Inferno © [3]

Capítulo 48

Cruzo la despintada, oxidada y muy vieja doble puerta de la entrada principal. Por un instante, veo hacia atrás, notando como un inmenso edificio a las afueras del pueblo se encuentra.

Pero después la veo a ella; tirada sobre el cuerpo de Timothy sin moverse.

Pronuncio un "no" ahogado mientras corro hacia Emily. Todo a mi alrededor se detiene en cuanto la tomo en mis brazos y veo sus ojos abrirse.

De su boca cae un fino hilo de sangre roja fuego, sus ojos azules están desorientados, mirando hacia todas partes como si presenciara un partido de tenis.

Las lágrimas en mis mejillas empapan su ropa, un nudo en mi garganta presiona con fuerza obligándome a gemir de dolor.

—M-Max —Musita con debilidad, esforzándose por decir alguna palabra.

Examino el lugar con la vista, encontrándome con Megan y los demás, todos viéndonos con una expresión de completa tristeza.

—Estarás —Trago el nudo en mi garganta. —Estarás bien.

Su cabeza niega, mostrando una semi-sonrisa que me genera un terrible dolor en el pecho.

—Am-ambos sa-sabe-sabemos que no... Es así —Sus párpados caen y ella los abre con rapidez, pareciendo una persona que acaba de tener una pesadilla.

Solo que la pesadilla es real.

—No digas eso —Pido negando sin parar de llorar.

Sus ojos vuelven a cerrarse y yo la agito levemente.

—Por favor, por favor —Suplico sin parar de moverla. —Por favor no te duermas Em, quédate conmigo, por favor.

Gimo con fuerza, sintiendo mis densas lágrimas como fuego sobre mi piel.

—¡Em por favor! —Grito sin siquiera saber de dónde me sale tanta fuerza. —¡Despierta!

No paro de llorar, continúo agitándola, acariciando sus mejillas pálidas.

Su blusa, manchada por ese hilo de sangre y mis lágrimas, se levanta lentamente. Siguen respirando.

—Vamos Emily, sé que me escuchas ¿Okey? —Le digo al oído. —Abre los ojos, te lo suplico.

Reposo mi cabeza sobre la suya. Un vacío en el pecho me hace sentir por completo destrozado, mis músculos no responde como deberían y mi mente, solo piensa en llorar a cada segundo.

Siento entonces, un leve movimiento sobre mis rodillas. Me levanto con lentitud, viendo esos hermosos ojos azules abrirse.

Sonrío de oreja a oreja, besando su mejilla y conteniendo mis ganas de gritar.

—¿Recuerdas cuándo... Cuándo me diste esto? —Pronuncia con una voz casi inaudible, su mano se acerca a la otra y retira con lentitud de su dedo el anillo que le regalé. —Me lo diste el catorce de abril. Teníamos diez años, te acercaste a mí un día de tormenta, yo estaba asustada por los truenos y para calmarme, con las mejillas ruborizadas me dijiste que tenías algo para mí. —Una sonrisa se dibuja en su rostro. —Entonces lo sacaste de tu bolsillo, estaba en una pequeña caja de Tic Tac pintada de color azul como mis ojos y me pediste ser tu mejor amiga.

Lanzo una carcajada nostálgica a la par que seco mis lágrimas.

—Son momentos que jamás olvidaré.

—Emily, no —La interrumpo con un dolor en el corazón.

—Por eso qui-quiero que... —Tose de forma ronca, preocupándome. —Necesito que lo tengas.