17. Futuro Lejano.

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En la mirada de Josh no había rastros de maldad. Él estaba siendo sincero, lo que veía en mí era a una persona infeliz. ¿Pero me sentía yo realmente me sentía así?

—No quiero ser descortés —se apresuró a decir cuando todo se sumió en un incómodo silencio. —Pero no puedo ver la felicidad irradiando de tus poros.

—¿Qué tienen ustedes dos con eso de la felicidad? —consulté cuando supe que había recuperado la voz.

—Es importante ser feliz Ian —continuó Josh. —Siempre le pregunto eso a una persona cuando la conozco, supongo que a Nash se le pegó la costumbre ¿No? —mi amigo se encogió de hombros. —Pero sabes, él dijo que parecías feliz y yo no lo creo. Mírate: ojos cansados, ojeroso, piel reseca, desarreglado, flaco... Me gustaría poder ver dentro de tu corazón, apuesto que me diría muchas más cosas y por supuesto sumamente interesantes.

—Josh piensa que es psíquico. No le hagas caso —dijo Nash negando con su cabeza. —Él creía que yo era heterosexual cuando me conoció.

—¡Eso es una mentira! —exclamó rompiendo en fuertes carcajadas. —Te olía a kilómetros cariño, todo machote pero con esos aires de diva.

—Claro —se burló Nash tirando su brazo para revolver su cabello. Luego dirigió su mirada hacia a mí y sonrió. —Yo siento que eres feliz, no te preocupes por lo que dice esta persona.

—No lo hago.

—No parece —me retó con arrogancia.

Mantuvimos una pequeña batalla de miradas hasta que el carraspeo de Josh nos obligó a mirarlo. Sonreía, como siempre. ¿Es que acaso nunca se cansaba de estar tan contento?

—Será mejor que me vaya —aseguré poniéndome de pie y saludándolos con un movimiento de cabeza. —Nos vemos.

—Eso espero —saludó Josh con tono divertido mientras Nash le daba un pequeño golpe de advertencia.

Me apresuré a salir de allí antes de que el chico continuara con sus provocaciones y pronto estuve fuera del edificio. Allí, de pie frente a la puerta de saluda, se encontraba Carla.

La miré sorprendido y como respuesta obtuve una indicación para que la siguiera. Ella se encontraba en el vehículo de sus padres por lo que me monté a él en completo silencio. La observé de reojo mientras comenzábamos a movernos y me di cuenta que por primera vez no podía descifrar si se encontraba enojada o furiosa.

—¿Todo bien? —consulté con cuidado. Ella largó un suspiro y me dio una mirada fulminante. —Te expliqué por qué se me hizo tarde.

—¿Había llegado Nash? —asentí. —¿Por qué simplemente no dejaste a ese muchacho ahí?

—No lo conocía Carla, imagínate si no era quien decía ser.

—¿Qué hubiera pasado? ¿Les abría robado? —consultó sarcástica. —No es como si tuvieran muchas cosas.

—De todas maneras, no podía dejarlo ahí.

—Hace una semana que no nos vemos. Podrías haberlo hecho.

—Hablamos por teléfono todos los días —me apresuré a decir pero de inmediato me di cuenta que haber cerrado la boca podría haber sido la mejor opción.

—Lo dices como si fuera una molestia.

—Yo no dije eso.

—¿No? Pues sí sonó así. ¿Te molesta que te llame?

—No, Carla, por dios.

—Si quieres no te llamo más.

—Carla, en serio, basta —pedí comenzando a perder la paciencia. —Lo que quiero decir es que sí, te extrañé y extraño no tener mi propia casa, pero ahora debemos adaptarnos a esto. Pero creo que te extraño menos cuando hablamos por teléfono ¿No crees?

—No es lo mismo.

—Ya lo sé cariño, pero no puedes ir y quedarte conmigo como hacíamos antes.

—Tú podrías venir a mi casa.

—No con tus padres alrededor, sabes que no les agrado.

—Sí les agradas —me contradijo de inmediato y con gravedad. Pero ambos sabíamos que no era así. —Además ¿Por qué no puedo ir a tu departamento si de todas maneras Nash nunca está ahí? ¿O acaso es mentira?

—¿Por qué te mentiría con eso? —consulte con enojo. —Pero no puedo dejar que te quedes conmigo cuando él podría aparecer en cualquier momento ¿No?

—¿Por qué no? Él es gay, no es como si me viera en la cama contigo se fuera a tentar o algo así.

—No pasa por eso —dije apretando el puente de mi nariz. De a poco me comenzaba a doler la cabeza. —Sería molesto y yo no lo voy a hacer.

Ella se mantuvo algunas cuadras en silencio y luego suspiro.

—Ian no creo que esto vaya a funcionar —la miré un poco perdido y la invité a que continué hablando. —Creo que deberíamos ver la manera de irnos a vivir juntos. No me gusta esto de no poder verte cuando yo quiera, no me gusta no poder ir a tu casa porque tu compañero se pueda molestar, o que tú no vengas a la mía porque no quieres ver a mis padres. Además ¿Cuándo tendremos sexo Ian? ¿Dónde?

—Carla —rezongué con cansancio. —Cariño, en serio, encontraremos la manera pero no nos iremos a vivir juntos, ya lo hablamos muchas veces.

—¿Acaso no me amas?

—Sí te amo, no es por eso, ya te lo explique. Me gusta vivir solo, tener mi espacio y tú sabes que eres demasiado intensa.

—¿Otra vez con eso? —consultó con voz molesta y un poco más chillona que antes. Siempre que pasaba eso las cosas no terminaban para nada bien. —Yo no soy intensa. Tú eres demasiado "liberal".

—Si lo quieres poner así está bien, pero no viviremos juntos. No por lo menos por ahora. Quizás más adelante, en un futuro lejano, pero no ahora.

—¿Futuro lejano?

—Bebé...

—¿Qué tan lejano Ian? Yo sé que quiero estar contigo para toda la vida ¿Acaso no lo sabes tú también?

—Aún somos jóvenes, tú sabes que... —el vehículo se detuvo de golpe y miré dónde estábamos: habíamos vuelto al edificio.

—Bájate.

—Carla, por favor —comencé queriendo tomar una de sus manos pegadas al volante. —Cariño, quiero estar contigo hoy ¿Si?

—Siempre se trata de cuando tú quieres Ian ¿Qué hay de lo que yo quiero?

—Amor, en serio.

—Bájate Ian.

Suspiré y procedí a obedecerla, pero antes de siquiera avanzar dos pasos de regreso al edificio su voz me detuvo.

—¿Podrías haber rogado un poco más no? Así de poco te importo.

—Carla.

Arrancó el auto y desapareció rápidamente en la esquina.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora