53. Corta y mortal mirada.

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Cuando Ian se marchó no tardé mucho más en salir tras él. Conseguí el permiso de mi madrina, vale decir que Lance se opuso en todo momento, y con algún dinero que tenía ahorrado saqué los boletos que me llevarían a seguir sus pasos por casi todo el país.

Sus padres me habían dado una agenda con todos y cada uno de sus parientes, y me aseguraron que no dudarían en recibirme. Pero cada que llegaba algún lugar me decían lo mismo: vino hace unos días, sólo descanso una noche y continuó. Él siempre fue delante de mí, y por más que intenté hacerle trampa, muchas veces, nunca lo logré.

Luego, al parecer, se enteró que lo estaba siguiendo y dejó de alojarse en casa de sus familiares. Me fue imposible seguirlo a partir de allí. Era evidente que él había decidido asentarse definitivamente en algún lugar y era algo que complicaba todo. Sabía que él se quedaría cerca ¿Pero dónde? Eso era imposible de saber.

Desistí de mi búsqueda cuando comencé a tener negativa por partes de los parientes a los que visitaba y volví a casa con mis padrinos. Fueron casi tres meses lo que estuve de viaje y en ellos tuve poca y nada comunicación con Lance y Barb, de ahí venía el reproche del hombre. Yo estaba emocinalmente inestable y ellos tenían la duda si yo podía llegar a lastimarme en aquel entonces, digo, había perdido a todos mis seres queridos, era una elección posible.

No me malentiendan, yo quería a Lance y Barb, pero no era lo mismo. No los sentía mi familia en ese entonces a pesar de que solía frecuentar mucho a mis padres. Luego de un tiempo sí comenzaron a convertirse en aquello, pero no de inmediato.

Cuando regresé y nos mudamos de ciudad no fue fácil. Perdí un año en la secundaria cuando fui tras de Ian y debí recuperarlo, en otro lugar con otros adolescentes un año más chicos que yo. No fue fácil y yo no estaba en mi mejor momento. Caí en un pozo depresivo que debí disimular de la mejor manera posible para que ese verano me dejaran viajar a los alrededores "para distraerme" aunque en realidad era para seguir buscando a Ian.

Yo ni siquiera tenía una foto. No podía ir por allí preguntándole a la gente si habían visto al muchacho. Ahora que lo pienso había sido un accionar bastante ridículo el mío, estaba buscando una aguja en un pajar, pero de todas maneras no me arrepentía de haberlo hecho. Así fue como conocí a Merlina y eventualmente a Josh.

Luego de dos años me mudé a la ciudad. En cuanto entré a trabajar, luego de volver de mi viaje, decidí dejar de buscarlo. No tenía sentido, no tenía razón de ser. ¿Para qué lo quería encontrar? ¿Qué haría? ¿Golpearlo? ¿Pedirle que regrese conmigo? ¿Qué me de una explicación? No... eso no me serviría de nada. Debía y quería dejarlo ir.

Allí apareció Josh, ese mismo día. Me pidió un Latte y se quedó en la barra hablándome de un estúpido partido que estaban transmitiendo en ese momento. A él no le gustaba el fútbol, pero sí los jugadores. Me reí y me divertí con él como no lo había hecho en mucho tiempo. Le conté a Merlina sobre mi encuentro con el muchacho y me animó a entablar amistad con él. Esa fue la segunda mejor decisión que había tomado en mucho tiempo, la primera había sido acercarme a la chica cuando la vi en el campamento.

Entre ellos dos lograron armar un poco de lo que solía ser y así estuve, reconstruyéndome, pedazo a pedazo, hasta que había llegado Ian nuevamente a mi vida a mover todo de su lugar, a romperme otra vez en cada momento.



No permanecí en casa de mis padrinos ese fin de semana. De hecho, me marché esa misma tarde de la llamada. Necesitaba estar con Josh porque sabía que él estaba preocupado por Milo y quería acompañarlo en ese momento, quizás hablar con Alex también, aunque aún estuviera cabreado con él. Prometí a Lance y Barb llamarlos en cuanto llegara y también que intentaría todo para terminar de aclarar de una vez por todas mi relación con Ian.

El viaje no duró más de tres horas y para cuando llegué a la terminal rondaba la media noche. Era demasiado tarde para ir a casa de Josh así que decidí ir a mi departamento, allí lo contactaría por si se encontraba despierto para poder ir a verlo. No le avisé a Ian, de todas maneras él no pasaba mucho tiempo en casa, pero en cuanto crucé la puerta supe que debí haberlo hecho.

No avancé ni dos pasos, ni terminé de cerrar la puerta cuando vi a Carla completamente desnuda a ahorcadas sobre Ian en el sillón de la sala. Me quedé estático unos segundos, imposibilitado de creer lo que mis ojos veían gracias a la poca iluminación brindada por la televisión.

La chica, de frente a mi con sus senos al aire, pegó un grito y salió de su lugar para ocultarse tras el respaldo. Ian, que se había girado, me miraba espantado. 

En serio, eso no podía estar yendo peor.

—¿Esto es real? —consulté dándoles la espalda para cerrar la puerta. —¿Es en serio Ian? ¿En mi propia casa? ¿En mi sillón? —continué comenzando a sentir pecho apretado y mi estómago revuelto. 

Caminé hacia la cocina, aún si mirarlos y sólo oyendo sus rápidos movimientos. Abrí la canilla y puse agua en un pava. No porque fuera a tomar algo, no, yo sólo necesitaba distraerme.

—Lo lamento —largó el chico con voz apretada.

—Pensé que teníamos, tú sabes, esta regla.

—También es su casa ¿Sabes? —dijo la molesta voz de Carla. —Y yo soy su prometida, no es el gran problema.

—Tú también tienes tu casa —me giré de mala manera y los miré aún peor. —O dime Ian ¿Es algún tipo de fetiche hacerlo allí?

—Carla, por favor, vete —pidió Ian conflictuado.

—¿Me estás echando? 

—Necesito hablar con Nash, por favor —continuó él con calma. Yo no estaba tan seguro si aquello era buena idea, no en ese momento. Lo observé y noté el condón usado en su mano. Sinceramente...

—Ve con Carla, no quiero verte ni hablarte ahora. En serio, me repugnas.

—¿Es por que soy una chica no? ¿Si hubiera estado con un hombre...?

—¡Los dos! ¡Fuera! —grité dándoles un respingo. Ellos se quedaron quietos unos cortos segundos y movieron sus pies hacia la salida.

Ian me miró por encima de su hombro con sus ojos llenos de culpa, pero no dudó en seguirla cuando le dediqué una corta y mortal mirada. 

Yo era un idiota y él era un enfermo.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora