Nash se veía incluso más incómodo que cuando le monté la escena de celos con Merlina. Se separó dos pasos cuando yo estiré mi mano para tocar su cabello, sin embargo no logró hacerlo lo suficientemente rápido.
—Ian por favor —suplicó tomando su mano entre las mías. —No me hagas esto. Yo ya te superé. Y tú a mí.
—¿De verdad? —consulté acercándome más a él para poder observar con detalle cada facción de su rostro. —¿De verdad piensas que nos superamos?
—¿Qué pasa contigo? ¿Por qué ahora? ¿Pasó algo con Carla?
—Alex me dijo que ustedes nunca estuvieron juntos —largué sin vueltas provocando pánico en su rostro. —Está bien, no te preocupes. Le dije que habían sido deducciones mías, él no sabe que mentiste.
—Yo no mentí —se defendió de inmediato. —Estoy enamorado de él pero no lo sabe
—Sí, claro —sonreí burlón soltándome de su agarre para acariciar su rostro. Nash tragó saliva pero no hizo nada más para evitar mi toque. —Nash, cuando supe que tú no estabas con él realmente me sentí aliviado. Sentí que podía tener una oportunidad contigo.
—No la tendrás.
—Pero luego, te veo con esta chica y entonces todo se volvió oscuro otra vez —continué sin escucharlo. —Siempre pensé que me pondría feliz si algún día te reencontraba y tú tenías una familia como la habías soñado. Entonces te reencuentro y tú destruyes mi fantasía de verte feliz, es más, estás con otro chico el cual no puede darte hijos como querías, y me doy cuenta que todo mi sacrificio ha sido en vano.
—¿Sacrificio? No seas estúpido —dijo burlón golpeando mi mano para terminar con mi caricia.
—Sí, aunque tú no lo creas fue así para mí.
—Tienes razón, no lo creo —aseguró alejándose más de mí. Pero no estaba dispuesto a dejarlo ir. No otra vez. —Además no te olvides que tú tienes una relación con Carla, Nippon.
—Lo sé —aseguré bajando la mirada al suelo. Lo sabía, pero lo que sentía por él era aún más fuerte. —Pero lo que siento por ti Nash es inevitable.
—No parecía ser así cuando me dejaste luego de la muerte de mi familia Ian —reprochó de mala gana dándome la espalda para dirigirse a la habitación. Por supuesto lo seguí y observé calmado cómo tomaba un bolso y juntaba alguna de sus cosas.
—Está bien...
—¿Qué está bien?
—Me iré. Iré a vivir con Carla, pero por favor no regreses con Merlina.
—Ya te expliqué que con Merlina no pasa absolutamente nada —insistió con molestia.
—No me importa. No quiero que vuelvas a su casa.
—Y a cambio irás a vivir con Carla. Eso sí suena a sacrificio —rió sin siquiera mirarme. Él me estaba tomando el pelo.
Caminé hasta él y lo detuve tomando su bolso. Simplemente me miró con su rostro sin emoción. De verdad Nash no tenía idea lo que sería vivir con Carla.
—Quédate por esta noche. Quédate hasta que pueda hablar con ella y me pueda mudar. Por favor.
—No hace falta que te vayas, ya te dije, dame unos días y todo volverá a la normalidad después.
—¿No entiendes que ya no volverá a la normalidad? —consulté acercándome a sus labios y posando los míos en ellos.
Estaban húmedos. Cuando Nash estaba enfadado solía morderlos con más regularidad de lo que normalmente lo hacía.
No quise presionarlo, él no parecía desearlo tanto como yo, así que no me aferré a ninguna parte de su cuerpo. Sólo arrimé mi rostro más al suyo para profundizar el beso y fueron sus manos las que se aferraron a mi cintura para atraerme a él.
—Esto está mal —dijo deslizando sus labios por mi cuello. Tomé su rostro y los devolví a mis labios, necesitaba besarlo aún más, no quería oír lo que tenía para decir en ese momento.
Mis manos bajaron directamente a su pulóver el cual saqué con rapidez junto con su remera para permitirme recorrer su torso con mis temblorosas manos. No eran nervios o culpa lo que me hacía temblar, era la ansiedad de siete años de no haberlo podido acariciarlo la que me abrumaba en ese momento.
—No hay tetas en este pecho ¿No las extrañas? —consultó llevando sus manos a mi ropa.
—Cierra la boca —lo regañé sin dejar de recorrerlo con cuidado.
Apenas me separé de él para que pudiera quitar mis prendas y volvía a acariciarlo sin dejar de besar sus labios.
Fue Nash quien me comenzó a dirigir a la cama empujando mi cadera sutilmente con sus manos. Me sentó en ella y se arrodilló frente a mí dejando los besos de lado para observarme por unos momentos.
—¿Nippon estás seguro de esto?
—Lo estoy —aseguré rozando mi nariz con la suya regalándole una gran sonrisa. Hacía mucho tiempo que no estaba tan seguro de algo. —Te extrañé.
—Cállate —pidió con nerviosismo, nunca le había gustado eso de ser melosos antes del sexo y siempre me había gustado molestarlo con aquello.
—Pero es cierto —sonreí arrastrándome sobre la cama para atraerlo hacia mí.
Él rápidamente se coló entre mis piernas y me observó un poco más sin dejar de tragar saliva una y otra vez, estaba más nervioso de lo que yo podría haber creído. Le sonreí de lado y llevé mis manos a su cintura para poder acariciar su firme abdomen con mis pulgares.
—Vamos ¿Qué estás esperando?
ESTÁS LEYENDO
Temporal: Pasado Presente.
RomanceIan tiene muy en claro que hay cosas del pasado que no se pueden cambiar, pero también sabe que él tiene la habilidad de congelar algunos recuerdos y es feliz viviendo de esa manera. ¿Qué pasará cuando uno de esos recuerdos aparezca en el presente...