(Paris)
Apreté aún más fuerte los puños, y di un paso hacia atrás, pero mi espalda chocó contra la fría y húmeda roca al hacerlo.
Quería hablar, pero por alguna extraña razón, mi lengua se encontraba paralizada.
—Entonces Principito, ¿te ha comido la lengua el zorro? —preguntó Lori con burla.
—Lori —dirigí mis ojos hacia Barb—, el refrán es: “te ha comido la lengua el gato”; no el zorro.
La de pelo rosa le fulminó con la mirada y se cruzó de brazos.
—¿Has leído alguna vez “El Principito”? —preguntó, y el de los piercings negó con la cabeza—. Pues entonces, te callas.
—Es decir, que querías hacer un chiste —Barb negó con la cabeza—. Cuantas veces te he dicho mi querida princesa, que la comedia no es lo tuyo —rió.
Lori DeFiore se sonrojó, apretó la mano en un puño, e intentó pegar a Barb con él, pero Darel la sujetó antes de que llegase a agredirlo.
—¿Queréis dejar de discutir al menos por un segundo? —la voz de Darel se hizo sonar entre los demás al mismo tiempo que soltaba el brazo de la chica—. Estamos aquí para descubrir por qué... éste —me señaló con el mentón— nos ha seguido.
Los tres pares de ojos volvieron a posarse en mí. Tragué saliva, y volví a dar un paso al frente.
—Yo... bu-bueno... —comencé a balbucear intentando encontrar las palabras adecuadas.
—Un momento... —Barb se acercó a mí, y me analizó de arriba a bajo—. Tú eres el “príncipe” de Aussi High —se cruzó de brazos—. Sí... eres ese. ¿Cómo te llamabas? —agitó las manos cuando iba a responder—. Espera, espera, no me lo digas. Lo tengo en la punta de la lengua.
—¿De verdad que no te acuerdas de su nombre? —Darel se acercó también a mí, y apoyó un hombro contra una de las rocas—. Con lo rarito que es, tendrías que saberlo.
Una sensación punzante se alojó en el centro de mi pecho después de escuchar sus palabras, pero decidí olvidarme de ese extraño sentimiento, y volví a concentrarme en Barb.
—Sé que que tiene el mismo nombre que una ciudad... con una torre... —se llevó los dedos al mentón y entrecerró los ojos—. Te llamas... ¿Pisa?
Parpadeé unas cuantas veces confundido.
¿Eso ha sido un chiste, verdad? —me pregunté.
—Serás imbécil —Lori consiguió pegarle un puñetazo en el hombre sin que esta vez Darel interviniera, haciendo que Barb se frotase con una mano el lugar golpeado después de soltar un quejido—. El Principito se llama Paris, no Pisa; pedazo de imbécil.
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De Príncipes y Princesos ©
RomanceParis Donahoe es un príncipe encerrado en su propio castillo. Hijo de uno de los empresarios más influyentes de todo Sídney, y cansado de comportarse siempre como el chico perfecto, su único escape de la realidad es su amor por la música y el pia...