35. Noción de tiempo.

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Él no estaba esperando nada, se estaba tomando su tiempo, lo estaba disfrutando. A diferencia de mí, Nash lo estaba tomando con calma cuando lo único que yo quería era que se apresurara.

Llevó sus manos a mi cinturón y desabrochó despacio para luego quitar la prenda con igual lentitud.

Yo fui rápido por su ropa provocándole una oleada de carcajadas, lo que sucedía era que él no entendía cuanto lo había extrañado.

Fue raro encontrarme con su cuerpo desnudo, era desconocido y conocido a la vez. Por supuesto había cambiado desde la última vez que habíamos estado juntos, pero las cosas que me gustaban seguían estando ahí. Los lunares alrededor de su ombligo, la mancha de nacimiento en su franco, aquella cicatriz en su pecho. Mis manos y mis labios fueron de inmediato a ellas, para reconocerlas, para volver a sentir la sensación que me producía tocarlas.

Nash esperó paciente con una sonrisa seductora pintada en su rostro. Lo miré por varios minutos, no podría decir cuántos, hasta que finalmente decidí que estaba listo. Tiré de su cuerpo y lo guié hasta recostarnos una vez más en la cama.

—Estoy listo.

—¿Estás hablando en serio? —consultó sorprendido pero lleno de alegría a la vez.

En aquel tiempo cuando habíamos estado juntos nunca había dejado a Nash ser quien tomara el mando. En aquel tiempo sólo habían sido toquetos, sexo oral y muchas, muchas masturbaciones. Él había cedido a ser el bottom pero yo nunca accedí a eso tampoco. Si estábamos juntos quería que fuera Nash quien me tomara, no al revés.

—¿Sabes como hacerlo no? —consulté con cuidado. A pesar de saber que no estaba en pareja con Alex no quitaba que él no hubiera estado con otras personas. Asintió y estiró su mano a la mesa de luz de donde sacó una caja de condones y una pequeña botella, supuse, de lubricante. —¿Te has convertido en un experto?

—Han pasado muchos años y muchas cosas Nippon —fue su tranquila respuesta antes de sonreírme y volver a mis labios.

Tímidamente le pedí que apagara la luz. A pesar de haber estado juntos muchas veces, el tiempo había pasado y todo parecía haberse reiniciado. Él accedió amablemente y luego volvió a mi lado donde poco a poco y con cuidado, comenzó a preparar todo para no lastimarme, según lo que me explicó.

Luego de eso no habló mucho. Nash se concentró en encontrar el punto exacto de estimulación y cuando lo hizo, cuando fui yo quien se lo hizo saber porque un gemido escapó inconscientemente de mis labios, sonrió porque por fin todo estaba listo.

No puedo explicar qué sentí en el momento en que él comenzó a ser uno conmigo. Siempre pensé que sería un dolor horrible, traumático, y por eso nunca había cedido. Pero no fue así. Nash fue cuidadoso y delicado conmigo, fue despacio y no sentí más que placer.

Me aferré a su espalda con fuerza cuando finalmente nos conectamos por completo y fui yo quien moví mi cadera para indicarle que podía comenzar a hacerlo. Fueron increíbles las sensaciones que me hizo sentir con cada movimiento y aunque para mí fue una eternidad quizás fueron sólo un par de minutos porque él no dejaba de disculparse conmigo y decir que había esperado tanto para eso que no había podido aguantar mucho más. Lo besé para que se tranquilizara y dejé que él me tocara para que sea yo quien pudiera llegar al orgasmo.

Un poco después volvimos a acariciarnos y volvimos a hacer el amor. Esta vez duró un poco más, ahora él estaba un poco menos ansioso y los dos alcanzamos el clímax al mismo tiempo. Sinceramente no podía creer cómo era que había esperado tanto tiempo para aquello, eso había sido realmente maravilloso.

Nash se durmió abrazándome más fuerte de lo necesario. Yo por mi parte me quedé recostado en su pecho, escuchando el latir tranquilo de su corazón por mucho rato. Quizás me dormí también, quizás no, pero para cuando él despertó me dio la sensación que no había mucho rato, aunque claro que cuando estaba con él perdía, literalmente, la noción del tiempo.

—¿Cómo estás? —consultó en un susurro. Como si fuera un secreto. Giré mi rostro a él y le sonreí.

—Bien. ¿Cómo estás tú?

—Espléndido.

—Eso es fantástico —sonreí besando su mentón antes de acurrucarme aún más contra su cuerpo. —Lo lamento tanto...

—¿Qué lamentas? —quiso saber con urgencia.

—No haber permitido que estemos juntos antes. Estaba aterrado y en realidad —largué una carcajada nerviosa —fue realmente grandioso.

—¿Mejor que estar con una mujer?

—¿En serio lo preguntas? —reí acariciando su pecho. Él asintió una vez invitándome a responderle. —Claro que fue mejor. Mucho mejor.

—Lo sé.

—Engreído.

—Como siempre. Te extrañé también Nippon.

No pude mirarlo al escuchar aquello. Me llenó de tanta felicidad que sentía que podía llorar en cualquier minuto. Cerré los ojos para que las lágrimas no escaparan de mí y respiré profundamente varias veces mientras una de sus manos acariciaban mi cabello.

Nash esperó pacientemente a que me tranquilizara y luego me obligó a ponerme de pie para ir por una ducha. Lo seguí obedientemente y dejé que él se encargara del proceso aunque claro que yo ayudé a enjabonar su cuerpo también. Eso sí solíamos hacerlo, todo el tiempo en el pasado, y se sentía tan nostálgico que me llenaba de felicidad.

—Te has convertido en un chico sexy Nash —observé cuando secaba su cuerpo para poner su ropa. De verdad él era un muchacho demasiado atractivo.

—Siempre fui sexy Nippon —rió tirando su toallón a mi rostro para que dejara de babear por él. —Sólo que tú estabas un poco ciego.

—Siempre me pareciste lindo, en el buen sentido, pero ahora estás como... Sensual, no lo sé.

—Detente —rió con vergüenza tirando su mano para llevarme a la otra habitación donde me indicó que nos sentáramos en el sofá para acurrucarnos allí.

No podía comprender cómo habíamos pasado tanto tiempo sin poder estar uno encima del otro como en ese momento. Era físicamente imposible que volviéramos a separarnos de ahora en más. O por lo menos era lo que pensaba en aquel momento.

Nash puso una película, la verdad es que no presté atención ni al nombre ni a la trama de la misma. Me distraje jugando con sus dedos en los míos lo que duró y mi cara llegó a adormecerse al permanecer apoyado en su hombro. Quizás su cuerpo estaba adormecido también pero no dijo absolutamente nada, se quedó allí a mi lado besando esporádicamente mi cabello para hacerme saber que mi presencia no pasaba desapercibida.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora