Capítulo 37

297 32 21
                                    


Narra Max:

Detengo el auto en el Central Park, Amy está con nosotros, y hasta ella pudo notar la tensión entre todos nosotros.

La situación, el comentario de Emily, los nervios de Megan, los abdominales de Brad, todos eso convirtió nuestro viaje de casi dos horas en una maldita pesadilla.

Por suerte, la pelirroja está con nosotros, y gracias a ella, los temas de conversación nunca se acaban. Intentamos evitar todo sobre demonios, o Jesica, solo hablamos de cosas sin sentido, como adolescentes normales.

Normal: Palabra curiosa, ¿Qué se supone que es algo normal? ¿Qué es lo que se considera normal? Supongo que hablamos de algo "normal" cuando se ajusta a las normas y estereotipos de nuestra sociedad.

Sí, creo que es eso.

Por eso a veces lo normal es tan aburrido, y muchas veces, absurdo.

La mano de Amy pasa por delante de mis ojos, obligándome a volver a la conversación.

—¿Qué, qué...?

—¿Alguna vez bebiste pipi? —Dice Amy, confundiéndome.

—¡¿Qué diablos?!

—Vamos Max, si lo hiciste debes beber, sino, no —Comenta Emily rodando los ojos.

—Yo...

—¿Qué acaso te fuiste a otro planeta? —Protesta la pelirroja. —Estamos jugando al Yo Nunca...

—Oh, claro, no, no he bebido pipi... —Respondo con normalidad, luego, muevo mi cabeza para orientarme.

Los cinco nos encontramos sentados en un mantel junto a sándwiches y distintos tipos de jugo.

Los miro a todos y entonces, abro la boca: —¿Quién diablos lo hizo? —Cuestiono incrédulo.

Las miradas se dirigen a Brad.

—¿Enserio? —Pregunto asombrado.

Las mejillas morenas de él se ruborizan.

—Fue solo una vez, leí que eso te daba súper poderes.

Los tres reímos.

—¿Dónde leíste eso? —Dice Emily entre risas.

Brad no responde, y el silencio vuelve a hacerse presente.

—Muy bien Megan, te toca... —Habla Amy señalándola.

—Mmm —Megan lleva su vaso transparente con jugo de manzana hacia su boca. —Yo nunca... He tenido sexo.

Todos toman y la rubia, me mira con una expresión triste.

Oh no. Maldita sea.

Megan se levanta, sorprendiendo a todos, y se aleja lo más rápido que puede sin correr.

Lanzo un gruñido, y sin decir nada, corro tras ella.

—¡Megan! —Exclamo a pocos metros. —¡Megan! —La tomo del brazo, deteniéndola.

—¡¿Qué?! —Ella se da la vuelta, su rostro está rojo y un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas.

—Déjame explicarte.

—¿Qué? —Su reacción me sorprende. —¿Qué mierda vas a explicarme? ¿Qué te acostaste con ella? ¿Qué ahora sí estabas listo? ¿Qué era la indicada? —Megan da vueltas sobre si misma, y yo, me quiebro.

No puedo responder.

Y mi silencio lo dice todo.

—Sabes... Ya no importa —Megan baja el tono al igual que su cabeza.

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora