Milo lloró por mucho rato, sólo se detuvo cuando se quedó dormido e incluso así gimoteó un par de veces también. Yo me recosté a su lado y también me dormí, había tenido un día intenso y las cervezas que había tomado no ayudaron con mi cansancio.
Al día siguiente cuando desperté mi compañero estaba tomando una ducha. Lo podía escuchar claramente cantar por encima del sonido del agua, alguien algún día le debería decir que no debería cantar tan fuerte, su voz realmente lastimaba mis oídos.
Cuando salió noté que a pesar de tratar de disimular lo que había pasado anoche no podía hacerlo. El baño que había tomado no habían quitado nada de los estragos de largas horas de llanto: sus ojos estaban rojos e hinchados, sus mejillas estaban más coloradas de lo normal y hasta sus labios estaban más gruesos. Sin embargo cuando se sentó frente a mi simuló una sonrisa y me dio un leve movimiento que indicaba que no quería hablar del tema.
—¿Qué harás hoy? —consultó revolviendo su infusión.
—Nada, supongo. Me toca la limpieza así que tengo que hacer eso.
—¿Cómo va esa convivencia? ¿Ya lo hicieron sobre la mesa?
—¡Hey! —advertí no pudiendo evitar contagiarme de su sonrisa. Suspiré profundamente y tomé una tostada. —Apenas hablamos, él pasa mucho tiempo con la muchacha y yo en la facultada así que no es que tengamos cosas de las que hablar.
—¿Pero no es tentador tenerlo en tu misma habitación?
—Es más doloroso que tentador —confesé sin poder mirarlo a los ojos. —Estaba enamorado de él, Ian era mi todo ¿Sabes? Y cuando se fue yo quedé... simplemente quedé ahí, sin nada. Luego reapareció y muchas cosas se cruzaron por mi cabeza, pero pensé que con los años lo había superado, que ya no dolería y no es así.
—Eso apesta... no quiero ni pensar qué me espera —suspiró. —Quiero decir, quizás mañana Ian se vaya o tú lo hagas y efectivamente no se vean más. Pero yo comparto una familia con Alex y será inevitable.
—Ya te dije que él no te obligará a conocer a su pareja, ustedes mantendrán la misma relación que estos años —aseguré estirando mi mano para revolver su húmedo cabello. —De verdad, y tampoco es como que tengas que compartir todo el tiempo ¿No? No porque sea tu familia tienes que soportarlos, debería haber una ley o algo que nos ampare de compartir con familiares que no queremos.
—Ojalá la hubiera, pero tú no conoces a mi mamá —dijo poniéndose de pie para ir por más café. —Ella no entiende que hay días que no quiero ver a ninguno de ellos.
—¿Pero ella no sabe lo que sientes por Alex o sí? —quise saber curioso. Milo me miró unos segundos y negó con su cabeza.
—No. Alex nunca me dejó decirle y tampoco quiso que le planteara mis dudas sobre mi sexualidad... porque tú sabes, para él sólo estoy pasando por una etapa —respondió rodando los ojos. Apoyó su taza en la mesa y no se alcanzó a sentar de vuelta ya que dos golpes en la puerta llamaron por él.
Me miró un poco confundido y procedió a dirigirse a la puerta. Supongo que al igual que yo, pensó que se trataría de Josh o en el peor de los casos Alex. Sería problemático explicar mi presencia allí, sinceramente no tenía ganas de planteos estúpidos por parte de ellos, pero no había mucho que pudiera hacer.
Milo tomó la perilla de la puerta y abrió con cuidado. Desde donde yo me encontraba no podía ver al recién llegado así que no me quedó más que esperar y observar la reacción de mi compañero para tratar de adivinar de quién se trataba.
—¿Qué es esto? —consultó con voz débil. Él ni siquiera parecía enojado.
—Tu madre está preocupada porque tú no respondes los mensajes —dijo un enojado Alex ingresando de forma poco amable. Empujó el hombro de Milo en su caminata y se detuvo a penas me vio. —¿Por qué no me sorprende verte aquí?
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Temporal: Pasado Presente.
RomanceIan tiene muy en claro que hay cosas del pasado que no se pueden cambiar, pero también sabe que él tiene la habilidad de congelar algunos recuerdos y es feliz viviendo de esa manera. ¿Qué pasará cuando uno de esos recuerdos aparezca en el presente...