Capítulo 4

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Después de una intensa lucha con la cadena de mi bicicleta, esta no cedió a entrar en su lugar. Ya era algo tarde y tenía las manos manchadas de grasa. Cada día mi bicicleta estaba peor, desde el día del accidente en el que casi me muero arrollada, ha ido de mal en peor. Pero justo ese día decidió morirse. Mi madre ya se había ido hacía un rato en el auto, así que no podría decirle que me llevara. Miré el reloj en mi celular y me di cuenta que, si aún quería llegar a mi primera clase, tendría que correr. Así que entré a la cocina para lavarme la suciedad de las manos y luego me colgué mi mochila.

Me aseguré que la puerta estuviera bien cerrada antes de salir y una vez que puse un pie en la carretera, comencé a correr. La distancia de mi casa hasta el bachillerato no era demasiada, pero recorrerla a pie no era algo ideal. Sin embargo, no me costó nada correr. Mis libros golpeaban mi espalda a cada paso que daba, pero no me importaba. Movía mis piernas tan rápido que sentía que apenas pisaba el suelo. Y para cuando llegué al edificio, apenas y me faltaba el aliento. Corrí también a mi salón de clases y tuve que disculparme con la profesora de Sociología para que me dejara entrar.

Ya que la noche anterior había preferido dormir a hacer mi tarea, ahora tenía que ponerme a trabajar. Por eso cuando llegó mi hora libre, acudí a la biblioteca. Busqué un pequeño cubículo que estuviera vacío y entré. Me coloqué mis audífonos y comencé a sacar mis libros para mi tarea. Rápidamente logré concentrarme en mi tarea y olvidé todo, por un rato al menos. Lamentablemente no pasaron ni quince minutos cuando alguien me interrumpió, escuché que alguien abría la puerta y alcé la vista para ver. Se trataba de Nicholas. Llevaba unos jeans claros y un suéter delgado de color azul. Y extrañamente se veía mucho más calmado que lo normal.

- Lo siento, Merrick. Pensé que estaba vacío. — Miró un momento hacia afuera, hacia el cubículo de al lado e hizo una mueca. — Todos están llenos, pero bueno, lo siento. — Dio un paso hacia atrás y comenzó a cerrar la puerta.

- Nicholas. — Me sorprendí hablando.

- ¿Sí? — Volvió a abrir la puerta y me miró atento.

- Si tienes trabajo que hacer, puedes hacerla aquí. — Murmuré. Miré la mesa y cerré un par de libros que ya no estaba usando, para darle espacio. Aquella invitación le sorprendió tanto a él como a mí. No dijo nada más, probablemente por miedo que, al hacerlo, me hiciera cambiar de opinión. Se sentó delante de mí y comenzó a sacar sus cosas. Lo que me llamó la atención fue que colocó un enorme libro de historia y comenzó a hojearlo. De pronto me saltó una duda; ¿Cuántos años tendría? Sabía que no había sido convertido dos años atrás, pero, ¿Cuándo habrá sido eso? Lo miré leer su libro y fruncí el entrecejo. — Pensé que, como vampiro, tendrías facilidad con la historia. — Él soltó una risita y me miró divertido.

- Solo sé una parte. — Me respondió. — Pero en las tareas y proyectos buscan una mirada más general. De una perspectiva más lejana. — Volvió a mirar su libro y cambió de página.

- Espero no ser indiscreta. — Comencé. — Pero, ¿qué edad tienes? — Él volvió a reír y me dedicó otra mirada gris.

- No es indiscreción, Merrick. — Se encogió de hombros. — Nací en mil seiscientos quince. — Mis ojos se abrieron y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener mi boca cerrada. No había forma que me hubiera imaginado que él habría vivido tanto. — De hecho, Alaric y yo tenemos el mismo tiempo existiendo como vampiros. — Se volvió a inclinar sobre su libro. — Fuimos convertidos el mismo día. — Yo arqueé una ceja. Cada cosa que decía, hacía que mi curiosidad creciera aún más.

- ¿El mismo día?

- Y por la misma vampira. Lorraine. — De pronto ese nombre hizo clic en mi cerebro. Había escuchado decirlo antes a Marianne. Pude notar que la atmosfera del lugar cambió drásticamente. Nicholas no parecía cómodo de tocar ese tema. Y yo no tendría por qué obligarlo. Así que no insistí más.

- Nicholas. — Murmuré. — ¿Por qué me dijiste que tuviera cuidado con Alaric, hace unos días? — Volvió a mirarme y aún estaba algo incómodo.

- No soy estúpido, sé que algo pasó entre ustedes. — Comenzó. — Sé que él puede parecer duro. Pero lo conozco... Y yo... Yo solo estoy preocupado por los dos. — Hice una mueca y ahora yo desvié la mirada.

- Lo sea que haya pasado entre nosotros, no volverá a pasar. — Musité. Estaba harta de repetir eso. Yo solo quería dejar aquello atrás, pero todos parecían estar empeñados en recordármelo. Sentí el roce de sus dedos sobre mi mano derecha y alcé la vista. — Solo...

- Está bien, Merrick. No tienes que darme ninguna explicación. — De momento, el ambiente cambió. Pude sentir que ambos nos relajamos. Retiró su mano y volvió a tomar su libro.

Ahora ya que ambos estábamos más tranquilos, pudimos continuar con nuestras tareas, aunque ya no nos quedaba mucho tiempo. Y en mí nació una extraña curiosidad; quería saber más de Lorraine. No lo había pensado antes, pero era claro que todos tenían un pasado, una razón para existir de la manera en la que lo hacían. Tal vez solo se trataba de mi parte Venator y quería empeñarse a ese mundo. Quería saber más; más de los vampiros, más de los Venator, ¿habría más criaturas? ¿Era posible que todas las leyendas fueran reales?

Al término de la hora, ambos nos fuimos a nuestros salones. No era necesario despedirnos, pues nos veríamos más tarde, él volvería a llevarme a Newport. Desde la corta platica en la biblioteca, sentí que algo cambió. No se trataba de algo drástico, pero ya no parecía un martirio total, el tiempo que podría pasar con él.

La otra mitad del día, pasó normal. Entregué mis tareas a tiempo y no habría forma que nadie supiera que las había hecho el mismo día, solo un par de horas antes de la clase. Todo iba bien, hasta que recordé que tenía que ver a Alaric más tarde. Y aún estaba enojada por no haberse presentado el día anterior.

Al terminar las clases, fui hacia los vestidores para cambiarme de ropa. Y claro, iba con toda la tranquilidad del universo, no tenía intenciones de correr más de lo que debería y además si eso ayudaba a hacer que Alaric esperara más tiempo por mí, estaba perfecto. Los pasillos se vaciaron rápidamente. Era impresionante como al terminar las clases, todos huían del instituto, incluido los profesores. Mientras iba caminando por un pasillo próximo a los vestidores, alcancé a ver a dos personas. Pero a medida que me acercaba, pude reconocerlos; era Alaric y la otra chica que había visto con Megan antes. Me quedé donde estaba y los miré un momento.

Estaban hablando, pero a una distancia demasiado corta para que fuera una plática inocente. De pronto, ella se precipitó a él y lo besó. Alaric enseguida le correspondió y la tomó de la cintura para acercarla más a él.

Rodeé los ojos y di media vuelta. Me acomodé mi mochila y caminé por donde venía, hacía la salida principal. Al parecer tampoco iba a ir al jodido entrenamiento hoy. Yo ni siquiera estaba de acuerdo con eso desde el principio, pero yo era la que demostraba más compromiso. Así que se joda, que se joda el entrenamiento y el estúpido de Alaric.

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora