Desperté un poco desorientado. Sabía que tendría que estar haciendo algo pero no sabía qué, no tenía idea de qué día era y ni siquiera podía adivinar la hora. Dirigí mis ojos a la ventana y había mucha luz, había olvidado de cerrar la cortina y agradecí aquello porque sino hubiera seguido durmiendo un poco más.
Me senté en la cama y di un salto cuando noté el trasero desnudo de alguien a mis pies. Milo estaba allí. Sonreí ante la imagen ridícula frente a mí y poco a poco comencé a recordar los sucesos de la noche anterior.
—Mierda —exclamé al recordar porqué habíamos comenzado a beber en primer lugar. Yo debería estar estudiando en ese mismo momento.
Me apresuré a buscar ropa intentando hacer el menor ruido posible y salí torpemente a la sala para comenzar con el repaso. Claro que a poco de caminar me detuve, Ian estaba allí, en la mesa, leyendo de su computadora.
—Buenos días —saludé bajando la mirada y pasando directamente a la cocina para calentar agua. Necesitaba un café.
—Llegué hace un rato, pero no quise despertarte —comentó luego de saludar. —Es un poco tarde...
Miré la hora en mi celular abandonado en la mesa. Pasaban de las once, yo siempre había sido una persona madrugadora.
—¿Estuviste bebiendo anoche? —de inmediato dirigí mis ojos a la mesa del living y estaba limpia y vacía. —No te preocupes, ya limpié y ordené todo.
—Lo lamento, iba hacerlo esta mañana —solté con voz ronca. Me dolía un poco la garganta. —Gracias.
—No me molesta —continuó con amabilidad. Asentí y fui a preparar mi café.
No tardé mucho en sentarme frente a él con la carga de resúmenes y textos que tenía que leer. No sabía bien cómo haría, pero debía aprenderme todo porque de lo contrario perdería un año más y no podía permitirme eso. Mis ahorros se estaban gastando, un año más implicaría buscarme un trabajo fijo y seguro que me quitaría horas de estudio y cursada.
Claro que esa situación, la situación con Ian, me tenía realmente distraído. Disimuladamente miré la mano de mi compañero. Allí no estaba el anillo de ayer. Él era un idiota.
Tragué saliva y me obligué a concentrarme en las palabras frente a mis ojos, yo no podía perder esa oportunidad por un enredo amoroso en el que yo mismo me había metido. Respiré varias veces contando hasta diez y finalmente logré concentrarme.
Pasaron más de dos horas hasta que decidí darme un respiro. Empujé los textos y extendí mi mano a la cajetilla de cigarrillos junto a mí. Lo prendí con alegría anticipada y le di una fuerte calada; amaba el primer cigarrillo del día, era el más preciado en todos los sentidos.
—¿Tan temprano y ya te estás matando? —consultó un dormido Milo apareciendo desde la habitación. —Deberías dejarlo.
—¿Temprano princesa? —consulté divertidamente, su aspecto siempre pulcro estaba totalmente ausente. —Son más de la una del mediodía.
—¿Tan tarde? —consultó sorprendido percatándose de la presencia de Ian. —Hola.
—Oh... no sabía que te habías quedado aquí —observó mi compañero sorprendido mirándolo primero a él y luego a mí. —No pensé que se llevaran tan bien.
—No podía dejarlo ir con la borrachera que tenía —me excusé encogiéndome de hombros mientras miraba al otro muchacho acercarse al sillón en busca de su teléfono.
—¿Por qué no le dices que si no fuera por mí no hubieras llegado a la cama? —consultó sin dejar de teclear algún mensaje. —Oye, en serio amigo, apaga eso —advirtió mirándome con rudeza. Lo observé y levanté las manos en señal de rendimiento. Ese chico era un mandón. —¿Y mi café?
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Temporal: Pasado Presente.
RomanceIan tiene muy en claro que hay cosas del pasado que no se pueden cambiar, pero también sabe que él tiene la habilidad de congelar algunos recuerdos y es feliz viviendo de esa manera. ¿Qué pasará cuando uno de esos recuerdos aparezca en el presente...