25. Familia

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En ese momento, luego de que Ian terminara con el abrazo, pensé que podía hacerlo. Creí inocentemente que no me afectaría más de lo que había hecho compartir un espacio con él y con su nueva novia.

Pero no fue así. No pude.

Apenas salimos de la habitación y nos sentamos a esperar que la chica sirviera el almuerzo, todos los recuerdos me invadieron de un solo golpe. Hubiera deseado que la muchacha me deje ayudarla, que me hubiera pedido que salga a comprar algo para beber o algo, pero no lo hizo. Su insistencia para que me quede allí esperando a ser atendido solo me llevó a recordar el último día que Ian y yo habíamos estado juntos.

La cadena de sucesos que llevaron a aquel día comenzó un Viernes. En aquel momento él y yo prácticamente vivíamos juntos. Algunos días Ian se quedaba en mi casa y el resto de ellos yo iba a la suya. Ambos teníamos ropa de repuestos en el placar del otro y nuestros padres no tenían problema alguno con aquella rutina.

Aquel día desayuné con mis padres y me despedí rápidamente antes de correr a casa de Ian. Estaba por comenzar a llover y quería evitar se atrapado por la lluvia pero finalmente no lo hice, cuando arribé a su hogar estaba completamente empapado por lo que tuve que meterme a bañar a pedido de mi suegra que antes de eso me gritó bastante.

Sin poderle responder más que con unas divertidas carcajadas, obedecí y luego partí a la habitación donde Ian aún dormía. No quise molestarlo por lo que me recosté a su lado y no tardé en dormirme; para cuando desperté él ya había preparado el desayuno y se encontraba impaciente para que lo acompañe.

Nunca pude explicar el porqué de su impaciencia. Alguna de mis tantas suposiciones se basaba en que ese día había sido el elegido para terminar nuestra relación, que durante ese desayuno él me diría el por qué ya no podíamos estar juntos y me pediría una y mil veces disculpas. Pero luego descartaba aquello porque no podía creer que él fuera tan dulce conmigo a minutos de darme el corte ¿O sí podía?

No sólo me preparó el desayuno, se sentó a mi lado y no dejó de abrazarme en ningún momento. Luego fuimos a su habitación y volvió a ponerse a mi lado, sin soltar el abrazo y regalarme alguno que otro beso meloso. Incluso dijo que me amaba más veces de lo normal y no dejó de mirarme en ningún momento.

—No es que me queje Nipon, pero estás asustándome —dije mientras jugábamos videojuegos y él no se enfadaba con todos mis comentarios burlones.

—¿Asustado porque te amo y me alegro de tus logros? —consultó recostándose contra mí mientras elegía otro personaje para la batalla. —Es sólo que hoy es un día especial.

—¿Especial? ¿Por qué?

—Porque estamos juntos —respondió con obviedad. Lo miré de reojo y no le dije nada. Sabía que él estaba un poco sensible con el tema sobre lo que íbamos a hacer en algunos meses más cuando termináramos la secundaria. Ian insistía que vayamos a algún lugar donde los dos pudiéramos estudiar lo que queríamos, pero ambos sabíamos que no existía tal lugar. —Me gustan estos días.

—Sí —respondí amable. Le había dicho muchas veces que no debía preocuparse porque finalmente nos iríamos juntos, ya veríamos como resolveríamos el tema de las carreras pero que yo sabía que nada ni nadie nos iba a separar. Claro que él no parecía tan seguro de eso y era lo que más me asustaba.

Comenzamos otra partida dejando aquel molesto tema atrás y nos entretuvimos allí por bastantes minutos. Restropectivamente recuerdo haber oído el sonido de la ambulancia, los bomberos y la policía, pero en ese momento no fue algo que llamara mi atención, quiero decir todo el tiempo se oían sirenas, es día no tenía porque ser algo especial. Aunque claro, esta vez lo era.

No estoy muy seguro de cuánto pasó entre que oí aquello hasta que la madre de Ian ingresó a la habitación sin siquiera golpear la puerta. De hecho, a partir de ese momento no estoy muy seguro de nada. Tengo un flash en el que Ian se levanta del suelo, donde aún continuábamos jungando, muy enojado repitiéndole a la mujer que no le gustaba que irrumpiera de esa manera, que ese era su espacio y ella debía respetarlo.

Pero Patricia ni siquiera miró a su hijo, fui directo a donde yo me encontraba y se arrodillo frente a mí. Recuerdo que simplemente la miré porque no entendía bien a qué iba semejante actuar, y recuerdo también que sus ojos estaban llorosos pero su gesto era de completa compostura.

—Patricia —susurré cuando noté que ella no decía nada. Miré a Ian en busca de ayuda pero él estaba quizás más sorprendido que yo. De pronto sentí eso en el pecho, eso como que hay algo muy pesado que hace presión intentado romperte pero no puedes hacer nada para evitarlo porque es algo que no puedes ver, algo invisible e invencible a la vez.

—Mamá ¿Qué pasa? —consultó Ian tomándola por su hombro y haciéndola reaccionar.

—Nash cariño —comenzó con voz temblorosa. La observé aún más aterrado. Eso no se oía para nada bien. Ella respiró profundamente y tomó mis manos con fuerza. En ese momento no me di cuenta pero sus manos me apretaron tan fuerte que al día siguiente tenía la marca de sus dedos en ellas. —Cariño me acaban de llamar del hospital, tus padres tuvieron un accidente.

—Sí, oímos las ambulancias —respondí tratando de hilar sus ideas. Claro que la habían llamado. Ella era doctora. —Deberías ir...

—Mamá —insistió el chico tras ella llamando mi atención. Por alguna razón él parecía entender más que yo porque sus ojos comenzaron a brillar con más fuerza y supe que estaba a punto de romper en llantos.

—Nash, debemos ir al hospital ¿De acuerdo? —consultó tirando de mis manos para ayudarme a poner de pie, pero mi reacción defensiva fue soltarme de su agarre y alejarme de ella. —Cariño

—No. ¿Por qué debería ir contigo? No entiendo.

—Nash —fue Ian quien habló. Lo miré con cuidado comenzando a respirar con dificultad dejé que me ayude a ponerme de pie. —Deberíamos ir con mamá ¿De acuerdo?

—¿Por qué?

—Porque tus padres tuvieron un accidente —respondió el chico. Lo observé varios segundos y negué con tu cabeza. —Nash...

—¿Qué dijiste? —consulté aunque claro que era consciente que era la segunda vez que me lo decían. Sólo que no había manera que lo procese.

—Por favor —suplicó poniendo manos en mis hombros y apretando con fuerza. —Nash por favor.

Ni siquiera recuerdo cómo fue que me subieron al auto o cuándo me bajé de ahí. Tampoco entiendo para qué querían que fuera al hospital si cuando llegamos me informaron de inmediato que ambos habían fallecido en el acto.

No tengo mucha idea de lo que pasó después. Sé que hubo un reconocimiento de los cuerpos del que se encargó Nicolás, el padre de Ian, y sé que fueron ellos los encargados de los papeles y todo lo que conlleva un funeral. Lo fueron por lo menos hasta que llegaron mis padrinos, los mejores amigos de mamá y papá.

Mis padres no tenían hermanos y mis abuelos habían fallecido hacía mucho tiempo atrás. Habían un de familiares lejanos de los que no sabía ni el nombre que aparecieron en algún momento a saludarme, pero salvando a Ian, sus padres y mis padrinos no tenía más familia.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora