52. El momento indicado.

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No lo hice de inmediato. No quería enojarme porque no contestara. 

Yo sabía que él no iba a contestar. Había desaparecido, él lo había hecho porque quería alejarse de todo y podía entenderlo. No era la manera, pero podía entenderlo. Yo había hecho lo mismo, mis padrinos me lo habían dejado bastante en claro. Y sí, sabía que podía justificar lo de Ian de la misma manera, pero no era así. Ian había huido como un cobarde, me había dejado en el peor momento de mi vida, no importaban sus razones, su manera de actuar no era la correcta y cada vez que estaba con él olvidaba aquello.

Barb y Lance tenían razón. Yo había tardado años en superar aquello... incluso aún todavía no estaba seguro de haberlo logrado. Y no quería salir dañado otra vez, no de esa manera.

Respiré profundo y marqué el número de Milo ante la mirada disimulada de ambos sujetos.

Timbró varias veces. Eso era bueno. Cuando Ian se había marchado su teléfono nunca más volvió a sonar. Por más que lo intenté muchas veces, no lo hizo ni una vez.

Mi llamada entró en la casilla de mensajes y me tildé. Nunca había tenido esa oportunidad con Ian. Pero sonreí porque yo lo había dicho. Milo no era Ian.

—Milo... por favor, contesta el teléfono. Devuélveme la llamada, sólo necesito saber que estás bien. Los muchachos están preocupados, tus padres lo están. Sólo llama por favor.

Colgué y me senté relajadamente en e sillón apretando mis sienes. De apoco comenzaba a dolerme la cabeza.

Pero no alcanzaron a pasar ni cinco minutos antes de que mi teléfono llame por mí. No sólo yo di un salto, mis padrinos, al otro lado de la sala, se acercaron alarmados.

—Número privado —anuncié con decepción. Generalmente cuando aparecía aquello era algún vendedor de una compañía telefónica. —¿Hola?

—¿Sabes? Lo graciosos es que según tu mensaje todos están preocupados, pero el que suena así eres tú —denunció la melodiosa voz de Milo. Suspiré con fuerzas y dejé escapar un carcajada.

—Por supuesto estoy preocupado por ti niñato, pero tengo a Josh gritándome porque algo les hace pensar que soy tu cómplice —dije relajadamente dándoles una señal a Barb y Lance que me devolvieron una sonrisa amable. —¿Estás bien?

Lo estoy... sólo, tú sabes, necesito un tiempo. Un respiro. Pero como tú dices, soy un niñato enfermo y no me lo hubiera permitido de haberles avisado —dijo con cansancio. Por detrás de él se oía mucho ruido, como si estuviera en un lugar lleno de gente. Alguna estación o algo así. —Les dejé una nota, no deberían estar exagerando tanto.

—No lo harían si contestaras sus llamadas Milo. O los mensajes siquiera.

No quiero oír a nadie en este momento. No quiero responderle a nadie. Y tú no sabes lo intensos que son todos los que me rodean... bastantes parecidos a ti.

—Qué amable eres, en serio —reí mirando la hora, todavía no era el medio día. —¿Dónde estás?

Lo mejor será que no te lo diga. Puedes decirle a Josh que hablamos, que estoy bien, pero no te diré dónde estoy —aseguró tranquilo. —De verdad no quiero tenerlos detrás mio.

—Tú sabes que estás haciendo lo mismo que hizo Ian ¿No?

No. Yo me fui porque me lastimaron. Porque Alex aprovecha cada oportunidad para hacerme daño. Necesito un respiro de todo eso. Me lo merezco —asegura con enojo. —Mira Nash, sé que soy bastante idiota pero no soy una mala persona. Merezco ser feliz y alejándome es la única manera que encontré para lograrlo.

—No es la única...

Yo me mudé. Me fui. Me aparté de él y ¿qué hizo? Fue a mi casa, con su novio. ¿En serio crees que está no es la única manera?

—Es la más fácil.

Pues a mí, me gusta.

Respiré profundamente. Lo estaba haciendo enojar y no quería eso. Si Milo se enojaba perdería contacto conmigo y no quería eso. No en ese momento.

—Puedes decirme qué planeas, por lo menos.

Creo que viajaré algún tiempo.

—¿Cuánto?

No tanto...

—Milo —respiré profundamente y me dispuse a bajar mi voz, sabía que mis padrinos estaban atentos a toda la charla. —¿Puedo ir contigo?

No —respondió de inmediato y sin titubear. —¿Por qué lo harías? ¿Te enamoraste de mí marica?

—Eres tan gracioso Milo, tan lindo —dije de mala gana. —En serio, déjame ir contigo.

No. Nos terminaríamos enamorando porque necesitamos eso en este momento... a alguien a quien querer. Y créeme, si yo me enamoro de ti quiero que sea porque lo siento y no porque necesito un salva vidas.

—Suenas tan maduro —me lamenté dejando caer mi cabeza sobre mi mano. —¿Por qué suenas tan maduro?

¿Lo ves? Tú ni siquiera me conoces, tienes una burda y superficial imagen de lo que soy. Nunca te agradé pero dadas las circunstancias crees que te agrado —dijo con tono aburrido. —Yo sólo estuve en el lugar y el momento indicado.

—Puede ser.

Así como tú también lo estuviste para mí. Y ahora creemos que nos agradamos pero tú y yo somos como el agua y el aceite.

—¿Tú crees? —reí secamente. —De verdad pensé que podías gustarme.

Lo sé. Yo también... pero no estoy tan seguro ahora —suspiró con fuerzas. —Quizás sí, quizás no. Pero ahora no lo sé. Ahora que todo está más claro, no lo sé. Lo lamento.

—Está bien...

Debo irme.

—¿Al menos puedo llamarte de vez en cuando?

Sí, por favor. No soy muy sociable y me aburriré un poco por estos lados. Quizás una buena charla no me vendría mal.

—Ni a mi tampoco —sonreí mirando a mis padrinos aún atentos. —Gracias por devolver la llamada.

Gracias a ti por preocuparte. Puedes llamar a Josh y decirle que estoy bien, no quiero dramas innecesarios. Y recuérdales, por favor, que soy mayor de edad.

—Lo haré.

Con una cálida carcajada se despidió y colgó el teléfono. Yo suspiré aliviado, él estaba bien y se había comunicado conmigo. 

Él no era tan idiota como yo pensaba y definitivamente Milo no era Ian.

Temporal: Pasado Presente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora