Capítulo 17

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Los Venators podían reconocerse, Garreth me lo había dicho antes. Tal vez todas las sensaciones que tuve antes hayan sido debido a que mi cuerpo ya lo había reconocido a él como un igual, solo que yo no fui capaz de entender lo que significaban. No fui capaz, pero ahora lo era. No solo reconocí a aquel hombre como otro cazador, pero tuvo un impacto mucho más profundo en mí ser, una sensación que no olvidaría jamás.

Uno de mis peores miedos se había formado frente a mí, mientras luchaba con todas mis fuerzas por mantenerme en una sola pieza, por no desmoronarme frente a él. Pero era casi imposible, las lágrimas picaban mis ojos y estos ardían como el infierno.

Al retroceder, mi espalda golpeó una pared y mi mirada se desvió hasta el chico rubio. Sus ojos estaban desorbitados y su boca plenamente abierto. No podía estar fingiendo, ¿o sí? Su expresión parecía verdaderamente genuina. No podía disimular su confusión y sorpresa.  ¿Y qué era él, entonces? ¿Mi hermano? Miré de nuevo al padre que me había abandonado y otro sentimiento nació en la boca de mi estómago.

Comprendí la verdadera razón por la que habían aplazado su investigación, no habían matado a nadie por mí. Quería acercarse a mí. ¿Por eso había llegado al pueblo? ¿Para buscarme?

- ¿Qué haces aquí? — Ladré. La ira se estaba apoderando de mi cuerpo y todas mis extremidades temblaban. Él no contesto. — ¿Por qué estás aquí? — Di un paso hacia adelante, echando mis hombros adelante conmigo, haciéndome más fuerte. — ¡Contesta maldita sea!

- Merrick, por favor... — Balbuceó. Con el rabillo del ojo pude a ver a Garreth, él no entendía nada de lo que estaba pasando.

- ¡No! No te atrevas a decir mi nombre. — Siseé. Detestaba la manera en la que él lo pronunciaba, no tenía el derecho. Había perdido el derecho cuando decidió abandonar a mi madre embarazada. — ¡Dime la razón por la que viniste! — Mi voz se escuchaba quebrada. — ¿Viniste por mí? — Sus ojos se abrieron aún más y pude apreciar como tragó saliva.

- No. — Finalmente dijo. — Pero sabía que estabas aquí... Que Darleene... Tu madre vivía aquí. — Sacudí la cabeza.

- ¿Papá? — Garreth lo llamó. — ¿Qué está pasando? — Su voz estaba casi tan temblorosa como la mía.

- Garreth. — No desvió su mirada de mí. — Ella es mi hija.

En ese momento me eché a correr, salí por la puerta y seguí corriendo por la calle. Mis piernas se movían casi por si mismas, apenas tocando el suelo con la punta de mis dedos y todo alrededor de mí se volvió un nubarrón a medida que aceleraba mi velocidad. Mis pulmones ardieron como si estuvieran quemando en medio de un potente incendio. De pronto paré de correr, para poder mirar hasta donde había llegado.

La playa estaba a un costado y el enorme edificio del faro se alzaba como un gigante frente a mí. En auto recorrer esa distancia me habría tomado varios minutos, pero solo tenía segundos que había abandonado esa casa. Mis pulmones estaban cansados, jamás había hecho tanto esfuerzo en tan poco tiempo. Sentía que iba a estallar, quería gritar a todo pulmón y quería correr hasta que la suela de mis zapatos se derritiera. Haría lo que fuera para no llorar, no derramaría una sola lagrima por ese hombre, no, él no se las merecía.

- ¡Merrick! — Escuché una voz jadeante que estaba detrás de mí. Me volví en redondo y me encontré a Garreth. Su cabello caía desordenadamente por su cara, pero no le importaba. Se aproximó a mí a zancadas y yo retrocedí al instante.

- ¡Aléjate de mí! — Le ordené y eso hizo que frenara.

- Lo siento... Merrick... De verdad... Yo no tenía idea. — Sus brazos se agitaban y me miraba con una oscuridad en sus ojos, implorando. — Él jamás dijo nada, yo...

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora