Capítulo 42

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Narra Max:

—¡Ah! —El grito de furia de Megan aturde mis oídos.

La rubia da vueltas alrededor del cuerpo putrefacto de Christian, grita y lo hace muy fuerte.

Miro hacia mi izquierda, Emily está apoyada en una pared, llorando desconsoladamente. Trago saliva, debo mantener la calma y arreglar esto, quiero pedirle a Megan que se calle, pero sé lo que siente, y yo también necesito gritar.

Pero no aquí. Hasta ahora, creo que somos los únicos que sabemos del paradero de Christian, y sinceramente, no me extrañaría que con los gritos de Megan, algún vecino llame a la policía.

—¡Bastardo! —Megan vuelve a gritar, y esta vez, patea con fuerza la silla en la que el cuerpo se encuentra.

Parece que lo hizo de manera inconsciente, pues sus rodillas chocan contra el suelo, y de un instante a otro, comienza a llorar.

Miro el cadáver, ahora desplomado en el suelo, y algo a su lado me llama la atención, vuelvo a sacar mi teléfono y alumbro en su dirección.

Las ganas de vomitar me invaden por quinta vez en diez minutos, la espalda de Christian esta descubierta, y carcomida por moscas y gusanos de color blanco.

El olor entra por mis fosas nasales y las arcadas reaparecen.

Cálmate, solo, cálmate, me digo a mi mismo respirando con la boca lentamente.

Vuelvo a mirar hacia el cuerpo, o mejor dicho, el objeto color marrón claro a su lado. Tapo mi nariz y lentamente me acerco a él. Cuido mis pasos, tratando de no pisar la sangre que yace en el suelo como un pequeño lago rojo.

Trago saliva y despacio dirijo mi mano hacia el objeto, lo tomo con las yemas de mis dedos y lo levanto con suavidad. Alumbro con la linterna, revelando un sobre color papel madera.

Lo giro con el ceño fruncido y al instante, veo, en uno de los extremos del sobre, una pegatina con la inicial "C" y el apellido "Bertotti".

No puede ser, esto... Es el expediente que yo robé de la comisaría.

¿Qué diablos hace aquí?

Un sonido extraño me sobresalta. Alguien detrás de mí corre hacia la puerta, y en cuanto me giro veo a Megan cruzar el umbral.

Mis ojos se dirigen directamente a Emily, quien ahora está de pie con la misma expresión de confusión que la mía.

Ella se adelanta a salir y yo voy por detrás, ambos cruzamos la puerta y salimos al exterior, respirando después de mucho tiempo el aire fresco.

Una vez recuperado el aliento busco a Megan, la cual está caminando a gran velocidad hacia su auto.

—Meg, ¡Megan! —Ella se detiene frente a la puerta del piloto. —¿Qué haces?

—Me voy... —Pronuncia abriéndola.

—¿Qué?

Se para en seco y luego cierra la puerta con fuerza, rodea su auto rojo y se para frente a mí.

—Estoy cansada de todo esto Max —Traga saliva. —No voy a permitir, ni por un segundo más que ese bastardo maneje mi vida.

—Meg, estamos en peligro.

—¡No me interesa! —Exclama, y la luz de la casa del frente se enciende. —No voy a seguir más sus órdenes ni jugaré a retorcidos juegos, está es la última vez que me manipula, voy a seguir con mi vida y ¡Me iré de esté maldito pueblo!

—Tenemos que estar juntos, no podemos...

—¡Por Dios Max! ¡Ya cállate! —Grita de repente, haciendo que retroceda. —¿Qué no te das cuenta? Ese psicópata no está arruinando la vida —Ella cierra sus ojos con fuerza, evitando que las lágrimas aparezcan. —Nos hizo hacer cosas horribles; ¡Pude haber lastimado a alguien! ¡Brad acaba de perder su oportunidad de ir a la universidad! ¡Estuvo a punto de morir! —Se detiene un segundo, y da una vuelta sobre sí misma. —Todo para... ¡Para nada! ¡Nos tendió una maldita trampa y caímos como estúpidos ratones!

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora