Capítulo 30

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Narra Megan:

Mis ojos se abren lentamente, todo parece normal, demasiado, "normal". Mis oídos reproducen música que proviene de alguna parte, y de inmediato, noto que estoy sobre una cama, una cómoda y acogedora cama, y junto a mí, está Brad.

Me levanto con rapidez, pidiendo por favor que nada haya pasado, creo que estoy borracha, de hecho, mis papilas gustativas aún sienten el sabor a cerveza en ellas.

Brad abre sus ojos, algo asustado, y me mira, horrorizado.

—¿Estamos aquí? —Pregunta confundido.

—¿A qué te refieres con...? —Y entonces, recuerdos se aparecen como una proyección en mi cabeza.

Estamos en el inframundo.
Recuerdo muy bien la última vez, perdimos la memoria por varios minutos, pero al parecer, Brad, a diferencia mía, no la ha perdido esta vez, y no entiendo por qué.

—¿Cómo es que...?

—¿Ves esto? —Me interrumpe, sabiendo exactamente qué es lo que pregunto. Yo lo observo, acaba de levantar la muñeca, donde lleva un extraño brazalete. —Es una tobillera que me dio Lara al cumplir tres meses, la cambié de lugar, para que cuando estuviéramos aquí, supiera que, bueno, estábamos aquí... —Él lanza una pequeña risita y se pone de pie.

Lo imito e inconscientemente, me toma de la mano, presionándola un poco.

—Veamos que nos tiene preparado este maldito lugar.

Asiento nerviosa, y juntos, caminamos hacia la puerta.

Al llegar a ella me doy cuenta dónde estamos: Está es mi casa, mi maldita casa.

Brad abre la puerta, y la música, esa que escuché hace unos minutos, se intensifica.

Escucho risas, es decir, escuchamos, y cruzamos miradas. Los dos pasamos por debajo del umbral aún, tomados de la mano.

El familiar pasillo de casa, que lleva directamente hacia las escaleras de la planta baja, hacer presencia frente a nosotros. Mi corazón se achicharra por un segundo, y en cuanto recupero el aliento, los dos, caminamos por él, llegando rápidamente a las escaleras.

Donde la música sube un poco más, al igual que las risas.

Es entonces, que ambos nos quedamos inmóviles, siento la mano del chico a mi lado presionar la mía, justo en el momento en que, una persona idéntica a mí, pasa junto a nosotros.

Ella lleva una tabla de Ouija en el brazo, y arrastra a Max de la mano a través de las escaleras.

—Esto no es una buena idea —Escucho decir a Max, su rostro muestra preocupación, pero yo no me detengo, es decir, ella no se detiene, sino más bien, acelera su paso.

Brad y yo nos damos la vuelta, aún sorprendidos y vemos como la rubia abre la puerta del ático, y luego, ambos, suben.

La puerta se cierra detrás de ellos, y por un momento, todo es silencio, bueno, si la definición de "silencio" abarca música y risas de estudiante de preparatoria.

—Megan... —Brad intenta hablar, pero lo que sucede ahora, lo deja mudo:

Emily, Lara, Brad y Jane se acercan y nosotros, nos pegamos en la pared para no estorbar.

Solo que, al parecer, ellos no pueden vernos.

Mi ceño se frunce y volviendo a tomar la mano de Brad, me dirijo hacia la puerta con escaleras del ático.

Con miedo tomo la soga y escucho el escalofriante crujido al hacerla bajar. Trago saliva y poso uno de mis pies sobre el escalón de madera, el cual, suelta polvo al instante.

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora