se giró a verle.
—Joseph es un pesado —dijo con el ceño fruncido, recordando que gracias a él estaba en ese maldito viaje.
—Eso no es ninguna novedad —respondió asintiendo con la cabeza. Jo era conocido por todo el instituto como el chico perfecto. Guapo, amable, de buena familia y muy inteligente. Las personas recurrían a él todo el tiempo cuando tenían problemas y siempre terminaba haciendo más trabajo que todos los demás chicos. No había nadie que se le comparara Joseph en cuestión de excelencia hasta que Marion se había mudado a la ciudad. Justo por eso, aquellos dos iniciaron su relación con el pie izquierdo y se transformaron en la piedra en el zapato del otro.
Joseph era un pesado con Marion y Marion era un pesado con Joseph. Así estaba la cosa.
Claro, Jo tampoco quería demasiado a Giordano, principalmente porque este había insistido en ser un pretendiente activo de Nina cuando recién había llegado a la escuela. En ese entonces Nina y Jo aún no estaban saliendo, pero a este último se le salían los ojos de la rabia cuando veía a Giordano cerca de la chica.
Había sido divertidísimo.
Lo malo era que ahora él se estaba sintiendo un poco como Joseph. No era que le gustara Marion, no, claro que no, no era eso. En realidad, estaba celoso porque estaba acostumbrado a ser la persona más importante en la vida de Marion después de su padre. Sin embargo, ahora estaba Jo, quien peleaba sin parar con el chico, atrayendo su atención de golpe. Era, además, muy del tipo de Marion. Los dos alumnos de excelencia y estaba seguro de que serían grandes amigos de no ser por su eterna rivalidad.
De hecho, incluso ahora, aunque decían no llevarse bien se la pasaban hablando por teléfono todo el puto tiempo. Marion tenía una hora libre y corría a la sala del concejo con Joseph, amanecía y ya los tenías mandándose mensajes y cuando estaba en la casa hablaban al menos media hora antes de la cena. ¡Aquello era demasiado! Estaba seguro de que, si miraba los números recientes del teléfono de Marion, ahí, hasta arriba, se encontraría Joseph.
—Por lo menos tiene novia —murmuró enfurruñado, cruzándose de brazos.
—¿Que? —preguntó Marion, sin llegar a entender lo que había dicho.
—Nada —negando con la cabeza soltó un suspiro—. Oye Marion, si estuvieras en el Titanic y todos los chicos de la escuela se estuvieran ahogando y sólo tuvieras un salvavidas ¿A quién se lo darías?
—¿A qué viene eso? —confundido por el repentino planteamiento, Marion le miró con el ceño fruncido.
—Es un dilema —aclaró, mostrándole los dientes en una sonrisa exagerada.
—Mmm —Marion se lo pensó un momento y luego asintió—. A Joseph, por supuesto.
—¿Y yo? —preguntó frunciendo el ceño.
—¿Tú? —una risita se le escapó de los labios y alborotando sus rizos en una seña despreocupada—. Después de que salve a Jo, pensaremos en una manera de sacarlos a todos del agua, incluso a ti, cabeza de zanahoria.
—Claro —respondió ofendido—. Si no me ahogo primero.
Dato de vital importancia: ¿Sabías que...? Marion odia las mudanzas, y es bien sabido que una persona puede pasar por procesos psicológicos de luto durante diferentes situaciones incluso aunque no haya muerto nadie, por ejemplo, durante las rupturas, el cambio de auto y por supuesto, las mudanzas.
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El camino de Giordano (LCDVR #3)
Teen Fiction(LGBT+) Giordano se ha vuelto un adulto. El viaje en carretera con Romeo y Julian fue su último verano como un niño despreocupado. Después de eso le siguieron dos años enteros de trabajo, escuela y el estrepitoso cambio luego de que su madre volvier...