Capítulo 46

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Después de abandonar ese horrible sótano, me aseguré de cerrar la puerta a este e incluso arrastré un pequeño, pero pesado librero de madera para atrancarla. Todo para obtener la mayor ventaja posible, incluso lo volví a hacer una vez que salí de la casa; bloqueé la puerta principal con una enorme maceta que contenía una planta seca. No quería arriesgarme a que pudieran seguirme para continuar con la pelea. Cuando había hecho todo lo posible para mantener a todos a salvo.

Dejé corriendo la casa e ingresé de nuevo al auto, arrancando en seguida. El motor rugió como yo nunca antes lo había escuchado y salí disparada por la calle, desviándome de las avenidas principales y apresurándome para cruzar Newport y así poder llegar a la carretera. Mientras tanto, maldecía en mi mente una y otra vez. Maldecía a Garreth por desencadenar todo y maldije también a Broderick y su maldita sangre que aun corría por mis venas. Además de que me odiaba a mí misma por la decisión que había tomado.

De vuelta en el faro, mientras los Rhode y yo tratábamos de pensar en un plan de acción, yo los había convencido para que me dejaran actuar primero. En mi mente pensaba que, si entrabamos todos listos para luchar, al final terminaría con alguien menos y no quería arriesgar a ninguno de ellos ni tampoco quería presenciar la muerte de Garreth o Broderick. Y cuando lo recordaba, me criticaba esa decisión. Cuanto me hubiera gustado que alguno de ellos recibiera algo que ellos mismos le habían causado a mis amigos.

Me había preocupado por unos malditos monstruos.

Lo peor de todo es que aun después de todo lo que habían hecho yo no consideraba correcto tomar justicia por mis propias manos. Pero mientras más lo pensaba, más me daba cuenta de que debía de cambiar ese pensamiento si es que quería seguir con vida en ese mundo.

Después de varios interminables minutos conduciendo, llegué a Northanger. Así el pequeño pueblo pasara como un nubarrón a mi lado izquierdo, me daba cierto alivio estar ahí, de vuelta en lo que yo consideraba mi hogar. En mucho menos tiempo ya estaba estacionándome detrás de uno de los autos de los Rhode, habían dejado la entrada abierta para que yo pudiera llegar con mi auto y una vez que lo estacioné, el sistema automatizado de la puerta hizo que esta se cerrara.

En el camino de grava que llevaba hasta la enorme entrada de la casa, solo estaba Alaric, quien al parecer estaba esperando a que me apareciera. Dio un par de pasos hacia mi dirección cuando bajé del auto, pero no se acercó demasiado, fui yo quien lo hizo.

- Tu pequeño plan funcionó. — Dijo en voz baja. Lo tomé como un cumplido.

- Hubiera deseado no tener que idearlo. — Él se encogió de hombros.

- A veces no podemos evitar que cosas malas pasen. — Yo lo examiné de pies a cabeza, se veía muy tranquilo para lo que acabamos de pasar. — Pero todo esto es nuevo... Debe de ser difícil para ti. — Ahora yo me encogí de hombros.

- Un poco. — Tomé una larga bocanada de aire antes de volver a hablar. — ¿Dónde está Megan?

- Abrielle la llevó a su habitación para tomar un baño, creo que será bueno que hables con ella. ­— Yo asentí y sin decir más reanudé mi viaje a la casa, pero en cuanto pasé al lado de Alaric me sostuvo de la muñeca e impidió que pudiera avanzar más. — Espera.

- ¿Qué?

- ¿Cómo estás tú? — Abrí los ojos como platos, como si fuera imposible de comprender su pregunta. Además de que no podía comprender porqué para él yo parecía tan importante como para dedicarme unos minutos. Megan y Nicholas eran prioridad en ese momento, no yo. — Merrick... — Insistió. — Dos personas que quieres fueron secuestradas por tu padre y... medio hermano. No debe de ser fácil para ti.

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora