44. El futuro que hemos decidido

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(Owen)







La voz de Paris sonaba en cualquier lugar y tienda por las que pasaba.

Al parecer, y por lo poco que había podido hablar con Darel desde que dicho disco salió al aire hacía ya un mes, la recepción del mismo por parte del público y de la crítica había sorprendido incluso a la propia discográfica.

Varias de las canciones que el propio Paris había creado se encontraban en el top de canciones más escuchadas del país y parecía que ahí seguirían durante un par de semanas más. Las visualizaciones de las mismas, en las diferentes plataformas digitales, sorprendían cuando menos. Más aún si se tenía en cuenta que era un grupo «amateur» y que, como bien había indicado la propia discográfica en un comunicado de prensa —tras todo el mediático alboroto que se había creado—, no volverían a lanzar otro disco.

La noticia, por lo que había escuchado también por ahí, cayó como un balde de agua fría para todas esas personas que se habían enamorado de la voz de Paris y de los acordes musicales que la acompañaban en cada una de sus canciones, pero al menos yo sí sabía el porqué de dicha decisión.

Salvo Paris y Lori, y por lo que ellos mismos me habían comentado, el resto no pensaban dedicarse al mundillo de la música. La idea de este grupo simplemente había surgido de un pequeño concierto al aire libre y para un concurso, aunque terminara desencadenando en este increíble acontecimiento para nada esperado ni imaginado.

Aún así, sabía perfectamente que esta era la catapulta que lanzaría el futuro de Paris al estrellato. De eso no tenía ninguna duda y, desde lo más profundo de mi corazón, deseaba que así fuera.


Tatatarí', lilolalí', mimimimí' —tatareó Rachel a mi lado, consiguiendo hacerme reír al escuchar digno espectáculo—. ¿Qué? Me gusta cómo canta el chico. Mira a ver cuándo me lo presentas que quiero que me firme un autógrafo.


—Pensaba que eso de ser fangirl' era para gente más joven o en plena adolescencia.


—No existe la edad para fangirlear' de lo que sea y cuando sea —contestó—. Y me vienes tú a hablar cuando eres el primero que chilla como un niño pequeño cuando el actor ese que tanto te gusta anuncia que va a salir en una nueva película.


—Su trabajo es impecable y digno de estudio —respondí orgulloso.


—Tú sí que eres digno de estudio.


Oh', gracias —le di la vuelta a su intento de burla—. Sabía que era tan especial como para hacer que la humanidad me estudiase, y que me lo digas tú solo confirma una obviedad.


—Tus aires de narcisismo han vuelto, ¿eh?


—Y pisando fuerte —reí, haciendo que ahora fuese ella quien dejase escapar una pequeña risilla.


De Príncipes y Princesos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora