Crno Jzero, Montenegro
Era un viejo hombre, quien se paseaba a las orillas del lago. Caminaba encorvado y llevaba un bastón, al lado de él caminaba alegremente su perro. Estaban realizando un paseo matutino, como cualquier otro, hasta que de pronto su perro se quedó mirando a la montaña del otro lado del agua.
El cielo estaba despejado, solo había un par de nubes flotando. El sol iluminaba todo el lugar, se sentía un ambiente pacífico. Quizás por eso el hombre escogía pasearse por ahí cada vez que le apetecía alejarse de sus vecinos. No vivía muy lejos de ese lugar, solo un par de minutos de caminata y ya se encontraba en el sitio, pero eso fue cambiando a través de los años. Ahora las rodillas no le funcionaban como antes y por eso se llevaba a su fiel compañero, pues siempre le ayudaba si era necesario. Solo que ahora tenía muy poco interés en su dueño.
El can dejó de menear su cola y esta se colocó entre sus patas, mientras que sus orejas apuntaron hacia atrás. El anciano lo miró extrañado y le llamó por su nombre, pero el animal no respondió, permaneció mirando la montaña. A paso lento llegó hasta su perro y trató de halarlo del collar, pero lo único que se ganó fueron unos gruñidos de advertencia. El viejo maldijo y usó su bastón para mover al perro, sin embargo, este solo se hizo a un lado.
Pasaron varios minutos, el hombre no lograba hacer que el animal se moviera o dejara de mirar a la montaña que se alzaba frente a ellos. Estaba comenzando a perder la paciencia cuando el perro comenzó a ladrar. Sus ladridos eran más como alaridos, como si el animal estuviera sufriendo un inmenso dolor.
A unos cuantos metros había una pareja de turistas españoles, que miraban la escena con extrañeza. El pobre anciano no podía controlar a su enloquecido perro.
Pero de pronto algo hizo que la atención de los tres humanos dejase al perro. El suelo debajo de ellos comenzó a vibrar y el lago comenzó a tener un súbito oleaje. La vibración se hizo cada vez más violenta, impidiéndole a los turistas y al anciano caminar. Los tres fueron a dar al suelo mientras que los arboles se agitaban y parvadas de pájaros huían de las copas de estos. El perro estaba ahora entre la tierra, retorciéndose y llorando.
La mujer española gritaba de miedo, aferrándose de su pareja, quien la llevaba cerca del anciano para tratar de ver si este necesitaba ayuda. El terremoto era tan fuerte que apenas y les permitía arrastrarse por el suelo para avanzar.
Un poco más lejos de ese lugar, cruzando el lago, la montaña también se agitaba. Ese parecía ser el epicentro del terremoto. Grandes rocas comenzaron a desprenderse y a rodar por su gran falda y cerca de una de las cimas, se hizo una rasgadura.
Entonces el movimiento paró. De vuelta en el lago, el anciano se hallaba sin vida en la tierra. Había muerto de un infarto, al igual que su perro.
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Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADA
FantasyDespués de todo lo sucedido con Marianne, Merrick decide que es momento de poner orden en su vida. Para eso decide que debe alejarse lo más posible del clan Rhode, en especial de los hermanos Alaric y Nicholas, aunque estos parecen no estar muy de a...