32. ¿Celoso?

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Estuve una semana en casa de Merlina. Ella no insistió con el tema ni yo tampoco. En ese momento sólo nos hacíamos compañía. Quiero decir, ella tenía sus citas y esas cosas pero siempre terminaba volviendo a casa y yo la esperaba pacientemente.

Ian mandaba mensajes a diario para saber si iría al departamento y, luego de ignorarlo varias veces, respondí que no se preocupara, que cuando decidiera ir él se enteraría. Sin embargo las veces que fui allí en busca de material o ropa no le avisé y él no se encontraba en el lugar. Pero claramente se dio cuenta de que había ido porque comenzó a escribirme nuevamente para que lo notificara sobre aquello. Le respondí que lo haría aunque por supuesto no estaba en mis planes.

El viernes cursé durante la mañana y al medio día me reuní para poder almorzar con Merlina en el comedor de la universidad. Pedimos nuestra comida y nos sentamos en el patio exterior a disfrutar de aquel cálido día.

Yo había visto a los muchachos, habíamos compartido algunas tardes pero nada fuera de lo normal. Ellos no sabían que yo me estaba quedando con Merlina, y Josh se conformaba con saber que estaba bien. A diferencia de la vez anterior decidí mantener contacto con ellos para no tener a Josh metido en el departamento una vez más.

—Entonces iré un poco de comida para la noche ¿De acuerdo? —consultó Merlina comenzando a juntar sus cosas. Asentí una vez, había planeado comer pollo asado desde hacía unos días atrás. A ella le fascinaba cocinar y eso era algo muy bueno para mí. Siempre decía que si no hubiera estudiado sociología se hubiera dedicado aquello.

—No te olvides de comprarme una gaseosa.

—¿No me darás dinero? Sinvergüenza —rió ella acercándose a mí y posando sus labios en los míos. Hacía mucho tiempo que ella se despedía de esa forma conmigo, no era algo que particularmente me molestara y Merlina decía que de esa forma los mantenía a los idiotas lejos de ella. —Luego arreglaremos las cuentas.

—Claro que lo haremos —reí levantando mi mano para finalmente despacharla. —Adiós, te amo.

—Te amo también —aseguró girándose para marcharse pero deteniéndose en su lugar.

—¿Qué estás haciendo tú aquí? —consultó Ian dándole un escaneo completo a mi amiga. Ella abrió su boca sorprendida y me miró en busca de ayuda.

—Ian... ¿Cómo estás? —consulté poniéndome de pie para alejarlos el uno del otro. Merlina se hizo a un lado e Ian se interpuso entre nosotros sin dejar de ver primero a uno y después al otro.

Él tenía su respiración agitada, sus mejillas pintadas de un color rosa suave y sus manos sudadas. A decir por su condición él había corrido hacia ese lugar.

—¿Dónde has estado? —me increpó sin siquiera esperar a que vuelva a sentarme. Lo miré extrañado por su reacción. Respondí con una mirada y volví a mi comida. —Y no digas en lo de Alex porque lo crucé hace unos días y él no tenía idea de dónde estabas.

—Con Merlina —dije sin más vueltas.

Ian la volvió a mirar haciéndole un escaneo completo mientras ella hacía lo propio. En su cara se reflejaba la indecisión de si permanecer ahí o largarse y dejarnos solos.

—¿Y qué demonios estás haciendo tú aquí de todos modos?

—¡Ian! —advertí mientras mi amiga sólo le respondía con una mirada provocativa.

—A ti qué demonios te importa lo que haga o deje de hacer —respondió Merlina acercándose un paso más a él. A diferencia de la primera vez que ellos se habían visto, ahora ella no le tenía miedo.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora