(Paris)
Cuando Kiam se alejó —sin saber muy bien por qué— suspiré derrotado y le dejé irse a hacer lo que le diese la gana.
En un principio pensé que se estaba peleando con Darel —cosa que hasta veía normal—, pero luego me di cuenta de que no había sido así y que, en realidad, se había marchado por cierto comentario que Lori había soltado, el cual no había llegado a entender del todo. O al menos eso creía.
Le eché un último vistazo a mi mejor amigo y, cuando se perdió entre la multitud, miré hacia Darel.
Aún no me podía creer que estuviese saliendo con él. Es decir, Darel era un chico sumamente llamativo, a diferencia de mí. Por eso se me hacía tan raro el hecho de que se hubiese fijado en mí de esa forma. Pero, en parte, estaba orgulloso de ello.
—Veo que vosotros dos habéis avanzado un poco, ¿o me equivoco?
Lori se cruzó de brazos y sonrió burlona, dejando entrever con su comentario que ella ya estaba al tanto de los sentimientos de ambos.
«Por eso aquel día que llegó corriendo a mi casa me habló de todas aquellas metáforas sobre "mi Rosa" y alguna cosa más» —pensé, uniendo ahora todas las piezas del puzzle.
—Pues la verdad es que sí —el de ojos azules pasó su brazo por encima de mis hombros y me atrajo hacia él—. Aunque te parezca mentira Paris y yo estamos saliendo. Hasta a mí me parece aún un sueño —rió.
La de pelo rosado dejó escapar una risilla por lo bajo al notar mi sonrojo tras las palabras del otro, y elevó las manos en un gesto de victoria.
—Choca esa, Paris —me instó a que chocásemos las manos—. Conseguiste llevarte al «príncipe» a la primera. Diez puntos para ti.
Me aparté un poco de Darel —entre feliz y avergonzado por su comentario— para chocar las manos con ella y, cuando lo hice, el recién mencionado volvió a atraerme hacia él para depositar otro fugaz beso en mi frente.
—M-me haces cosquillas cada vez que me be-besas ahí —tartamudeé aún más nervioso y sonrojado que antes.
—Por eso mismo lo hago, ¿o tú qué te creías? —se carcajeó con fuerza.
—A ver, par de tórtolos. Dejad eso para cuando yo no esté que no quiero que se me suba el azúcar.
Darel sonrió ladino y puso uno de sus brazos en jarras sin dejar de apoyar el otro en mis hombros.
—Tranquila, «princesa». Algún día te llegará el amor —sonrió aún más perverso—. Puede que incluso lo tengas más cerca de lo que crees. ¿O no me digas que nunca te has fijado en Kiam y s-...?
—Ni se te ocurra terminar lo que ibas a decir —la expresión de Lori cambió de un momento a otro, mostrando ahora una aterradora mirada—. Antes muerta que fijarme en... puaj'. Se me sube la bilis solo de imaginar que ese idiota y yo... —gesticuló una arcada llevándose una mano a la boca—. Al final lo echo todo fuera. Ugh'.
ESTÁS LEYENDO
De Príncipes y Princesos ©
RomanceParis Donahoe es un príncipe encerrado en su propio castillo. Hijo de uno de los empresarios más influyentes de todo Sídney, y cansado de comportarse siempre como el chico perfecto, su único escape de la realidad es su amor por la música y el pia...