Capítulo 8

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- Ven acá. — Alaric insistió. Yo estaba en el suelo, con mi cabello lleno de tierra y hojas, al igual que el resto de mi ropa. No quería levantarme y volver a acercarme a él, básicamente porque no quería terminar en el suelo nuevamente. Por varios días había estado empeñado en que en el entrenamiento hubiera mucho más contacto, estaba enseñándome como defenderme, sin enfocarse tanto en la fuerza sino en tácticas diferentes. — Tienes que poner atención a lo que te digo, Merrick.

- No es justo cuando tú eres mucho más fuerte que yo. — Respondí mientras me ponía de pie.

- Pero eres más pequeña que yo, puedes usar tu tamaño a tu favor. — Hizo un ademan con sus manos para indicarme que me acercara. Di dos pasos y después le di la espalda, poniéndome en la posición que antes me había indicado. — Recuerda lo que te dije, tienes que estar atenta a mis movimientos. — Se aproximó a mí en una zancada, pude notarlo. Vi aproximarse su brazo con el rabillo del ojo e hice lo que me había enseñado antes.

Bajé mi rostro para evitar que su brazo llegara a mi cuello, con mi mano derecha inmediatamente me aferré de su muñeca y retiré su brazo con fuerza, a lo que él respondió con un gruñido. Separé mis piernas y aún sin soltar su brazo, utilicé mi cuerpo y todas mis fuerzas para arrojarlo por encima de mí. Alaric aterrizó a unos cuantos metros de distancia, gracias al árbol de roble cercano.

- ¡Nunca te dije que me arrojaras! — Podía ver el enojo en sus facciones y yo hacia mi mayor esfuerzo para no morir de risa. Se lo tenía merecido desde hace mucho.

- Dijiste que buscara una ventaja... La busqué. — Se puso de pie de un brinco y se sacudió sus pantalones. — ¿Vamos otra vez? — Él rodó los ojos y se colocó frente a mí.

- Vamos a hacer algo diferente. — Movió su cabeza y escuché como tronaban algunos huesos de su cuello. — Bien. — Dijo una vez que se acomodó y sacudió sus hombros hacia adelante. — Si te encuentras con un vampiro, ¿qué es lo primero que atacará?

- ¿Mi garganta?

- Bien, al menos has visto Drácula. — Rodé los ojos. — Tienes saber cómo quitártelo de encima. Me voy a acercar a ti y voy a tomar tu cuello, ¿sí? — Asentí. Él dio dos pasos y colocó sus manos alrededor de mi cuello. — Ahora, esto lo tienes que hacer rápido, de otra forma se acercará y podrá morderte. Y aunque tu sangre sea tóxica, no quiere decir que no te puedan matar y romperte el cuello, así que pon atención. — Sus manos eran frías y aunque no hacía presión, podía sentir el aire abandonar mis pulmones. — Vas a alzar un brazo y me vas a golpear en los míos, cuando baje el agarre podrás golpearme con tu codo. ¿Escuchaste?

- Sí. — Se separó y quitó sus manos de mi cuello.

- Y lo demás lo improvisas.

- ¿Qué? — Antes de que pudiera decir algo más, se me abalanzó en un segundo. Sus manos volvieron a mi garganta. Alcé mi brazo derecho y le golpeé en la parte interna de los codos, giré un poco mi cuerpo y mi codo conectó con su rostro. Escuché un crujido y él se alejó para mirarme, pero enseguida se aproximó. Antes de que pudiera acercarse a mí, le pateé en el pecho, no solo haciéndole retroceder, sino que hice que chocara contra el árbol nuevamente.

- Bien... — Él se quejó mientras se ponía de pie y me dedicó una mirada. — Creo que hemos terminado por hoy.

- Diablos, Alaric, tu nariz. — Un hilo de sangre descendía de sus fosas nasales hasta sus labios y su nariz estaba claramente en una posición anormal.

- ¿Qué? — Se llevó una mano a su nariz y al momento de tocarla, él se quejó. — ¡Auch! — Me volvió a mirar y frunció el ceño. — ¡Me rompiste la maldita nariz! — Negó con la cabeza y miró al pasto. Su mano permanecía en su rostro y de repente escuché otro crujido, seguido de un quejido de su parte. — ¡Carajo! — Gruñó mientras tocaba su puente, seguramente verificando que estuviera en su lugar.

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora