37. Tiempo al tiempo

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Servimos las facturas con el café mientras Nash seguía su conversación con mi madre. Yo me dignaba a sonreír de vez en cuando y responder sólo cuando la pregunta iba a dirigida a mí.

Yo sabía que mamá y mi compañero se habían dado cuenta que algo andaba mal pero no lo hablaría en ese momento, menos frente a Nash. Pero por supuesto, los planes de mi papá nunca han sido los mismos que los míos.

—Tuvimos una breve charla con Ian —informó el hombre obligándome a bajar la mirada a mi infusión. —Ya lo habíamos hablado con Patricia, y dado que Ian no opuso resistencia, la decisión de que vuelva a su antiguo departamento está tomada.

—¿Qué habías hablado conmigo Nicolás? —quiso saber mamá con tono amenazador. —Creí que habíamos decidido que por primera vez en la vida Ian tome las riendas de su vida.

—Pero dado que no queremos hacerlo sufrir más de lo necesario, le daremos una

—No —mamá se puso de pie de un salto y le indicó la puerta a papá. —"Lo que hablamos" deberemos hablarlo una vez más. Ahora nos debemos ir.

—¿Pero y las facturas? —consultó mi padre que ante una segunda mirada de advertencia siguió a la mujer fuera del lugar. Tan, tan rápido que olvidaron despedirse de nosotros.

Yo respiré aliviado cuando cruzaron el umbral y me recosté cómodamente en el sofá. Eso había sido estresante.

—¿Qué fue eso de "la charla"? —consultó Nash con cuidado. Moví mi mano en señal de que deje el tema, pero por supuesto que él no lo haría.

—Papá no me quiere cerca de ti, eso es todo. Me advirtió hace mucho que no te volviera a hacer daño y por eso quiere que me vaya a vivir a otro lado.

—Oh...

—Creo que inventó la charla con mamá para que no fuera algo tan evidente, pero no resultó —sonreí con calma. —Yo le dije que no quería irme, pero me llamó egoísta.

—¿Egoísta?

—Sí, porque dice que quiero conservar a ambos, a ti y a Carla.

—¿Y tú que quieres hacer? —quiso saber con seriedad cortando mi diversión. Digo, a mí me había parecido gracioso lo que había dicho papá pero ahora que lo pensaba con detenimiento era bastante acertado. —Nippon.

—No me digas así —dije de mala gana acercándome a mi café ya frío y las deliciosas facturas. —No me gusta ese sobrenombre.

—No me cambies de tema.

Respiré profundamente, me metí una factura a la boca la cual mastiqué con lentitud y luego le di un trago a mi fría infusión.

—No me quiero ir del departamento. No quiero dejarte —dije sin mucha vuelta porque era exactamente lo que sentía. —Cuando papá lo dijo me inundó una ansiedad tremenda porque después de lo que pasó con nosotros no quiero alejarme de ti.

—¿Y Carla?

—Sí, eso —dije incómodo. No quería que Nash se enojara conmigo, no en ese momento. —Yo quiero a Carla ¿Sabes? A pesar de todo lo que pienses ella no es una mala chica, no puedo terminar con ella así como así ¿No?

—Claro que puedes —afirmó de inmediato y con gravedad. —Si quisieras podrías.

—Tienes razón, pero no lo voy a hacer. No de esta manera... no es justo. Tomaremos las cosas con calma ¿De acuerdo?

—¿Como hace un par de horas cuando nos acostamos a pesar de que estás en una relación con ella?

—Nash —lo calmé con dulzura pero él sólo desvió sus ojos de los míos. —Nosotros ni siquiera sabemos cómo irá esto de ahora en más... quiero estar contigo, eso es evidente, pero vamos despacio.

—¿No más sexo?

—Dejemos que todo fluya. No apresuremos nada.

—¿Tú no dejarás a Carla no? ¿Yo seré algo así como tu amante? —consultó poniéndose de pie, seguramente para huir. Pero me paré frente a él y lo sujeté por los hombros.

—Supongo que sí,—dije con cuidado intentando encontrar su mirada. —Pero sólo por ahora Nash, no es algo que sostendremos demasiado en el tiempo. Más aún porque estamos viviendo juntos y esto es... demasiado tentador.

—¿Cuánto tiempo? —consultó mirándome finalmente.

—Prometo que no será mucho.

Nash asintió poco convencido y acortó nuestra distancia dando un paso para apoyar su frente en mi hombro permitiéndome abrazarlo. De inmediato lo hice y besé su cabello. Era evidente que él no estaba contento pero podía ver que entendía el porqué de esperar, él y yo teníamos una historia tras nosotros y no podíamos deshacernos de ella así como así. Debíamos darle tiempo al tiempo, nos gustara o no. 

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora