Tomé unas cuantas respiraciones antes de que mis acompañantes me alcanzaran. Carla se veía realmente perdida y el hombre le explicaba que era probable que estuviera sufriendo un ataque de pánico. Cuando recupere la voz les expliqué a ambos lo que me ocurría.
Mi novia pareció sorprendida e informó que no tenía idea de aquello aunque yo hubiera podido apostar que se lo había comentado. Luego se dirigió a un quiosco cercano para comprarme un jugo mientras el hombre me ayudaba a ponerme de pie para regresar al edificio, aún llovía y no me había percatado de aquello.
—Todavía puedes aceptar el departamento compartido —sugirió indicándome que me siente en el lugar que había dejado disponible el conserje.
—Lo lamento, creo que esto de los edificios no es lo mío —confesé mirando la hora, apenas pasaban de las 2 de la tarde. Todavía tenía unas horas más para conseguir lo que fuera antes del viernes. —Te puedo dejar mi número de contacto, si se desocupa alguno en planta baja puedes llamarme —reí.
—El departamento de Nicolás está en el segundo piso —se apresura a decir. —Él también es un muchacho mayor del promedio de los que viven aquí, no creo que tengan problemas de convivencias.
—Continué —lo invité un poco interesado.
—Pero hay algo sobre él —dijo de inmediato bajando la cabeza con pesadez. —Él tiene un mal hábito y no está dispuesto a dejarlo, incluso ofrece pagar el 75 por ciento del alquiler con tal de no dejarlo.
—¿Es decir que yo sólo pagaría menos de la mitad del total? —consulté sorprendido y a la vez animado. Eso sonaba bien. Pero había un problema. —¿Cuál es el "mal hábito"?
—Él fuma. No sé qué, pero fuma y no lo va a dejar. Cuando comenzamos el contrato lo dejó claro y a mí me pareció bien... claro que no pensé que costaría tanto conseguirle un compañero.
—¿Drogas?
—No lo sé. Pero al ser un departamento compartido, con habitación compartida la cuestión se complicó un poco.
—¿Pero él luce como un buen muchacho o es un poco problemático?
—No, no. Nicolás es lo más tranquilo que existe, quizás porque fuma... —continuó pensativo. Yo reí. Bueno, podría ahorrarme algo de dinero y empezar terapia porque era evidente que la necesitaba. Además si no me gustaba me podría ir ¿No?
—¿Puedo tener así como tres meses de prueba sin que me cobren algún tipo de multa?
—Oh... esta es la mejor oferta que he oído hasta ahora —dijo de inmediato tendiendo su mano a la mía para cerrar el trato. —¿Podrás soportar un segundo piso?
—Supongo...
Mientras esperábamos el regreso de Carla, el hombre, ahora llamado Sergio, llamó al muchacho para informarle que pasaríamos a ver el departamento. Nicolás le dijo que no se encontraba en el lugar pero que no había problema que en que pasáramos, pero sí le recordó de manera poco amable que no dejaría de fumar. Sergio sólo rió y le dijo que había aceptado sus términos, pero debía pagar más por sus condiciones. No sé cuál fue su respuesta, momentos después nos dispusimos a subir los dos pisos. Carla subió en el ascensor y nosotros dos fuimos por las escaleras, quizás más adelante, pero por el momento no me encontraba en condiciones para volver a subir por él.
Carla nos esperó en la puerta de lo que sería mi nuevo hogar. 2A.
En cuanto entramos nos sorprendió a todos, incluso a Sergio, el orden que había. Todo estaba en su lugar, estaba limpio y no había olor a cigarrillos o a algo más. Eso me gustó. No habían fotos como para tener una primera impresión de mi compañero, pero sí habían muchos cuadros en las paredes y todos eran de buen gusto. Tal vez y sólo tal vez él y yo nos llevaríamos bien.
No era muy espacioso, pero no estaba mal y la habitación era amplia, tanto como para no sentirme invadido en mi espacio personal. Me gustaba la idea, me gustaba el lugar y me había decidido.
Carla no estaba muy de acuerdo, a pesar de que tendría mi propio espacio, ella estaba preocupada por sus visitas que seguramente se restringirían más de lo deseado, pero la tranquilicé diciéndole que sólo sería por un tiempo, hasta que pudiera acomodarme y mudarme a un lugar mejor.
Al día siguiente, durante la mañana realizamos la mudanza.
Lo hicimos en un solo viaje porque no es como si tuviera muchas cosas: un par de cajas con libros, dos valijas con ropa y un par de cajas más con utensilios y demás. No tenía ni un mueble, no lo necesitaba.
Yo quería subir por las escaleras pero mi novia me convenció de tomar el ascensor dado la cantidad de cosas que cargábamos. Respiré profundamente un par de veces antes de ingresar y cerré los ojos durante el corto trayecto.
Estaba ansioso, el muchacho llamado Nicolás nos esperaría para poder conocernos, habíamos hablando por mensajes y él parecía una buena persona. Ojala no me equivocara.
Carla fue quien abrió la puerta largando un suave y amable "Permiso". El muchacho se encontraba de espaldas, mirando la televisión que procedió a apagar de inmediato mientras nosotros ingresábamos mis pertenencias.
Lo observé detenidamente en cuanto estuvo cerca. Lo observé con descaro cuando sus ojos pardos se fijaron en los míos.
Él dejó de caminar de inmediato y me devolvió la mirada. No podía leer si estaba sorprendido, o estaba perdido, como me sentía en ese momento. No sabía qué estaba pensando él, yo por lo menos no podía pensar demasiado.
Yo apenas estaba respirando, ni podía pestañar.
Habían pasado 7 años, dos meses y 3 semanas desde la última vez que nos habíamos visto. Pero él no había cambiado mucho desde de ese entonces. Estaba un poco más alto y bastante más fornido, pero sin dudas era él.
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Temporal: Pasado Presente.
RomanceIan tiene muy en claro que hay cosas del pasado que no se pueden cambiar, pero también sabe que él tiene la habilidad de congelar algunos recuerdos y es feliz viviendo de esa manera. ¿Qué pasará cuando uno de esos recuerdos aparezca en el presente...