Capítulo 22

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- Newport, Oregon.


La noche anterior a la fiesta tuve un sueño, una pesadilla, la más rara de todas, pero seguro era una de las más aterradoras que había tenido. Todo el sueño estuvo lleno de una serie de imágenes a flashazos y en cada imagen había violencia, sangre, terror y gritos. De pronto había fuego por todas partes y escuchaba llantos de una mujer, pero parecía un animal moribundo.

Desperté sudando y con las sabanas enredadas en mis piernas. Me tomó varios segundos recuperarme y cuando lo hice me estiré para revisar la hora; apenas eran las nueve de la mañana. Acto seguido decidí revisar el clima; todo pronosticaba ser un día caluroso en Oregón y sin probabilidad de lluvia. Me puse de pie y entré a la ducha, tratando de no pensar en mi pesadilla.

¿Qué le diría a Nicholas? ¿Cómo se lo diría? ¿Y cómo se lo tomaría? Diablos, ¿y si en mi intento de recuperar nuestra amistad arruinaba todo? No, tampoco debía de pensar en eso. Tendría que decirle esa misma noche, pero no me mortificaría todo el día pensando en eso, haría lo que mis instintos me dijeran, nada más.

Ninguna llamada de Garreth, ni un mensaje ni nada.

- ¡Merrick! — De pronto mi madre se encontraba frente a mi puerta y al llamarme yo di un salto. — Cariño, el desayuno está listo. — Di media vuelta y sacudí mi cabello húmedo con una mano.

- Está bien, mamá ahora bajo. — Su mirada se dirigió al vestido que se encontraba sobre mi cama y sin pensarlo dos veces, entró a mi cuarto y se agachó para tomarlo.

- Vaya, que lindo vestido. — Lo alzó para poderlo mirar y luego se acercó a mí, midiéndolo por encima de mi ropa. — Te vas a ver hermosa, hija.

- Mamá. — Dije cansada y rodé los ojos.

- ¡Ey! — Bajó el vestido y luego lo dejó justo donde estaba hace unos segundos. — Deja que me emocione, ¿cada cuando tengo la oportunidad de verte con vestidos así? — Sabía que mi madre me amaba, pero ella era mucho más femenina que yo y aunque nunca lo decía, sabía que ella en secreto anhelaba ver a su hija con vestidos al menos de vez en cuando. — La ultima vez que te pusiste un vestido fue en tu graduación de la primaria.

- Tú escogiste ese vestido.

- Exactamente. — Caminó de vuelta a la puerta y cuando estuvo a punto de salir se detuvo un momento y luego volvió a mirarme. — La próxima vez que te vea con vestido será en tu graduación... O tu boda, si te casas.

- ¡Mamá! — Me quejé, pero se me escapó una risita. — ¿Eso que significa?

- Nada, nada. — Sacudió la cabeza y sonrió de oreja a oreja. — Que no importa que hagas, siempre estaré orgullosa de ti.

Sonreí en respuesta, aunque por dentro sentía como si alguien tomara mi corazón y luego lo arrojara a una cubeta llena de ácido. ¿Se sentiría orgullosa de mí después de saber de todas las vece que le he mentido? ¿De lo que soy? ¿De como se ha vuelto mi vida? ¿De que tal vez muy dentro de mí considere la opción de no ir a la universidad? ¿Se sentiría orgullosa de una hija que realmente no conoce?

Bajé a desayunar y traté de mantener la mejor cara que pude, pero ver a mi madre a la cara era extremadamente doloroso. Al verla, al escucharla solo podía recordar todas las mentiras.

- Mamá... — Mascullé mientras dejaba el plato vacío del desayuno en el fregadero. Ella volteó a mirarme y sonrió.

- ¿Qué pasa? — Ya estaba, ese era el momento, no aguantaba más, tenía que decírselo ya.

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora