7. Todo príncipe necesita un caballero

63.2K 4.8K 4.6K
                                    

(Kiam)

Mi lengua se coló con facilidad en el interior de su boca.

Coloqué mis manos en su cintura y, poco a poco, comencé a moverme sin soltarlo. Cuando su espalda chocó contra la pared del pequeño callejón en el que nos encontrábamos, elevé una de mis manos y la introduje por debajo de su camiseta.

Un pequeño suspiro se escapó de su boca cuando rocé su piel con mis dedos, haciendo que el hormigueo que se había alojado en mi entrepierna se intensificase.

Cuando separamos nuestros labios, sonreí burlón, y ataqué su cuello, absorbiendo y mordiendo la piel que allí se encontraba.

Podía sentir cómo temblaba debido a las corrientes de placer que recorrían todo su cuerpo en ese instante, y la visión de su cara sonrojada me encendía aún más.

—K-Kiam... pa-para —balbuceó, pero hice caso omiso de sus palabras y seguí con mi labor.

Hice que mis labios se concentrasen de nuevo en los suyos, y acaricié lentamente la piel de su torso.

—Ah... —gimió dentro del beso, provocando que enredase mi lengua con la suya con cierta ferocidad.

Mis manos salieron de debajo de su ropa y las coloqué en sus caderas, atrayendo la parte inferior de su cuerpo a la mía.

—E-espera —se separó de mis labios—. He escuchado algo.

Bufé molesto, y paré todos y cada uno de mis movimientos. Agudicé el oído, y pude escuchar los pasos de alguien mientras se alejaba de la entrada del callejón.

Mi acompañante me dio un pequeño empujón —separándome por completo de él—, y comenzó a acomodarse la ropa. Lo imité, y molesto por haberme quedado con el calentón, me apoyé de espaldas contra la pared.

—¿Me vas a dejar así? —pregunté al mismo tiempo que señalaba con el mentón la notable erección que se escondía bajo mis pantalones.

Mi acompañante miró hacia los lados nervioso, y me lanzó una mirada con cierto ápice de miedo dibujado en ella.

—¿Vas a acostarte conmigo? —preguntó, a lo que negué con la cabeza.

—Sabes que solo me acuesto con chicas. Puede que me enrolle con un tío alguna que otra vez, pero no pretendo acostarme con ninguno —me encogí de hombros—. A veces es bueno cambiar de aires y librarse del estrés de otra forma, pero no has contestado a mi pregunta.

Mi acompañante —del que no recordaba el nombre—, se concentró en un punto fijo al suelo y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—Yo... —tragó saliva—. No puedo dejar que nadie conocido me vea liándome con un tío en un callejón o haciendo otras cosas con él —confesó—. Si quieres que hagamos algo tendrá que ser en privado, y de verdad que me gustaría acostarme contigo. No sé, pero me gustaría que fueses mi "primera vez".

Enarqué una ceja y me crucé de brazos.

—¿Eres virgen? —pregunté, aunque su expresión contestó la pregunta por sí sola—. Si quieres que nos enrollemos no me importa. Si quieres hacerme una felación, tampoco. Pero no me quiero acostar con un chico —le miré serio—. Te repito que solo me acuesto con chicas.

Él me observó apenado y se dio la vuelta.

—E-entonces será mejor que me vaya —contestó, y acto seguido se fue del callejón dejándome solo.

Bufé de nuevo molesto, y esperé varios minutos hasta calmar mi erección. Cuando volví a la normalidad, salí también del callejón y comencé a caminar hacia casa.

De Príncipes y Princesos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora