58. Sólo por esa vez.

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No sé muy bien qué fue lo que pasó luego de que Ian y Carla abandonaron el departamento. Recuerdo que llamé a Josh y a Merlina, pero no sé qué fue lo que les dije para que llegaran tan rápido al lugar.

Sé que me detuvieron de destrozar todo el maldito apartamento, pero lo sé porque ellos me lo contaron una vez que me pude calmar. También se qué lloraba, pero eso también lo supe luego, cuando mi cara entera, en especial mis ojos, se sentían horriblemente hinchados.

Lo que sí recuerdo con claridad fue haber ido a la habitación, una vez que mis amigos habían llegado allí y me miraban aterrados por mi actuar, y haber dado vuelta el lugar para poder encontrar la caja que alguna vez Carla había mencionado. Y claro que la encontré, oculta, muy oculta en el fondo de una maleta.

La saqué con cuidado, como si fuera algo precioso y por supuesto que para Ian lo era. Tenía, en ese momento, la remota esperanza de ser yo mismo quien apareciera en esas fotos pero apenas tomé la primera de ellas supe que esa persona era otra y no yo. Me reí dejándome caer en la cama y me quedé allí por mucho rato con esa sola foto en mis manos: un muchacho de perfil, alto, fornido, de cabello castaño y tez clara, mirando el cielo con un gesto relajado.

Josh dijo algo, pero no lo oí. Luego llegó con un vaso de agua y lo acepté porque tenía la garganta tan seca que comenzaba a doler. Le devolví el vaso y comencé a leer las anotaciones detrás de cada una. No les presté mucha atención al principio, solo las fechas, necesitaba ordenarlas para poder entender la historia completa.

Eran 40 en total. En ellas no podías ver nada más que no fuera puro arte cargado de un sentimiento que traspasaba las fotografías. Amor, amor del que yo alguna vez había sentido por Ian.

Habían dos fotografías por mes durante dos años, claro que de los últimos meses solo había una por cada uno de ellos. Todo estaba meticulosamente calculado.

La primera foto era efectivamente la que yo había tomado. La de él mirando el cielo con una sonrisa relajada. Detrás, una leyenda: "23/03/XX. Siempre me pregunté qué era lo que pasaba por tu cabeza en ese momento. Seguramente algo bueno, mira esa sonrisa, no podía ser de ningún modo algo malo. No sé porqué pero me gustaría que me lo dijeras."

En la segunda, el muchacho estaba de espaldas a Ian. Con su columna recta y su mirada fija en un partido de fútbol. La gente a su alrededor estaba difuminada y hasta parecía iluminado: "31/03/XX. No pensé que te gustara el fútbol. Incluso estoy seguro que no lo hace, no lo habías demostrado nunca interés en aquello. ¿De qué pensamiento te estará distrayendo? De verdad quisiera saber..."

Y así muchas más. No recuerdo cuántas leí, o si las leí todas. Creo que detuve mi atención en la que decía "Te amo. De verdad creo que te amo y no entiendo cómo es que no lo ves, como es que no dices lo mismo". Eso fue en Diciembre de ese mismo año.

Y pensar que yo por siete largos años me había costado siquiera admitir que alguien me gustaba. Ian había amado a otro hombre y a otra mujer en aquel tiempo. Lógicamente la culpa no era de Ian, era mía, pero él no debería haberme mentido de esa manera haciéndome creer que todavía sentía cosas por mí. Quiero decir, quizás si sintiera algo nostálgico después de todo, pero ese muchacho seguía en su cabeza y yo debería haberlo sabido desde el principio.

Me sentía tan idiota en ese momento. Quería llorar y al mismo tiempo romper algo, cualquier cosa. Pensé que las fotos serían un buen objeto para mi cometido, pero aunque estaban ahí, a mi entera disposición, no pude hacerlo. Sabía que aquel accionar dañarían de sobremanera a Ian y simplemente no pude hacerlo. Sí, soy un idiota.

Desde la puerta de la habitación sentía la mirada de mis dos amigos, sabía en el fondo que ellos deseaban que lo hiciera, que me vengara, pero nunca estuvo en mi naturaleza ser de esa manera y no empezaría en ese momento.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora