30. Totalmente atrapados.

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Luego de cenar me despedí de Ian y salí del lugar. Por ese día, y por los siguientes no quería permanecer a su lado. No quería verlo, no quería tener nada que ver con él. No tenía miedo de lo que me pudiera decir, tenía miedo de mí, de mis reacciones. No podía hablar con él lo que la muchacha me había dicho no porque ella me hubiera pedido que guardara el secreto, eso era lo que menos me interesaba, no quería que Ian reconociera que había amado a otro hombre y quizás aún lo hacía.

Fui a casa de Alex. Caminé despacio y tardé mucho más del tiempo del necesario. Él nunca tenía problema de recibirme allí, había pasado semanas viviendo en su hogar sin ninguna razón concreta y siempre se había mostrado feliz por mi presencia. Un defecto de Alex es que no podía estar sólo, nunca, lo odiaba.

Toqué la puerta y esperé pacientemente mientras las vecinas me miraban divertidamente. Todo el edificio sabía que él era gay y cada vez que alguien iba a visitarlo se generaban rumores de los más divertidos. Por lo que pude oír en ese momento el tema del día sería el encuentro de sus dos amantes.

El que abrió la puerta no fue Alex y allí entendí el cotilleo. Milo me miró sorprendido y luego me invitó a pasar.

—¿Alex?

—Fue a comprar cigarrillos —avisó apáticamente caminando delante de mí para volver a donde estaba antes de mi llegada. Se sentó en el sillón y tomó su computadora. —No me dijo que venías.

—No le avisé que lo haría.

—¿Quieres que me vaya?

—Oh... tenías pensando quedarte —deduje recibiendo una mala mirada de su parte. Le sonreí para tranquilizarlo y le di una negativa con la cabeza. —¿Te quedaste anoche también?

—Sí.

—Pensé que tenías esa regla de volver siempre a tu casa.

—¿Acaso estás celoso marica?

—Qué simpático, en serio.

Mi relación con Milo nunca había sido de las mejores. Nos llevábamos bien, no había duda en eso, pero su homofobia me ponía de mal humor y más el hecho de que él no la ocultara ni un poco.

Cuando Josh nos presentó al chico no podía creer que él accediera a juntarse con nosotros. Quiero decir, si él odiaba a los gays ¿cuál era el sentido de ser nuestro amigo? Pero Josh dijo que a pesar de todo él era un buen muchacho y en ese momento estaba solo. Necesitaba de nuestro apoyo aunque nunca llegué a entender porqué se encontraba en esa situación, ni pregunté tampoco.

Sabía muy poco sobre él. Era muy reservado con respecto a su vida en general y yo no me caracterizaba por ser alguien chismoso. Con quien hablaba más era con Alex pero creo que tenía que ver con el hecho de que la personalidad de Alex era completamente distinta a la mía o a la de Josh, más cuando tenía que ver con esa extraña criatura llamada Milo.

Por alguna razón siempre me dio la impresión que Alex y Milo se conocían desde antes, pero nunca lo pregunté y ellos nunca lo comentaron. Josh lo había insinuado alguna vez también pero nunca llegó a ser un tema de conversación.

—¿Cómo está el chico?

—¿Qué chico? —consulté levantando mi mirada del teléfono para observarlo. Él generalmente no hablaba mucho conmigo.

—Tu compañero de dormitorio. Anoche no se veía muy bien.

—Oh... sí, él está bien. Ian nunca ha sido bueno con respecto al tema del alcohol y anoche bebió mucho.

—¿Nunca?

—No, no le gusta. Sí salir y esas cosas pero con un vaso de cerveza siempre estuvo bien.

—¿Siempre? —levanté mis ojos a él y me miraba extrañado. —¿Desde cuándo lo conoces?

Lo miré abriendo mi boca para contestar pero no sabía que decirle. Disimulé sacando un cigarrillo mientras pensaba qué responder a eso hasta que llegué a la conclusión que seguir con lo que le habíamos dicho a la novia de Ian era lo más correcto.

—Fuimos compañeros en la secundaria.

—¿Realmente?

—Sí, no éramos amigos, verás que nuestros "estilos" no son muy parecidos, pero sí conocidos. Tú sabes que el tipo de persona como Ian no pasa desapercibido.

—¿Por qué? —continuó enervándome los nervios. ¿Por qué estaba tan curioso con respecto a Ian?

—¿Por qué, qué?

—¿Qué tiene Ian que no pasaría desapercibido?

—Oh, no ahora claro —continué con incomodidad. —Me refiero en esos tiempos de secundaria cuando todo es descontrol, él era muy centrado. Creo que lo vi alguna vez borracho y fue un desastre. Por eso sabía que no le gusta beber.

—Pensé que lo decías por otra cosa —observó desinteresado volviendo a la pantalla de su notebook. —Pensé que te gustaba en ese tiempo. Ian es muy atractivo.

—¿Disculpa?

—Oh vamos, me vas a decir que no te diste cuenta —continuó con burla. —Josh y Alex estaban totalmente atrapados por él anoche.

—¿Estás loco?

—No. Sólo soy una persona observadora —volvió a verme y me sonrió de lado. —Es más, podría decir que tú también lo estás.

—Milo, tú

Cerré la boca justo a punto de explotar. La llegada de Alex me salvó. Pero supe por la sonrisa de Milo que él se había dado cuenta de aquello, porque yo siempre estaba calmado y en ese momento mi rostro debe haber estado rojo de rabia ante su provocación. Cosa que antes, a pesar de haber sido muchas veces, nunca lo había conseguido.

—Hey, no sabía que venías —saludó dejando una bolsa de compras en la mesa antes de acercarse a saludarme.

—Yo tampoco —aseguré tendiendo mi mano a él. 

—¿Pasó algo? —consultó sentándose a mi lado.

—No, nada. Sólo que Ian me pidió esta noche para compartir con su novia —mentí relajadamente. —Pensé en quedarme aquí.

—Sólo hay dos camas —dijo Milo rápidamente.

—Sólo necesitamos dos —aseguró Alex guiñándole un ojo.

—Sí, como sea. Me voy —avisó Milo poniéndose de pie.

—¡Oh vamos! —exclamé interceptándolo en su camino. —Sólo me quedaré un rato y después me iré, no hace falta que te vayas Milo. No seas estúpido.

—Tiene razón Milo, sólo jugaba contigo —suspiró Alex. Sinceramente no entendía cómo era que le tenía tanta paciencia. Milo era insoportable. —Además está el sofá ¿No? Nos podemos acomodar.

—No, está bien —aseguré volviendo a mi lugar cuando el chico también lo hizo. —Le avisaré a Ian que vuelvo a la madrugada. No hay problema.

—¿Estás seguro?

—Sí —sonreí a Alex que me devolvía una mirada de disculpa.

Esa noche permanecí hasta pasadas las tres de la madrugada. Me despedí de ambos y salí a la calle. Por supuesto no iría de vuelta al departamento, era una necesidad física mantenerme alejado de Ian el mayor tiempo posible. Saqué mi teléfono y le marqué a la persona que me había soportado muchas veces antes. Quizás la persona que más sabía de mí, incluso mucho más que Josh. La que me había recibido la última vez la semana que había desaparecido de la vida de todos hasta que mi compañero de cuarto me contactó.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora