Capítulo 45

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Me empecé a debatir; ¿debía de llamar a mi madre o no? Mentirle de nuevo estaba fuera de discusión, pero esperar a solucionar las cosas y después ser sincera con ella no era mentirle. Si la llamaba y le contaba lo que estaba sucediendo, solo provocaría que se preocupara y se pusiera ansiosa, eso no era justo. Pero con solo pensar en no decir la verdad a tiempo, sentía como si estuviera volviendo a traicionarla. Así que después de unos segundos que parecieron horas, decidí marcar su número. Mi vista hacia al frente, una mano en el volante mientas que con la otra sostenía el teléfono y esperaba a que me contestara, pero no recibí respuesta, de manera que comencé a pensar en cosas horribles y marqué una vez más. Fue entonces que escuché su voz en la otra línea y el oxigeno entró en mis pulmones.

- Merrick. — Dijo. — ¿Cómo estás? ¿Todo bien? — Solo tuvo que preguntarme para que todo mi mundo se derrumbara. — ¿Merrick? — Insistió, su voz tiñéndose de un leve tono de preocupación.

- No... — Terminé por admitir. Respiré hondo, tratando de pensar en las palabras que usaría. — Se llevaron a Megan y a Nicholas. — Tragué saliva, pasando mi mano libre entre mi cabello. Ahora era ella la que estaba callada.

- ¿Crees que haya sido...? — Ni siquiera tuvo que terminar de formular esa pregunta para que yo entendiera a quien se estaba refiriendo.

- Estoy segura. — Respondí. Todo mi cuerpo dio una sacudida y alcé la vista, teniendo a unos metros mi objetivo. — Voy a arreglar esto. — Agregué.

- Merrick... — Murmuró, quedándose sin palabras. Hubo silencio en ese auto por un par de segundos más. Solo podía imaginarme como se debía de estar sintiendo, la cantidad de cosas que debían de estar pasándole por la mente.

- No estoy sola, mamá. — Tomé otra bocanada de aire. Esperaba que al menos eso le sirviera de alivio, pero no podía engañar a nadie, nada la haría sentir mejor. — Te llamo cuando todo esto termine. — No quería decirle adiós propiamente.

- Cuídate mucho, por favor. — Se le quebró la voz.

- Lo haré.

- Te amo.

- Yo a ti. — De pronto me sentí llena, de alguna manera su voz me había dado algo a lo que no podía ponerle nombre, pero que sin dudas alimentaba mi espíritu. Colgué el teléfono y lo dejé a un lado, no lo necesitaría más.

Bajé del auto y cerré la puerta. Aun había sol, pero la tarde seguía su curso y no duraría mucho. La calle olía a neumático quemado y no había ni una sola alma a la vista. Entendí la razón por la cual escogieron ese sitio para quedarse. Había un par de casas pequeñas, algunas de ellas sin habitar y cayéndose a pedazos, pero otras más estaban siendo ocupadas. Quizás por los dueños, o quizás por personas que estaban imitando el estilo de vida de Broderick y Garreth.

Sentía todo mi cuerpo vibrar por dentro, cada una de mis células se sacudía y sentía la adrenalina bombearse a cada parte de mi cuerpo. Además de que había una presión en la boca de mi estómago, mis puños apretados y mordía el interior de mis mejillas, toda mi ira volvía y me bañaba como un maldito tsunami, aunque no la suprimía pues se había vuelto mi combustible. Tantas cosas me pasaban a niveles corporales y emocionales, pero mantenía mis expresiones sombrías y mi paso firme mientras caminaba por esa sucia calle. Había dejado el auto a unos metros de distancia, fuera de su visión. Tal y como habíamos establecido.

Me tomaron unos horribles minutos llegar hasta el edificio, recordando la única vez que lo había visitado, pero no habría forma en la que alguna vez lo olvidara. Las ventanas estaban cerradas por pedazos de madera y cartón, no se veía ni una sola luz que indicara que alguien estuviera ahí, pero yo sabía bien que no era así. Subí por la escalinata del porche, para eso ya tuvieron que haber escuchado mis pasos. Ni siquiera tuve algo de discreción, golpeé la puerta fuertemente con mi palma abierta.

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora