Capítulo 36

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Al salir de la habitación me sentía desorientada, más al no saber donde estaba. Caminé por un pasillo y doblé y afortunadamente encontré la puerta abierta de la recamara de Abrielle, que me sirvió para encontrar mi camino de regreso. Desde ahí no me costó encontrar las escaleras y bajar a la gigantesca sala principal, pero esta estaba vacía, así que solo me hizo suponer que se encontraban en la biblioteca. Las enormes puertas de madera solida estaban abiertas, pero yo estaba dudosa de entrar, aun pensando si realmente debería.

- Puedes entrar. — Escuchar la voz de Alaric a mis espaldas me tomó por sorpresa, por lo que di un respingo antes de darme media vuelta.

- Pensé que te quedarías arreglando el desastre en tu habitación.

- Eso puede esperar. No quería dejar que atestiguaras eso sola. — Hice una mueca. — Créeme, no es nada fácil de ver y supongo que querrás estar ahí para tu amiga, le hará bien concentrarse en algo. — Fruncí el ceño, pero no respondí más, volví a caminar hacia la biblioteca, pero de alguna forma me reconfortaba un poco tener compañía, así fuera el dolor de cabeza que era Alaric.

Dentro de la biblioteca, parecía que Abrielle había tomado una de las sillas tapizadas y la había acomodado en medio de todo. Y quien estaba sentada era Megan, la otra castaña estaba frente a ella, moviendo lo que parecía ser unas cadenas. ¿De donde las había sacado? No, esa no era lo que debería pensar, sino que necesitaban atarla para hacerle lo que planeaban.

- ¿Eso es necesario? — Pregunté en voz baja, preocupada por ella. Miré con el rabillo del ojo a Alaric y él asintió sin decir nada.

- Lionel viene para acá. — Abrielle soltó lo que estaba sosteniendo y se reincorporó, ahora mirándonos a nosotros.

En ese momento que se movió, pude ver totalmente a Megan. Su piel sonrojada, su rostro era suyo, pero había una increíble tristeza e incertidumbre en sus ojos. En su barbilla aún estaba mi sangre, cayéndole por el cuello y por el pecho.

Probablemente no pensé dos veces lo que estaba por hacer, pero no podía quedarme de pie simplemente viéndola. Me aparté de los Rhode y antes de que pudieran intentar detenerme, yo ya estaba frente a mi amiga, de cuclillas y sosteniendo sus manos, cuyas muñecas estaban sujetas a los reposabrazos de la silla con esas cadenas.

- Lo siento. — Balbuceó, la voz se le entrecortaba y los ojos se le cristalizaban y yo sentía como los míos comenzaban a arder. — Merrick, yo no.

- Tranquila. — Mis manos le tomaron las mejillas, ahogando mis lagrimas al ver como ella derramaba las primeras. — Está bien, no es tu culpa. — Su labio inferior temblaba, sus ojos bailando por todo mi rostro. Limpié sus lagrimas con mis dedos pulgares e hice mi mejor esfuerzo para sonreírle.

- Lo siento... — Volvió a decir.

- No te preocupes por eso, por mí ahora. — Tuve que tragar saliva para no llorar, tenía que ser fuerte por ella, Megan me necesitaba. — Lo resolveremos, ¿sí? — Dije con tanta certeza que hasta me hubiera convencido a mí misma, pero al menos Megan lo creía. Ella asintió en respuesta.

- Quédate conmigo. — Pareció que rogaba.

- Lo haré, no me iré. — Respondí.

- Merrick. — Escuché mi nombre en una voz gruesa y varonil, una pesada mano que me tomaba el hombro izquierdo con delicadeza. Cuando alcé la vista vi al milenario vampiro rubio, a Lionel. — Vas a tener que dar un paso atrás. — Dijo con delicadeza, de modo que yo me levanté e hice lo que me indicó, pero no tenía intenciones de separarme demasiado. — Abrielle me contó lo que está pasando. — Después se dirigió a Megan. — ¿Te explicó lo que haremos? — Ella respondió negando con la cabeza. — Bien. Marianne no es una vampira joven, ella sabe perfectamente lo que está haciendo y supongo que al crearte pensaba hacer el mayor daño posible, no solo a Merrick personalmente, sino a todos nosotros. Está usando el vínculo del creador a su favor. Así lo que haré será entrar a tu mente para encontrar el enlace y así tú lo puedas romper.

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora