Capítulo 27

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Megan temblaba, sus ojos iban por todas partes. Recogió sus piernas y las abrazó, mientras guardaba silencio. Verla así hacía que mi corazón se rompiera en miles de pedazos, pero no podía pensar en que hacer, no llegaba nada a mi mente, al menos nada que pudiera funcionar. Pero ¿qué demonios puede funcionar en una situación así?

- Megan... — Alaric se acercó y Megan lo miró, pero sin estar realmente presente. — Megan, tienes que tomar una decisión.

- ¿Qué? — Su voz temblaba. Luego volvió a mirarme y estiró sus manos tratando de buscarme.

- Tienes que decidir si vas a beber. — Una corriente helada recorrió todo mi cuerpo. Sus palabras repiquetearon en mi cabeza y claramente, también lo hicieron dentro de Megan. — Tu corazón ha vuelto a latir y tienes que decidir pronto. — Megan se quedó con la boca abierta, dejó de mirarme y se enfocó en sus piernas.

- ¿Qué pasa si bebo? — Masculló, sin mirar a nadie.

- Tu corazón dejará de latir, pero terminarás la transformación y serás...

- Un vampiro. Seré una vampira. — Se mordió el labio inferior y cerró los ojos. — ¿Y si no lo hago?

- El veneno de Marianne perderá su fuerza y ahora mismo es lo que te mantiene con vida. — Abrielle estaba cerca de la puerta, junto con Nicholas y cuando Alaric explicó aquello, hizo que ella le tomara el brazo a Nicholas, buscando refugio. — Tu cuerpo fallará y...

- Moriré. Permanentemente esta vez. — Lo volvió a interrumpir. Llevó sus manos a la cabeza y jadeó. Alzó su rostro y cuando volví a hacer contacto visual con ella, pude ver que sus ojos estaban llenos de lágrimas y su labio inferior temblaba. — Merrick. — Comenzó a sacudir su cabeza. — Merrick. — Las lágrimas descendían por sus mejillas. — No, no, no. — Sus brazos se estiraron para abrazarme con fuerzas, mientras sollozaba en mi hombro. — No quiero morir. — Susurraba interrumpida por su poco a poco creciente llanto. — Pero tampoco quiero vivir para siempre. — La abracé con más fuerzas mientras yo misma me permitía dejar escapar un par de lágrimas.

Solo había dos personas a las que había prometido proteger; mi madre y Megan. Y aunque no tuviera culpa, sentía que le había fallado a Megan. Ver lo que le estaba pasando me dolía, me dolía la forma en la que había sido herida solo para lastimarme a mí. Lo último que quería en el mundo era verla sufrir, sufrir de esta manera, por eso quería alejarla de todo desde el principio, por miedo a que alguien la lastimara, pero había sucedido de todas formas y ya no había nada que yo pudiera hacer, pero sentía la obligación de hacer algo por ella, de apoyarla.

- Megan, no importa que decidas... Yo te voy a apoyar.

- No. — Me apartó, pero mantuvo sus manos sobre mis hombros. — Dime que hacer. — Sus ojos no paraban de llorar. — ¿Qué debo de hacer? — Me soltó y llevó sus manos a su cara, escondiéndose mientras lloraba. — No quiero ser vampira.

- Está bien. — Me deslicé para acercarme y volver a abrazarla. — Si no quieres no lo serás. — Su pequeño cuerpo se agitaba entre mis brazos. No quería perder a mi mejor amiga, pero tampoco quería tenerla para siempre como algo así.

- ¿Y mi madre? — Me miró. — ¿Y mis hermanos? Mi familia...

- Yo me encargaré. Si eso quieres. — Varias lágrimas y se habían escapado de mis ojos, pero aun así no se compraban a las que había liberado Megan.

- Pero no puedo dejarlos. — Dejó de verme, en cambio veía a quienes estaban a mis espaldas; los otros vampiros. — Son mi familia, Merrick. No puedo lastimarlos así. — Había dejado de llorar, pero sus ojos aún estaban cristalinos. — A penas tenemos dieciocho años. — Masculló. — Hay miles de cosas que quiero hacer antes de morir... Quiero ser alguien, hacer algo importante... Al menos así tendré tiempo de hacerlo todo.

Caza Roja - Transfusión parte II | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora