Capítulo 7

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Mis ojos se abren lentamente, un bostezo se escapa de mi boca y como si de un reflejo se tratase, estiro mis articulaciones.

Recorro la habitación con mi vista, Brad sigue apoyado en la puerta, está dormido y su piel morena está mucho más pálida.

Necesito ir por esos suministros.

Me levanto lentamente sin hacer ruido y con sumo cuidado tomo a Brad y lo recuesto en el suelo.

Volveré digo en mi mente, solo que él, no puede escucharlo.

Me asomo por la ventana, asegurándome que Charle ya no está rondando por el lugar, aunque, si me dejo llevar por el hecho de que no nos ha encontrado, puedo deducir que ya no está en el edificio.

O está esperando a que salgas, me dice mi conciencia, haciendo que sienta más miedo del que tengo.

Miro hacia atrás por unos segundos, topándome con un pálido e inconsciente Brad, por el cual, estoy haciendo esto.

Respiro profundo y reúno todo el valor que puedo para abrir la puerta, reviso ambos lados de la habitación, al final del pasillo se encuentra una de las salas de operaciones, supongo que allí encontraré lo que necesito.

Termino por salir de la habitación y cierro la puerta detrás de mí, no quiero que Brad corra la misma suerte si me atrapan.

Avanzo con rapidez por el pasillo, evitando las miles de hojas sueltas para no hacer el mas mínimo ruido, no sé si Charles está aquí y tampoco sé si quiero descubrirlo, pero no me quiero arriesgar a llamar la atención de alguien aquí.

Finalmente, y con las gotas de sudor deslizándose por mi frente, llego hasta la ansiada sala, a la cual, entro sin siquiera mirar atrás, allí enciendo la linterna que nos entregó nuestro líder de patrulla y comienzo a buscar en los cajones.

No pasan más de cinco minutos, en los cuales pude recoger vendas, alcohol, algodón, gasas, cinta médica y aguja e hilo por si acaso, con esto podré curarlo, aunque por dentro sé que necesita asistencia de una enfermera real, y no de un adolescente jugando al doctor.

Abro la puerta y repito el proceso que hice al salir del armario del conserje, una vez hecho eso, corro hacia la habitación donde Brad se encuentra y entro en ella.

Suspiro aliviado y luego me pongo de rodillas, colocando todos los objetos a mi alcance.

—Okey amigo, hagamos esto —Digo en voz alta, aunque nuevamente, sé que no me escucha.

Con delicadeza le quito el vendaje improvisado que hice y luego levanto su camiseta blanca.

Desvío la mirada unos segundos para destapar el alcohol, pero al volver a vista hacia mi compañero, veo como sus heridas comienzan a sangrar abundantemente, los pedazos de cristal llegar muy profundos y no creo que un simple vendaje pueda parar el sangrado.

Los nervios toman posesión de mi cuerpo, y como si supiera lo que estoy haciendo enjuago mis manos en alcohol para que no infectar las heridas.

Luego, con rapidez comienzo a limpiar su torso con pequeños pedazos de algodón remojados en alcohol. No estoy seguro si siente algún tipo de dolor, pero al no ver un solo movimiento de su parte, continúo.

Tampoco sé cómo hacerle saturar una herida, pero siguiendo mi conocimiento aprendido de las películas de acción, lo intentaré, aunque, no tengo opción.

Termino de limpiar su abdomen digno de un deportista y procedo a esterilizar la aguja, tomo el hilo y con mis dientes lo corto.

Mi mano tiembla a medida que acerco el hilo al agujero de la aguja, intento pasarlo, pero como lo predecí antes de que lo intentara, fallo inútilmente.

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora