Capítulo 23

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Corro a la máxima velocidad que mis piernas me lo permiten mientras Megan guarda las manos de Dolentmolý en la mochila de montaña. Un chasquido se hace presente en el segundo que piso el suelo lleno de sangre.

De la sangre de Brad.

Me agacho junto a él, se encuentra recostado en el suelo, su pecho sube y baja rápidamente mientras todo lo demás tiemblan como una gelatina, escucho su respiración entre-cortada, y juro poder sentir ese dolor al notar que el aire no entra bien en sus pulmones.

Casi en el centro de su estómago hay una gran herida, la que esa falsa Lara que, junto con Christian, desaparecieron en el aire después de atacarlos.

Los ojos de Brad me miran, y con mucha dificultad, toma mi mano, presionándola.

—Hey, amigo, estoy aquí... —Le digo en voz baja, él lanza un chillido, como si quisiera decir algo. —Shh, no digas nada, ahora Megan y yo te sacaremos de aquí —Lanzo una carcajada falsa para tratar de tranquilizarlo. —Tenemos buenas noticias, lo logramos, acabamos con él.

—Hola grandulón —Megan lo saluda, una lágrima se desliza por su rostro, pero ella la quita apenas lo nota.

—Ayúdame a levantarlo —Le pido al mirarla a los ojos.

—No —Finalmente Brad dice algo, lo dice muy bajo, demasiado en realidad, por lo que me cuesta entenderle.

—¿Qué? —Pregunto para asegurarme de haberlo escuchado bien.

—Ya escucharon a Laura —Y por reflejo, me volteo y la veo, sus ojos están abiertos, y podría jurar que su tráquea se mueve, simulando la respiración, pero con la poca luminosidad, no puedo asegurarlo. —No hay tiempo —Añade, provocando que vuelva a mirarlo. —Tienen que irse y cerrar la brecha antes de que sea demasiado tarde.

—No vamos a dejarte —Niego intentando levantarlo, Brad gruñe de dolor y yo, lo suelto.

—Max escucha —Megan posa sus manos sobre mis mejillas y clava su mirada sobre la mía. —Él tiene razón —Dice dejando caer las lágrimas.

—No, no —Murmuro conteniendo las ganas de llorar.

—Tranquilo hermano, estaré bien —Promete Brad, pero ambos sabemos que eso no es verdad. —Ahora vayan, salven el día —Él joven mayor que yo, alto y que creía la persona más engreída e idiota de todo el mundo, me muestra su sonrisa perfecta.

Y entonces lo abrazo, fuerte, lo más que puedo sin hacerle daño, no quiero dejarlo, no ahora, ni nunca, necesito decirle todo lo que me importa, lo que odio haber estado tantos años en un estúpido enfrentamiento de adolescentes tontos sin ver la maravillosa persona que es.

Pero nada sale de mi boca, las palabras no surgen y un nudo en mi garganta me permite apenas respirar, lo amo, al igual que a Megan y a Lara y a... Mi hermosa Emily.

La rubia frente a mí toma mi mano con en rostro empapado, y me ayuda a ponerme de pie. Ambos nos alejamos lentamente mientras nuestro amigo, mi mejor amigo, nos sonríe orgulloso y observa con esperanza.

Ambos caminamos hacia la puerta, pero un gemido nos detiene, es Víctor, abro mis ojos y un sentimiento de culpa me invade, me había olvidado completamente de él.

—Acaba con esto, muchacho —Me dice con debilidad, asiento con una media sonrisa y presiono su mano con suavidad.

—Lo haremos —Le susurro y luego, me alejo.

Después de un par de minutos Megan y yo llegamos a la primera planta y corremos hasta el Jeep, yo subo del lado del piloto y ella, se sienta a mi lado.

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora