43. Puro Deseo

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Terminamos de cenar alrededor de las diez de la noche, temprano, por lo que Josh propuso tomar unas cervezas. Merlina y yo aceptamos de inmediato pero Ian no respondió. Suspiré profundamente y le pedí que me acompañara a lavar los utensilios, accedió de inmediato y se ocupó de secarlos.

—¿Necesitas que los muchachos se vayan? ¿Tienes que estudiar? —consulté en un susurro mientras los otros dos compartían una charla amable.

—No... yo —respiró profundamente y me miró ceñudo. —Carla se mudó a vivir sola y me pidió que me quede con ella esta noche.

—Oh... —largué antes de poder detener mi voz. Bajé la mirada a los platos y carraspeé con fuerza antes de volver a mi tarea. —No lo sabía.

—Quería que lo hablemos más tranquilos, quería explicarte pero —miró de reojo a mis amigos —las cosas salieron así y no pudimos.

—Claro, está bien.

—¿Estás enojado?

—¿Por qué lo estaría? ¿Por qué te vas a dormir a casa de tu novia? —quise saber con sarcasmo cerrando el agua y secando mis manos. —Mañana limpiaré el resto, tomemos unas cervezas muchachos, Ian no se puede quedar.

—Nash —advirtió mi compañero intentando tomar mi brazo pero sin logar su objetivo. Caminé deprisa para poder sentarme junto Josh mientras Merlina se encargaba de las bebidas.

Josh preguntó a Ian por qué se iba, si lo habían molestado, a lo que tímidamente él respondió que Carla, su novia, le había pedido que pase la noche en su casa. Ella se había mudado ese mismo día y no quería estar la primera noche sola en aquel lugar; por supuesto, como Ian es un caballero, accedió de inmediato. Digo, es su novia después de todo ¿no? sería raro que no quisiera pasar una noche con ella.

Ian ya tenía su mochila preparada así que fue cosas de segundos para que se retirara de la casa dejándonos en un incómodo silencio. Yo abrí la segunda cerveza e intenté sonreírles para distender el ambiente, pero por supuesto no funcionó, ellos eran mis personas más cercanas. Sabían, incluso antes que yo, qué pasaba por mi cabeza.

—¿Es necesario que digamos algo en este momento? —consultó Josh, negué con la cabeza y sonreí.

—Pues yo no voy a preguntarlo, y voy a decirlo directamente —empezó Merlina y le di una negativa, sin embargo ella continuó. —Esto no va a funcionar Nash. ¿Se supone que estés contento mientras él se va con su novia? ¿Qué olvides que él va a ir a dormir con ella y después va a regresar aquí? ¿Es que acaso no te molesta?

—Por supuesto que me molesta Merlina —respondí pasiblemente. —Pero no puedo hacer nada ¿O sí?

—En esta posición no —fue Josh quien respondió con seriedad. —Mira, entiendo que esto ha removido muchas cosas en ti, incluso te veo demasiado confundido con lo que sientes. Pero no creo que sea bueno mezclar las cosas.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, ahora son compañeros de habitación, nada más. Quizás conocidos del pasado. Ahora es bueno marcar limites Nash —continuó con un aire de madurez que desconocía. —Yo entiendo que es demasiado tentador tenerlo aquí y todo eso, pero hasta que él no termine con Carla no es conveniente que se relacionen de otra manera que no sea la de compañeros de habitación.

—Demasiado tarde —respondió Merlina y me limité a bajar la mirada a mis manos.

—Era de esperarse —suspiró Josh para nada sorprendido. —Pero Nash, no más. Basta. No te haces bien a ti, ni le haces bien a ella.

—Carla no me importa.

—Lo hace —aseguró Josh. —O por lo menos debería. ¿Qué culpa tiene la chica de haberse enamorado de Ian?

Bajé la mirada avergonzado. Él tenía razón. A pesar de que Carla no me gustaba, ni me caía bien, no tenía culpa de haber quedado en el medio... mejor dicho no tenía la culpa de estar en el extremo opuesto de Ian donde yo me estaba metiendo.

—Hasta que Ian no aclare su cabeza y juegue limpio no debes involucrarte con él. Yo sé que es difícil, sé cuánto lo deseas... porque no sé si lo amas o por lo menos lo quieres Nash, es puro deseo lo que sientes ahora.

—Yo

—¿Lo amas? —consultó con calma. Volví a bajar la mirada. —¿Lo ves? Es normal estar confundido en este momento Nash, pero no mereces sufrir. Basta de eso.

—Josh tiene razón —aseguró Merlina apretando mi rodilla. —No me agrada Ian, es claro, pero si él hace las cosas bien y tú realmente lo quieres entonces no tendré más que aceptarlo. Pero por el momento no lo está haciendo, él está actuando como un niño caprichoso que no quiere o no puede elegir un juguete.

—Yo no soy ningún juguete Merlina —advertí de mala gana.

—Eso no lo sabes ¿Tú realmente piensas que Ian no ha cambiado nada en estos últimos años?

—No sé...

—Que tú sigas siendo el mismo no quiere decir que los demás no cambien.

—Hey —advertí a mi amiga que me regaló una sonrisa cálida. Pero no le dije más, porque tenía razón, ella siempre tenía razón.


Los muchachos se fueron temprano, sólo teníamos seis cervezas y se acabaron demasiado rápido para mi gusto. Quería que se quedaran, por lo menos a hacerme compañía para que la soledad no fueran tan aplastante allí en esa habitación, pero entendía que cada cual tenía sus responsabilidades y no los pude retener.

Me levanté temprano el día siguiente, en una semana rendía un final y tenía que estudiar, pasara lo que pasara. 

Ian llegó después de las nueve de la mañana. Me saludó amablemente y fue por una ducha; cuando salió se preparó un café y se sentó en la mesa conmigo.

—Lo lamento —lo miré y me encogí de hombros. —Entiendo que estés enojado pero

—¿Tú la quieres? —consulté levantando mi mirada a su rostro. Él se quedó atónito ante mi escrutinio y bajó sus ojos a su infusión. —Está bien que la quieras Ian, es por eso que no podemos hacerle esto. Hasta que tú no sepas qué es lo que quieres hacer con nosotros no podemos ser más que compañeros de casa.

—Pero a ti, yo

—No importa eso, si yo estuviera en el lugar de ella no me gustaría que me engañes —continué encogiéndome de hombros. —Tomate tu tiempo, pero mientras tanto entre nosotros no va a ver nada más que una amable convivencia.

—Nash, pero yo

—No te estoy dando opciones, te estoy dando tiempo. Es lo único que puedo darte en este momento, lo lamento —dije con la voz apretada, no me quebraría frente a él. Lo observé hasta que me dio una afirmativa y precedí a continuar con mi lectura.

En algún momento también tomó unos papeles y se puso a leer, no le presté mucha atención. No intercambiamos más palabras, cociné para mí dado que él sólo respondió que debía irse a la facultad y no tendría tiempo de comer. No quise preguntar más, no correspondía y no tenía ganas de saber mucho más de su nueva vida, no por ahora.

Esa noche tampoco llegó a dormir.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora