(Paris)
Diecisiete días.
Diecisiete días para que comenzasen las vacaciones de verano y poder decir adiós a las clases y a esta tortura que llaman periodo escolar.
No es que estuviese en contra de estudiar ni mucho menos, al contrario; pero si sumábamos el tener que ir al instituto día a día, con el resto de lo que era mi vida diaria, podría decirse que vivía encerrado en una burbuja.
Quedaban diez minutos para que el recreo terminase; suspiré hondo, me levanté de mi pupitre, y con pasos lentos salí de clase.
El pequeño balcón del pasillo de los de último año estaría libre a esta hora, así que iría allí e intentaría relajarme un poco.
Casi todo el mundo estaba fuera en el patio, disfrutando del único momento relajado del día; pero siempre había algún que otro alumno dentro del edificio. Alumnos que no perdían la oportunidad de cuchichear a mis espaldas, cuando pasaba a su lado.
Ser hijo de uno de los mayores empresarios de la ciudad no es siempre un lujo. Los únicos que se me acercaban, eran personas, que o bien querían algo de mi padre, o bien lo querían de mí. Y los pocos que no hacían eso, no se juntaban conmigo por el simple hecho de pensar que yo era diferente.
Sabía que el ser algo tímido también había influido en eso; pero yo no miraba a nadie por encima del hombro por ser rico.
Sin tan siquiera darme cuenta, había llegado al pequeño balcón. Apoyé mis brazos en el alfeizar, y me incliné para observar todo lo que se extendía ante mis ojos.
Se podía ver el patio completamente desde aquí. Divisé a unos chicos de primero —incluido alguno de mi clase— meterse con otro alumno del que ni siquiera sabía el nombre.
Había pocos de segundo y tercer año. Los exámenes finales eran la semana que viene, así que supuse que la mayoría se encontrarían en la biblioteca estudiando.
Yo en realidad no lo necesitaba. Era bueno en los estudios, así que si llevaba todo al día, no tenía por qué tener problema alguno a la hora de los exámenes.
Aunque estaba cansado de todo eso. Cansado de comportarme siempre como un niño bueno y perfecto.
Quería ser libre. Poder hacer lo que quisiera aunque solo fuese por este verano; el último verano antes de que finalizase el último año de instituto, cumpliese dieciocho y tuviese que elegir a que universidad quería ir.
Pero seguramente mi padre no pensaría lo mismo. Él se había encargado de controlar mi vida desde el mismo día que nací y recibí su apellido. Apellido, que a pesar de abrirme muchas puertas en cualquier ámbito, era una gran carga.
Suspiré hondo, olvidándome por un momento de todas las preocupaciones, y me incliné un poco más para observar mejor todo.
Y fue entonces cuando lo vi.
Se encontraba jugando al fútbol con los de primero, como si no tuviese preocupación alguna por los exámenes de la semana que viene, o por cualquier cosa en general.
Era gracioso el ver como su siempre perfecto cabello azabache, ahora estaba todo revuelto debido al ejercicio que estaba haciendo.
Darel O'Neill era el chico al que idolatraba.
Nunca había hablado con él, a pesar de haber estado durante dos años en la misma clase. Seguramente, él no supiese de mi existencia, y si lo sabía, debía de ser de esos alumnos que no querían juntarse conmigo por ser... diferente, como ellos decían.

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De Príncipes y Princesos ©
RomanceParis Donahoe es un príncipe encerrado en su propio castillo. Hijo de uno de los empresarios más influyentes de todo Sídney, y cansado de comportarse siempre como el chico perfecto, su único escape de la realidad es su amor por la música y el pia...