Capítulo 42

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Había cierta incertidumbre flotando en el cuarto. Yo aun no acababa de entender lo que había presenciado y seguro preguntaría después, pero por el momento prefería estar al lado de Megan más que otra cosa. Ella permaneció en silencio por un largo rato, mientras que Lionel abandonaba la biblioteca llevándose la caja plateada consigo. Seguramente no quería que se perdiera y él tenía que ser la única persona que sabía dónde estaba guardada.

Sin decir nada, Megan se puso de pie y comenzó a caminar. Yo no pregunté, simplemente la seguí. Abandonó la biblioteca, otros dos vampiros nos veían, pero tampoco se atrevían a alzar la voz. Cruzamos la sala y el corto vestíbulo, donde finalmente se detuvo, su mirada clavada a en el picaporte. Los segundos se hicieron minutos antes de que ella se atreviera a tomar la perilla y girarla. Escuché pisadas detrás de nosotras, sin embargo, igual que antes nadie decía nada. La puerta crujió y se abrió. El sol entró y nos bañó enseguida.

- Dios mío. — Exclamó Megan. Siguió caminando y salió de la mansión. Yo no tardé en colocarme a su lado. — ¡Dios mío! — Repitió. Su cabeza apuntando hacia al cielo, sus ojos cerrados y sus brazos abiertos. — Se siente tan bien. — Tomó una buena bocanada de aire y sonrió de oreja a oreja.

- ¿Necesitas bloqueador solar? — Bromeé, haciendo que ella carcajeara. No reía porque mi chiste hubiera resultado estupendo, sino que simplemente se sentía mucho más aliviada.

- Ya tengo todo el que necesito. — Tomó aire una vez más antes de abrir los ojos y mirarme. — Esto es increíble. — La sonrisa en su rostro era enorme y bella. Sus ojos estaban llenos de alegría y ese gesto era el que más extrañaba de ella.

- Tú eres increíble. — Respondí, ganándome una sonrisa más amplia. Eliminó la distancia rápidamente y me abrazó, estrechándome con fuerzas. — Todo mejorara. — Añadí en voz baja. Megan asintió y me apretó un poco más. Mi mirada se elevó y estaban los tres hermanos mirándonos atentamente. Abrielle y Nicholas se veían bastante aliviados, incluso el segundo estaba sonriendo ligeramente. Mientras tanto Alaric solo me miraba a mí, con una expresión indescifrable.

- Podré volver a casa, Merrick. — Dio un paso hacia atrás, pero aun sostenía mis hombros. — Podré volver con mi familia. — La razón por la que había tomado la decisión de seguir con su transición era para estar al lado de su familia, así que entendía lo importante que era para ella ganar esa batalla.

- Creo que será mejor que esperes al menos una noche más. — Abrielle dijo, llegando hasta donde estábamos. Mi mejor amiga puso cara de pocos amigos.

- Abrielle, tengo que volver. Mi padre ya debe de haber regresado, no puedo estar más tiempo fuera.

- Lo sé. — Replicó la italiana. — Solo que hay un par de cosas que debes de saber antes de que regreses. No será fácil vivir con humanos, Megan, créeme. Debo de enseñarte un par de cosas más. — Megan suspiró.

- Bien. Pero solo una noche más.

- Una noche más, lo juro.

Resopló un poco, pero terminó por volver a la casa. Ella podía mentirle a quien fuera, pero no a mí. Con solo ver su mirar pude darme cuenta la impotencia y desilusión que sentía por no poder volver a casa. Aquello me hacía sentir mal incluso a mí, cuando yo podía volver a casa con mi madre a final del día. Era injusto.

Toda la maldita situación era injusta, todo lo que estaba sufriendo Megan se debía a un horrible ser. Marianne era la única culpable de todo lo jodido que estaba pasando y tarde o temprano tenía que pagar. Yo quería ser quien la detuviera, en mi mente empezaba a trazarse una imagen que más que un plan era un deseo.

Seguí de nuevo a Megan, otra vez callada y detrás de ella, pero antes de que pudiera llegar a la sala sentí que me tomaban firmemente del antebrazo. Al mirar a quien me había detenido solo me encontré con un par de ojos azules y por un momento todo el mundo desapareció. Alaric no dijo nada, pero apuntó afuera con su barbilla y volví a salir, esta vez a su lado.

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora