Capítulo 34

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Narra Max:

Intento no llorar, pero me es imposible, las lágrimas caen desde mis ojos hasta mi barbilla. Ella está frente a mí, despierta, y con esa sonrisa que me ha gustado desde siempre.

Doy un paso al frente y Em corre hacia mí. Me rodea con sus delgados brazos y me presiona con fuerza.

La escucho sollozar, y al instante recuerdo su herida, intento separarme, pero ella simplemente no lo permite.

Yo tomo su cintura con delicadeza y también la abrazo.

Recuerdo el momento en el que la vi en aquella celda, el momento en el que prometí que la traería de vuelta, y le dije que la amaba.

Parece como si hubiera pasado hace años.

Nos separamos un poco, ambos estamos llorando, yo sonrío y Em, besa mis labios inesperadamente.

Me quedo inmóvil hasta que siento que se aleja, mis ojos nunca se cerraron, y durante esos cinco segundos en los que Emily me besó, mi mirada se quedó fija sobre Megan, quien acaba de bajar de la pena completamente triste.

Me separo con lentitud de Em, lo suficientemente como para que no se dé cuenta que quiero tomar distancia, ella lanza una pequeña carcajada al mirarme a los ojos, y vuelve a besarme.

Por segunda vez me quedo como una estatua, siento que toma mi mano y la presiona con fuerza.

—No sabes lo que esperé para hacer esto —Susurra en mi oído.

Debería estar feliz. Finalmente ella está aquí, viva, besándome como tantas veces lo quise, pero no me siento así, claro que me alegra que esté bien, y sé que, si algo le sucediera, no podría seguir con mi vida. Pero esto, el beso, simplemente me hace sentir extraño, como si lo que estoy haciendo estuviera mal.

Y no me gusta sentirme así.

Su mano vuelve a presionarme, trayéndome a la realidad con rapidez. La observo y le sonrío, Emily está aquí, y debes estar feliz por eso, me digo a mí mismo.

—¿Max? —La voz inconfundible de Megan me llama, su rostro tiene una extraña expresión, una que parece ser la combinación de tristeza y preocupación. La miro y ella continúa. —¿Podemos hablar?

Asiento soltando la mano de Em, y llevándome una mirada extraña de su parte, me acerco a Megan, y antes de ir a cualquier parte, la abrazo con fuerza.

Ella lo hizo sola, salvó al pueblo. Hizo lo que no pude hacer yo.

Nos separamos a los pocos segundos, y Meg me lleva por la sala de estar hasta la cocina.

Me mira por un instante, y el impulso de volver a abrazarla me invade, lo hago, y lo hago con fuerza, es como si fuera un robot siguiendo órdenes.

Órdenes que vienen desde mi pecho.

Nos separamos, sus ojos miel se topan con los míos, lo que me obliga a bajar la cabeza, completamente ruborizado.

—¿C-cómo es que...? ¿Cómo lo lograste?

Su rostro, que hasta hace un segundo mantenía una sonrisa, desciende hasta el suelo.

—Volvimos con Brad al Inframundo —Se detiene para respirar. —No sé por qué, pero al parecer nos dio una pista de cómo acabar con todo.

—¿De qué hablas?

—Durante unos minutos, estuvimos en mi casa —Gruñe, como si dudara. —Me refiero a que... Nos "llevó" a la noche en la que todo comenzó, en la que usamos la Ouija.

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora