38. ¿Era un secreto?

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No había que ser muy inteligente para saber que la propuesta que yo le había hecho a Nash traería más de un problema y no se harían esperar mucho. Nash siempre había sido más centrado en todo sentido, pero frente a mí era difícil que oculte sus celos. Yo en cambio no podía evitarlos, mucho más en ese momento que poco a poco volvía a ser mío y temía terriblemente volver a perderlo.

—¿Tienes clases hoy? —consulté un miércoles por la mañana cuando rápidamente salía de la cama con dirección a su placar.

No dormíamos juntos, estábamos lejos de eso. Compartir la casa no cambiaba muchas cosas, por ejemplo que aún no estábamos listos para ser una "verdadera pareja" de esas que comparten la cama, o se dan los besos de los buenos días o todo eso. Incluso desde el día en que aparecieron mis padres no había pasado nada más entre nosotros, ni un beso, ni un abrazo. Nada. Y habían pasado casi dos semanas.

—No, tengo que llevarle un trabajo a Alex para que lo entregue —respondió desinteresadamente sin parar de revolver su ropa hasta que encontró el jean que buscaba.

—¿Te acompaño? —consulté sin siquiera pensarlo. Nash dejó de moverse y me miró con sorpresa. —Quiero decir, no tengo nada que hacer y después podemos ir a hacer algunas compras. Casi no tenemos comida.

—¿Quieres ir a la casa de mi enamorado? —quiso saber con tono punzante. Lo miré entrecerrando los ojos y me giré para darle la espalda, había descubierto que no eran novios, pero también me había confesado que Alex era la persona que le gustaba en ese momento. —A mí no me gustaría ir a la casa de tu novia...

—Olvídalo.

—Oh vamos... —rió acercándose a mi cama. Se sentó a mi lado y comenzó a jugar con mi cabello. —Puedes ir si quieres, pero ten por seguro que cuando vayas ver a Carla no quiero ir contigo.

—No, está bien. Quizás necesites un tiempo a solas con Alex, no tengo que ir.

—Vamos Nippon —insistió convirtiendo su juego en algo más brusco hasta que consiguió que me diera vuelta para poder mirarlo. —Puedes venir conmigo, sólo voy a entregarle el trabajo.

Se puso de pie y fue por su remera.

—Pero debes apurarte porque ya se me hizo tarde.

No esperé mucho para levantarme, me vestí con rapidez y lo seguí a la cocina donde terminaba de preparar un mezquino desayuno. Ni siquiera nos sentamos a tomarlo, de verdad él estaba apurado.

Alex no vivía muy lejos de nuestro departamento. Aparentemente todos había elegido lugares cercanos a la facultad.

Caminamos en silencio durante todo el camino y cuando llegamos nos recibió un malhumorado Milo. Al principio me sorprendió, yo pensaba que ellos no vivían juntos pero a decir por la actitud del chico él vivía con Alex. Nash no pareció sorprenderse con su presencia e ignoró como un profesional la cara de pocos amigos del muchachito.

—Alex se está bañando —fue su saludo antes de permitirnos pasar.

Nash asintió una vez y se dirigió de inmediato al cuarto de baño. Yo por mi parte me quedé parado en medio de la sala para poder observar el lugar con atención. Nada muy grande, muy ordenado y de colores aburridos. Para estudiar diseño gráfico él no tenía mucha imaginación.

—Síentate Ian, van a tardar un poco —indicó Milo desde el sillón.

Me dirigí en silencio y me senté con incomodidad junto a él que rápidamente tomaba de regreso el libro que parecía estar leyendo.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora