Capítulo 40

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Hubiera pensado que Megan se enojaría por contarle a mi madre todo, contarle de ella. Pues a final del día la única que podía divulgar esa información era ella, no me correspondía a mí. Pero jamás me hubiera imaginado que reaccionara así, que hablado sin siquiera avisarle era lo que menos le importaba.

- ¿Qué? — Me quedé inmóvil después de bajar mi teléfono celular, mirándola totalmente incrédula.

- Quiero decir, es una oportunidad perfecta. — Se giró sobre sus talones para mirar a Abrielle y a Nicholas. — Si puedo ver a Darleene sin ningún problema entonces podría al fin tener la runa, ¿no?

- ¿Quieres probarte con mi madre?

- Sí... ¡No! — Enarqué las cejas. Así que quería usar a mi madre como un conejillo de indias. Miré a Abrielle y a Nicholas, quienes intercambiaban miradas. — Merrick, solo piénsalo. Sé que todo saldrá bien y ya podré por fin salir de aquí.

- Megan, a lo mejor es muy pronto. — Agregó Nicholas y sentí mucho alivio que fuera él quien lo dijera. Tragué saliva.

- Digo, estarían ustedes, claro... No habría forma que algo saliera mal. — Me rasqué la frente, ella me miraba con insistencia. Mi vista periférica notó un movimiento y Alaric iba incorporándose de unas buenas horas de sueño. — Merrick... — Volvió a decir mi nombre, tomó desesperadamente mis manos. — Por favor, dame una oportunidad. Te prometo que todo saldrá bien.

- Megan, yo... — ¿Confiaba en ella? Le confiaría mi vida a mi mejor amiga sin dudar, le confiaría lo que sea a la chica que conozco desde los tres años, pero aun no podía hacerlo con quien estaba enfrente de mí y detestaba que pensara de esa forma. Debía de ser mi parte Venator que siempre estaba en la defensiva. Y si yo no podía demostrarle que confiaba en ella, ¿entonces quién lo haría? Tragué saliva y solté un largo suspiro. — Está bien.

Alcé la vista y me encontré con tres pares de ojos que apenas podían entender lo que estaba pasando, dejando de lado a Alaric quien no tenía ni idea de lo que estábamos diciendo. Abrielle pasó entre los asientos y llegó hasta donde estábamos nosotras, poniéndose a un lado de Megan y colocando una mano sobre uno de sus pequeños hombros.

- Megan, ceo que es muy arriesgado hacer algo así ahora. — Dijo, bajando la voz.

- Necesito hacerlo... Darleene, la madre de Merrick es como una segunda madre para mí. — Musitó, encarándola. — Si con alguien puedo demostrar que sigo siendo yo, será con ella.

- Lionel no permitirá que lo hagas, no ahora. — Agregó Nicholas.

- Pues no le diremos.

- ¿Y si algo sale mal? — Insistió Abrielle.

- No pasará. — Concluí. Megan volteó y sus ojos se encendieron con esperanza, empezaba a esbozar una pequeña sonrisa. Claro que me preocupaba que algo pudiera salir mal, pero tenía que dar un salto de fe. — Si es así estaremos preparados. Yo estaré con mi madre y la apartaré si es necesario. — Ya lo había hecho una vez, cuando tuve que arrancar a Megan del cuello de su hermano. Solo que esta vez estaría preparada si lo tuviera que hacer. — Y estarán ustedes cerca para detener a Megan. — Los tres hermanos se quedaron callados, mirándose los unos a los otros. — Pero no será necesario. — Mi amiga me vio y asintió en agradecimiento. — Voy a llamarla.

Salí de la habitación sin decir más y pude encontrar el camino a las gigantes escaleras de cuarzo. Bajé por estas, no sin antes voltear para asegurarme que iba sola. Finalmente llegué al primer piso y salí por la puerta principal. Afuera comenzaba a atardecer, el cielo se estaba tiñendo de un intenso color purpura. Saqué el teléfono y lo miré por un segundo antes de desbloquearlo. En el fondo de pantalla tenía una fotografía de Megan y yo, que Abrielle había tomado el día de la fogata. Incluso eso, que no tenía más que unas semanas, se veía tan lejano. Tomé una gran bocanada de aire y finalmente marqué el teléfono de mi madre.

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora