Capítulo 31

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Narra Max:

Mis pestañas se levantan con lentitud, y al instante, miles de puntadas atacan mi cuerpo; desde la espalda, hasta la punta de los dedos de mis pies.

Miro a mi alrededor, tratando de distraerme con algo, tratando de ignorar este dolor insoportable.

Estoy en una habitación de hospital, el mismo en el que estuve la noche que Jesica intentó asesinarme, el día que descubrí su macabro plan.

A unos metros de mí, Richard está sentado, sus manos mantienen acunada su cabeza y él, respira con la mayor tranquilidad que le es posible.

—P-pa-papá... —Pronuncio, provocando que todo mi abdomen duela.

Él se levanta, algo exaltado y se acerca con rapidez.

Sus manos se apoyan con suavidad en la camilla y luego, sonríe.

—Hijo, despertaste... —Dice con lentitud.

—¿Có-cómo están...?

—Ellos están bien, tranquilo —Me interrumpe, acariciando mi mejilla.

Una media sonrisa se dibuja en mi rostro, pero al instante recuerdo que él acaba de perder a la mujer que ama, a la madre de sus hijos, la misma que intentó asesinarlo.

—Yo...

—Aquella mañana, ¿Qué fue lo que ocurrió?

—Papá no creo...

—Solo, dime, por favor —Y no sé si es por su triste expresión, o la forma en que lo dijo, pero asiento.

Lo hago con pena, porque sé que cuando sepa la verdad, simplemente, terminará más destruido.

—Estaba intentando hablar con mi amiga Lara —Comienzo, formándose un nudo en mi garganta al pronunciar su nombre en voz alta. —Y escuché a Jesica hablar con alguien, que ahora sé, era Colin, hablaban sobre su plan, y de cómo el veneno finalmente terminaría contigo...

—No puede ser posible...

—Papá, debes denunciar a un tal Bryron, él, él también era cómplice —Explico con rapidez. —No puedes permitir que se escape, no pue...

—Hey, hey —Sus manos se posan sobre mis hombros, y extrañamente, eso, me tranquiliza. —Te prometo que ya nadie va a hacernos daño.

Mis ojos conectan con los suyos, e inconscientemente, comienzo a llorar. Un fuerte dolor en mi pecho lo está provocando, y simplemente, no puedo pararlo.

Sus brazos rodean mi espalda, y aunque duele un poco, dejo que me abrace, lo escucho llorar a él también, y entonces, yo correspondo a su abrazo.

—Perdóname hijo, solo, perdóname.

Narra Megan:

Vuelvo a la escuela, mi frente está sudada, mis piernas tiemblan y mi pecho ruega por algo de aire fresco. Los pasillos están casi vacíos, la mayoría de los estudiantes se encuentran en los salones, y eso, creo, es algo bueno.

He vuelto a la escuela porque quiero creer que Lara, o lo que sea que es ella, trajo a Brad nuevamente aquí.

Ni siquiera quiero pensar lo que puede haberle pasado, no después de lo que vi.

Mantengo un paso ligero mientras me paseo por el lugar, reviso cada salón, la biblioteca y finalmente termino en la cafetería; no hay señales de él, y menos de "Lara".

Finalmente salgo del establecimiento, tomando camino a través del gimnasio hasta llegar al campo de futbol, quizás estén aquí, tirados como dos estúpidos enamorados besándose en el césped húmedo.

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora