Capítulo 28

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El sonido irritante de la radio del Jeep buscando una estación me está volviendo loca, hace ya varios minutos que Brad y yo salimos de la casa de Carolina para buscar a Max y terminar de una vez por todas con esto.

El chico a mi lado mantiene la vista al frente y las manos en el volante, sin decir una palabra y casi sin moverse, parece cualquier otra persona, muy lejana a esa que contaba chistes a cada minuto y corría de un lado a otro por la cancha de fútbol americano.

Una media sonrisa se dibuja en mi rostro, recordando aquella vez en la que llevó, después de varias décadas, a nuestro equipo escolar hacia la victoria, en ese entonces éramos novios, hicimos una fiesta y la noche fue increíble.

Recuerdo cuando, en medio de la fiesta, un chico se sobrepasó conmigo, y él me defendió como si fuera la persona más importante en su vida.

Y esa noche, no lo dudé, y le dije que lo amaba.

Si tan solo las siguientes semanas hubieran sido así, quizás, no habríamos terminado.

—¿Qué piensas Pitufina? —Me pregunta mirándome de reojo y apagando la radio.

—¿Recuerdas la fiesta de la victoria del 2014?

—¿Recordarla? Fue la mejor fiesta de mi vida —Responde mostrando esa maravillosa sonrisa.

—Creo que la mía igual... —Yo también sonrío. —Estuviste maravilloso en el campo aquel día.

—Lo sé —Dice de manera arrogante. —Solo que, esa noche no fue la mejor por la victoria, sino por ti...

Mis ojos se clavan en los suyos, reviviendo aquel momento en que tuvimos nuestra primera vez como pareja, en su cuarto, con la música sonando en la planta baja y las lámparas de lava de su habitación iluminándonos en la oscuridad.

Fue perfecto.

—Esa noche fue... Perfecta —Comento con cierta nostalgia.

—Ni me lo digas...

El silencio toma protagonismo mientras nos acercamos cada vez más al puente Magory, en cuanto llegamos, Brad estaciona el Jeep en la orilla y juntos, bajamos del vehículo.

Desde donde estoy, no puedo ver a Max, mi primer pensamiento, es que tal vez, se acaba de esconder para vengarse por mi broma de esta mañana. Con un chillido, llamo a Brad y con señas le digo que se quede cerca del auto, voy a arruinarle a Max la bromita.

Con tranquilidad camino hacia el puente, bajo la cabeza y comienzo a cruzar la tabla de madera, esta, se mueve en ocasiones, provocando que pierda el equilibrio por momentos.

Finalmente llego del otro lado, y al estudiar el escenario, veo algo que me deja helada; es entonces que grito con fuerza, llamando la atención de Brad, quien corre hacia mí a gran velocidad.

—¿Qué sucede? —Me pregunta agitado al llegar.

—Mira allá... —Respondo señalando a un policía inconsciente en medio de la carretera.

Narra Max:

Mis ojos se abren lentamente, y simplemente, no veo nada.

Pestañeo un par de veces, con la esperanza de no sé, haberme quedado parcialmente ciego por un determinado tiempo, pero al instante, noto, a lo lejos, la entrada de luz por el orificio de una puerta a gran altura.

Estoy recostado en un suelo helado, todo es oscuridad y silencio, quiero gritar, pero al instante me doy cuenta que no puedo hacerlo, intento moverme, pero me es imposible, siento, en mis muñecas y mis tobillos, sogas amarradas.

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora