2. Planes que vaticinan desastre

83.3K 5.9K 3.4K
                                    

(Paris)

Las clases de música eran mis favoritas. Cuando estaba en ellas, o cuando tocaba cualquier instrumento, todas mis preocupaciones se esfumaban al instante.

Pero por desgracia, y como todo lo bueno se acaba alguna vez, el ruidoso timbre que anunciaba el final del día lectivo retumbó por todo el lugar.

Mis compañeros de clase se levantaron de sus sitios y salieron eufóricos del aula. Metí varias partituras entre las hojas de un cuaderno, y luego lo coloqué dentro de mi mochila.

Hoy comenzaba el ansiado fin de semana, y después, los exámenes finales harían que más de un alumno se tirase de los pelos; aunque yo no me incluía entre ellos.

Salí también de clase, y tras bajar las extravagantes escaleras del instituto, salí por las puertas encontrándome a Kiam a la entrada.

Su ropa a la moda, y su cabello peinado siempre a la perfección, eran tan llamativos, que era inevitable que algún grupito de chicas con las hormonas revolucionadas estuviesen a su alrededor.

Observé cómo dos de ellas le daban un papelito —en el que supuse que habían escrito su número de teléfono—, y después de que mi amigo se despidiese de ellas, comenzó a caminar hacia mí.

—Mira, mira —casi me restriega los dos papeles por la cara—. Me sé de uno que hoy se lo va a pasar bien.

Me ajusté la mochila al hombro, y comencé a caminar dándole la espalda.

—Y luego dices que soy yo el que llama la atención. Además, ¿no dijiste hace unas horas que había que concentrarse en estudiar y no en divertirse? —farfullé.

—¿Celoso? Bueno, hoy me tomaré la noche libre. Pero puedo presentarte a una de ellas si quieres —lo meditó unos segundos—. Aunque si lo hago, mi plan de hacer un trío se iría al traste.

Abrí mis ojos como platos y lo miré sonrojado.

—¿T-trío? —balbuceé—. ¿No te basta solo con una?

Kiam sonrió burlón, y pasó un brazo por encima de mis hombros.

—¿Y por qué disfrutar solo con una? —giró la cabeza hacia un lado, y de esa forma desvió también su flequillo—. No todos los días se te presentan dos chicas a la puerta de tu casa. Tengo que disfrutar bien de mis reciente mayoría de edad Además, después de hacerlo con ellas esta noche, me voy a poner a estudiar como loco. Pienso sacar la nota más alta del instituto —quitó su brazo de mis hombros—. Ya estoy harto de quedar siempre el segundo.

Suspiré, y decidí omitir ciertos comentarios.

Kiam era así. Podría ser uno de los chicos más estudiosos del instituto —su segundo puesto en las calificaciones cada año lo probaba—, pero cuando se trataba de salir de fiesta o quedar con chicas... Parecía volverse una persona diferente.

Pero yo lo quería sin importarme cuántas facetas tuviese. Kiam es y siempre sería mi mejor amigo; pasara lo que pasase.

—Y ahí está mi eterno némesis —volvió a hablar el de pelo color arena.

Observé la dirección que sus ojos apuntaban, y mi corazón dio un pequeño brinco.

Darel estaba apoyado en los muros que rodeaban todo el recinto escolar. Tenía la mochila colgada de un solo hombro, y parecía estar feliz mientras hablaba con varios de sus amigos; concretamente, dos de ellos.

Barb Harris y Lori DeFiore. Esos tres siempre estaban juntos, y aunque es cierto que tenían más amigos en común, de todos era bien sabido que la amistad de ese trío era inquebrantable.

De Príncipes y Princesos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora